Bajo los paraguas, o sin ellos, decenas de miles de personas esperaban bailando a que comenzase la multitudinaria ceremonia. A ella han acudido más de noventa jefes de Estado y de Gobierno de todos los continentes y numerosos exmandatarios. Cuatro presidentes de Estados Unidos, por ejemplo. Personalidades heterogéneas, de ideologías y culturas variopintas. Pero unánimes en el tributo a la figura y el legado de Mandela. Familiares y amigos han sido los primeros en subirse a la tribuna para homenajearle. Uno de los más esperados, Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, quien siempre ha reconocido que Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica fue una inspiración para él: "Su lucha fue vuestra lucha, su triunfo vuestra dignidad y vuestra esperanza, y vuestra libertad y vuestra democracia es su mejor legado", ha dicho Obama. Espacio también para la crítica: "Hay muchos líderes que claman solidaridad con la lucha de Madiba por la libertad pero que no toleran la de su propio pueblo". Diversidad de espíritu en un ceremonia en la que también toman la palabra. El secretario general de la ONU, el presidente cubano, Castro, la mandataria brasileña Roussef o el vicepresidente chino. Ante la mirada atenta de los compatriotas de Mandela. Todos unidos para celebrar la vida y decir adiós al hombre que derrotó el apartheid, el hombre que cambió la historia.

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