Cine documental

¿Cómo hablar de paz en Colombia si todavía hay necesidades?

¿Cómo hablar de paz en Colombia si todavía hay necesidades?

Son mujeres que han sufrido la violencia, las amenazas, el éxodo forzado, el trato condescendiente o el ninguneo político. Pero también son mujeres combativas, tremendamente lúcidas y que se emocionan cada vez que hablan acerca de su compromiso con la comunidad. La periodista Lula Gómez, colaboradora habitual en las páginas de tintaLibre, acaba de presentar en el Festival de Málaga Mujeres al frente. La ley de las más nobles, un documental en el que entrevista a siete activistas colombianas que reclaman un proceso de paz sobre el terreno, que se manche de barro y pelee como lo llevan haciendo ellas durante años. “¿Cómo hablar de paz si hay necesidades insatisfechas?”, dice Mayerlis Angarita, de la asociación Narrar para vivir. La paz no es paz si no hay desarrollo, si aún hay quien vive en la miseria, si los 6.000.000 de personas desplazadas todavía no pueden volver a sus casas.

“A nosotras no nos puede pasar lo que pasó en Centroamérica, donde algunas mujeres se armaron, fueron a la guerra y, al final, terminaron otra vez en la cocina y echándole maíz a las gallinas”, defiende en el documental Patricia Guerrero. Abogada feminista, fundadora de la Liga de mujeres desplazadas, Guerrero puso en marcha hace 10 años Ciudad de las mujeres. Ahora viven en este oasis de paz, situado cerca de la turística Cartagena de Indias, casi un centenar de mujeres y niños desplazados por el conflicto construyeron sus propias viviendas y normas de convivencia.

La asociación de Guerrero comenzó a trabajar con cosas tan básicas como la infancia, la alimentación y la salud. Hoy en día se sienten orgullosas de que los más jóvenes de la comunidad hablen con total normalidad de derechos humanos y derechos de las mujeres. Actualmente batallan porque en los Diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, que comenzaron en 2012 y aun siguen desarrollándose en La Habana, reconozcan la violencia sexual como un arma de guerra. “Las mujeres han sido violadas en el conflicto y el Estado no sabe ni a cuántas han violado –critica la abogada–. En la violencia sexual es donde se encuentra la discriminación más terrible contra las mujeres”.

Además de con Angarita y Guerrero, Lula Gómez entrevistó a Luz Marina Bernal, líder de las Madres de Soacha, cuyo hijo fue asesinado por los militares del Ejército colombiano y el primer caso de falso positivo reconocido como crimen de lesa humanidad. El cadáver de Fair Leonardo Porras Bernal fue encontrado en una fosa común junto a un grupo de guerrilleros. Los militares aseguraron que él lideraba el destacamento, pese a que Fair Leonardo tenía una grave discapacidad mental. El joven fue registrado como un guerrillero asesinado (un positivo), en un momento en el que el Estado colombiano ofrecía incentivos económicos y días de vacaciones a los militares por las bajas que causaran entre el enemigo. Se calcula que en ese periodo hubo más de 4.700 ejecuciones extrajudiciales. “200.000 pesos [unos 59 euros], eso fue lo que valió mi hijo”, denuncia Bernal.

Todas insisten en que el (eterno) proceso de paz no debe quedarse sólo como un discurso bonito sobre el papel. "Ellas están con la paz, lo ven como un paso hacia delante, pero esa paz no es posible sólo en La Habana", explica la directora de Mujeres al frente. "Nosotras en La Habana fuimos a decir que no queremos ser pactadas, sino pactantes", defiende por su lado Mayerlis Angarita. Para estas activistas, la agenda del postconflicto debería incorporar a todos los agentes sociales que llevan trabajando durante décadas para aliviar el sufrimiento de un país que ha perdido la cuenta de los años de violencia. “La verdadera memoria de este país”, subraya Bernal, “es el trabajo que está haciendo cada una de las víctimas”.

Mujeres al frente también recoge los testimonios de Beatriz Montoya, que promovió los diálogos entre víctimas y victimarios; Luz Marina Becerra, una mujer afrocolombiana que reclama la devolución de los territorios arrebatados a las comunidades negras; Vera Grabe, exguerrillera del M-19 (desmovilizado en los noventa) y directora del Observatorio de la Paz; y Nelly Velandia, una agricultora que demanda un plan de desarrollo rural como conditio sine qua non en el postconflicto, además de establecer el principio de la no violencia desde el hogar, con el reparto equitativo de las tareas domésticas.

Un proyecto sin ayudas

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Lula Gómez puso en marcha este proyecto tras varios viajes al país suramericano, donde contactó con Luz Marina Bernal y Patricia Guerrero. De vuelta en España, planteó la propuesta a algunos medios de comunicación, pero todos la rechazaron. Así las cosas, decidió seguir indagando y hacer el trabajo por su cuenta, que se materializó finalmente en un documental, al estilo de los reportajes de programas como En portada, y un libro. "El libro ya está escrito y en él están las entrevistas completas, muy cuidadas", cuenta la periodista, "se lo he presentado a dos personas: Baltasar Garzón y Manuela Carmena, que han hecho el prólogo y el epílogo". Ahora, explica, está buscando una editorial que se lo publique. 

Gómez siempre tuvo claro que las protagonistas del documental serían mujeres, por su compromiso con la transformación social, que para ellas implica, asimismo, una ruptura con el sistema patriarcal. Quieren una Colombia nueva tras los Acuerdos de paz. "Me impresionó la ausencia de ira de estas mujeres que han sufrido la violencia en primera persona, que han sido violadas o han matado a sus familias", destaca. 

La ópera prima de la periodista, grabada el pasado mes de junio, se estrenó en el Festival de Málaga y ha sido seleccionada para participar en el Festival Internacional de Bogotá sobre Derechos Humanos. Este miércoles, día 11, y el jueves, día 12, se podrá ver en Barcelona y Girona, respectivamente. 

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