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Titulaciones de grado en tres años

José M. Marco Ojer

La última propuesta del Ministerio de Educación ha sido la de permitir que las universidades establezcan estudios de grado de tres cursos, que podrían completarse con otros dos años de máster.

A propósito de este tema, los responsables de Educación han hecho diversas afirmaciones: unas verdaderas, otras verdades a medias y otras directamente que no se han hecho o se han intentado ocultar.

Es verdad que en los países de nuestro entorno esta modalidad de organización es habitual y que era un perjuicio para los estudiantes españoles tener que cursar cuatro años para conseguir el mismo título que la mayoría de nuestros vecinos europeos consigue en tres.

No son tan evidentes otras de las virtudes que se le atribuyen. Verdades a medias, ya que se tienen que dar una serie de condiciones para que se cumplan.

Se afirma que los estudiantes se incorporarán antes al mercado laboral, y que ellos y sus familias se ahorrarán un año de estudio y de dinero. Pero ¿existe mercado laboral al que incorporarse? En la actualidad los centros educativos están más desbordados que nunca precisamente porque no existe demanda de empleo. Incluso los que ya trabajaban han vuelto a las aulas porque se han quedado en paro.

Suponiendo que hubiera empleo, ¿cuál va a ser la situación laboral de un titulado de tres años frente a los que hayan estudiado dos cursos más de máster?, ¿cuál va a ser la valoración que el mercado de trabajo haga de estos graduados venidos a menos?, ¿cuáles van a ser los puestos que ocupen y su remuneración? –Venidos a menos porque este título equivale supuestamente a la licenciatura que se cursaba en cinco años o a los estudios de grado de cuatro años, y venidos a menos porque bajan un nivel en la escala de formación–.

¿Favorecen estos cambios el acceso a la educación?. En este aspecto la situación se omite.

Según los datos del Observatorio del Sistema Universitario de los 33 estados de la Unión Europea estudiados en la inmensa mayoría de los países de nuestro entorno ya los estudios de grado son más baratos que en España. España es el décimo país más caro teniendo en cuenta además que, de los 23 restantes, en 11 estos estudios son totalmente gratuitos y en los otros 13 el precio oscila entre los 7 euros de la República Checa y los 1.066 euros de Portugal, pasando por ejemplo por Francia, donde el precio es de 180 euros frente a España, en donde el precio medio es de 1.650 euros.

En el caso de los másters, en 21 países el precio máximo por curso no supera los 1.300 euros mientras que en España es de 4.000 euros. España es uno de los países en el que la diferencia entre el precio del grado y del master es mayor.

Por una parte, una vez más la convergencia con Europa es sólo parcial: convergemos en el número de cursos pero no en el precio, con lo cual a un alumno español no sólo le cuestan más sus estudios de grado sino que los máster se le disparan. Y por otra, esto significa que con el cambio a tres años de grado más dos de máster, el precio del cuarto curso le puede costar unos 2.500 euros más que en la actualidad.

Si a esto le sumamos el aumento de las tasas universitarias en los últimos años, la reducción de las cuantías de las becas, el aumento del paro y la caída de los salarios, parece que este cambio va a ser una dificultad más para que muchos alumnos puedan acceder a ciertos niveles educativos.

Por muy bien que fueran las cosas en la reducción del paro y en la situación en que se contrate a los graduados, esta dificultad económica para acceder a estos estudios superiores contamina todo lo demás ya que rompe con el derecho de todos a una educación de calidad quedando cada vez más esa educación para los que puedan pagársela.

Un retroceso sin duda en la igualdad de oportunidades, una selección de los alumnos no por sus cualidades intelectuales y capacidad de trabajo –por esa excelencia que tanto gusta ahora–, sino por las posibilidades económicas de las que disponga sus familias.

José M. Marco Ojer es socio de infoLibre 

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