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Turno para el pueblo

José Carlos Tenorio Maciá

En las últimas semanas, el calendario parece reducirse a una fecha: el 25 de mayo. Pero lo importante vendrá después. Una vez las encuestas cedan ante la realidad de los votos, estos determinarán cómo de fuerte grita España. Sabremos si el desencanto nos ha desmovilizado tanto como ahora se predice. Conoceremos cómo reacciona el ciudadano español ante el recorte recortado y ante la aniquilación de su mayor riqueza colectiva: el Estado de Bienestar, ese término que parece dramáticamente condenado al desuso. También averiguaremos el efecto de la austeridad impuesta desde el norte, y hasta qué punto la persistente reducción del déficit nos produce aversión. Sí, se trata de elecciones europeas, pero es inevitable observarlas con prismáticos nacionales.

Si nos fijamos, ahora mismo se contempla temor desde las alturas y esperanza en la superficie, allí donde se ha concentrado una efervescencia de movimientos políticos que, de manera fragmentada, pretende protestar e influir a través de la representación. En medio de ellos se encuentra la ilusión de dos partidos, rojos y magentas, que seguramente asciendan sin poder tocar el cielo. Lo interesante será comprobar el nivel de su vuelo y si este será capaz, a corto-medio plazo, de desestabilizar el sistema político español. Lo que está claro es que el clima de incertidumbre golpea a todos. Y la mejor defensa para enfrentarse a la duda se llama estrategia.

Cuando el peligro electoral acecha, las grandes formaciones buscan refugio entre sí, liman asperezas y comparten miedos. La dictadura del mercado logra acercar sus posturas, cada cual más ajena al interés supremo de los ciudadanos. Todo sea por salvaguardar los poderes fácticos y conservar el puesto.

Esta maniobra no pasa desapercibida para las personas avispadas. En su mente, la táctica de los dos poderosos se traduce en debilitamiento de los mismos: uno por asesino, el otro por criminal incapaz de reinsertarse en la sociedad. De este modo, sus siglas parecen confundirse ante la defensa del statu quo. Ya no importa el programa político; el plan parece sencillo: votar a los partidos pequeños es inútil. Pero que lleven cuidado si su coalición prospera porque uno más uno no es igual a uno, sino a dos. Por otro lado, el resto de formaciones también juega sus bazas. La denuncia del bipartidismo campea a sus anchas, acusando al susodicho de elitista, ajeno al sentir ciudadano. Además, su posición respecto a Europa dista mucho de ser complaciente. Se suele hablar de más Europa y más democracia, un sistema que consideran disfuncional, alejado de su sentido estricto: el poder del pueblo. Y sí, compañeros, el poder lo tenemos nosotros. Es el pueblo el que en una semana tendrá la palabra. Tantas y tantas veces hemos querido y no podido hablar, que es ahora cuando debemos canalizar nuestra impotencia a través del voto.

Dicen que estos comicios son especiales por el contexto económico e incluso nos trasladan competencias para elegir por primera vez al presidente de la Comisión Europea. Quizá tengan razón, pero el voto nunca debería dejar de ser un ejercicio ineludible, practicado de forma unánime en cada convocatoria, independientemente de la coyuntura. Porque de la política depende mi vida, la tuya y la de todos. El 25-M hablaremos y entonces, y solo entonces, sabremos traducir estos últimos años.

José Carlos Tenorio Maciá es socio de infoLibre

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