Chivatos y matones

José Luis Rodríguez Jiménez

La denuncia, en cuanto institución jurídica de los estados democráticos, recibe con bastante frecuencia un tratamiento peyorativo y demagógico. La visión que a veces se ofrece del "chivato", responde a la coartada del matón, que tanto en la infancia como en el mundo de los adultos pretende aislar al maltratado evitando cualquier movimiento solidario y creando un estado de indefensión con la aquiescencia social, muchas veces producto del temor.

La denuncia de actuaciones ilegales tiene la legitimidad que le otorga la legislación democrática, pero además tiene una legitimación ética y social: la vida en sociedad hace necesario el respeto de las reglas de juego, exigiendo las consecuencias jurídicas derivadas del incumplimiento de la norma.

La frecuente impunidad del acoso escolar y del acoso laboral, son manifestaciones de la escasa respuesta del Estado de Derecho a los abusos que reciben personas en situación de inferioridad.

La regulación adecuada de la denuncia junto con una mayor cultura democrática podría constituir un instrumento de gran valor para la lucha contra esas situaciones abusivas. El grado de civilización de la sociedad moderna está en relación directa con los principios de solidaridad, seguridad jurídica y ausencia de la indefensión. La libertad no debe servir de paraguas de la corrupción, la violencia, el nepotismo, etc.: "Mi libertad se termina donde empieza la de los demás".

En mi opinión lo que de vedad ha de ser repudiado, no es la imperfección del ser humano, que lo somos por naturaleza, y por ello erramos con mucha frecuencia, sino la pretensión de encontrar fundamento ideológico de las malas acciones: el "chivato" no genera nuestra mala conducta sino que en ocasiones la pone al descubierto.

José Luis Rodríguez Jiménez es socio de infoLibre

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