De asueto y quirófano

Mayte Mejía

Aquellos que se puedan permitir pasar sus vacaciones en un lugar distinto del que se reside, tienen diferentes opciones donde elegir. Quizá las más destacadas sean: rural, de sol y playa, montaña, cultural, sexual… Pero a esta lista inacabada habría que añadirle también el llamado turismo de trasplantes. Varios son los casos que se conocen en España de personas que han acudido a países como China o Perú a someterse a la intervención. Es decir, pagan por no seguir esperando a la cola de una lista de espera a veces angustiosa y a pesar de que por su cuadro clínico algunos suelen considerarse inadecuados para implantar un órgano sano. El director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, pide tolerancia cero respecto a la práctica de tráfico de cualquiera de las partes del cuerpo, denunciando a su vez que el donante no siempre es “voluntario”. Según ha revelado el doctor Huang Jiefu, antiguo viceministro de Sanidad chino, a partir del 1 de enero de 2015 su país dejará de usar los órganos de los reos ejecutados para llevar a cabo dichas operaciones… Condenados, dicho sea de paso, que no siempre han autorizado en primera persona la donación.

El coordinador del programa de trasplantes de la Organización Mundial de la Salud, José Ramón Núñez, en marzo de 2014, sobre estimación de la OMS, dijo que un 10% de las intervenciones que al año se realizan en el mundo proceden del comercio ilegal de naciones pobres a ricas, cuya práctica es más habitual de lo que pensamos. En Pakistán, por ejemplo, vender un pedazo de uno garantiza la subsistencia durante doce meses para toda la familia. La crisis en la que nos hallamos metidos alcanza también a este sector, ya que algunos padres y madres en situaciones muy límites de supervivencia, se plantean recurrir a este medio para sacar adelante a los suyos. Cualquier cosa con tal de que no pasen hambre.

El perfil del donante convencido es generoso y altruista, alguien que proyecta la esperanza de vida en sus semejantes, prometiéndoles unos cuantos manojos de ilusión a la luz de la luna. Pero volviendo al asunto del turismo: ¿imaginan lo morboso de ir a la agencia de viajes y contratar un crucero de diez días por el mar Muerto y los quince restantes a un destino desconocido donde además de disfrutar de hoteles de cinco estrellas y polvos de lujo, ofrezcan la posibilidad también de que en el mismo paquete entre una de médula, dos de córneas y cinco de riñones? ¡Uy, sería la hostia!

Mayte Mejía es socia de infoLibre

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