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Esto no es para ti, lo hacen por ti

Fernando Pérez Martínez

Este mundo maravilloso en el que vives sin saber por qué, está en buenas manos. Sin necesidad de que tú lo sepas, la autoelegida aristocracia de las finanzas, las ideas, la ciencia, la política…, un buen día tomó la decisión de racionalizar aquellos aspectos del porvenir de la humanidad que estaban fuera de control y por tanto eran una amenaza. Así la superpoblación del planeta, el calentamiento global, la contaminación quedaron bajo la responsabilidad de esta élite planetaria, sin necesidad de dar tres cuartos al pregonero. Ya que al fin y al cabo, qué pintas tú en este negocio, del que formas parte como problema, y ni sabes ni entiendes lo que se ventila con tus taras intelectuales y morales que sólo conducen al desastre.

En el desastre, para que te hagas una idea, tú no puedes perder más que la vida, pero la aristocracia del planeta, además, perdería el poder, y por tanto están dispuestos a maniobrar, sin tu concurso, vulgar espécimen humano como hay más de seis mil millones; para ejercer su prerrogativa y su responsabilidad.

Naturalmente no sabes lo que es TED (Conferencia), ignoras, lógicamente, que desde el año 1984 se celebran una serie de conferencias bajo el lema Ideas worth spreading, que se podría traducir como “Ideas dignas de difundir”, cuya materia y objetivo es rediseñar de modo artificial y controlado, por la aristocracia de los tenderos globales por supuesto, el porvenir de la humanidad y por tanto resolver los problemas que creáis tú y tus hijos, la contaminación que se produce para satisfacer vuestras necesidades, el número de humanos que echáis al mundo, el agotamiento de los recursos naturales que provocáis con vuestras caprichosas miserias, y otras bagatelas.

Así por medio de conferencias anuales que se celebran en Vancouver (Columbia Británica), cuya asistencia está restringida exclusivamente a quienes aporten 4.600 dólares o a los abonados por 6.000 dólares al año, lo que incluye la asistencia y recepción de CD y otros materiales; los primeros espadas de los negocios, las ciencias, la política analizan y aportan “sus” soluciones a los problemas que asoman en el horizonte venidero y previsible de la humanidad.

Algunos de los conferenciantes, como Bill Clinton (presidente de EEUU 1993-1997 y 1997-2001), Jane Goodall (naturalista, activista y primatóloga inglesa), Malcolm Gladwell (periodista), Al Gore (vicepresidente de los Estados Unidos con Clinton), Gordon Brown (primer ministro del Reino Unido entre 2007 y 2010), Richard Dawkins (etólogo, zoólogo, teórico evolutivo y divulgador científico de la Universidad de Oxford), Bill Gates (informático cofundador de Microsoft), Bono (cantante de U2), Mike Rowe (presentador de televisión), los fundadores de Google Larry Page y Sergey Brin, y muchos Premios Nobel, ya han dispuesto de sus dieciocho minutos para exponer sus sugerencias para diseñar el porvenir de nuestro planeta.

Hasta aquí nada inquietante para el amigo lector, salvando la susceptibilidad de ser considerado por esta élite olímpica como nada menos que un problema que ellos van a solucionar te pongas como te pongas.

Ya es más desasosegante cuando manejan, para resolver el problema de la superpoblación, términos equivalentes a la eugenesia. Inquietante cuando alguien estudia si la reducción de la población requiere esterilizar al 60% de la población o quizá, no nos quedemos cortos, al 90%. Alarmante cuando se enumeran los medios a emplear: vacunas cargadas de mercurio, Timerosal (Thiomersol en la UE), un compuesto (ethylmercurithiosalicylate de sodio), con más del 50% de mercurio, utilizado como conservante. No contribuye a apaciguar la inquietud la otra opción, que se puede aplicar conjuntamente, que consiste, con el concurso de Monsanto, DuPont, Dow, Syngenta y otras grandes compañías del negocio de la modificación genética de organismos, en inocular una bacteria extraña, tal como Bacillus thuringiensis (Bt) u otros materiales en el ADN de una semilla de maíz, soja…, para cambiar sus rasgos.

Igualmente eficaces, para los fines perseguidos, resultan los herbicidas químicos vendidos como el Roundup de Monsanto, el herbicida más ampliamente utilizado en el mundo. Que contiene compuestos de glifosato, altamente tóxicos. Las evidencias demuestran que pequeñas cantidades de este compuesto dañan las células del cordón umbilical humano, del embrión y la placenta en una mujer embarazada, imposibilitando el buen término de la gestación.

Mitch Hein, el presidente de Epicyte, una pequeña compañía californiana de alta tecnología en el campo de la ingeniería genética aplicada a la agricultura, anunció en el año 2001 el éxito de sus investigaciones, afirmando tener un invernadero repleto de plantas de maíz modificado genéticamente que convertía los granos de las mazorcas en un anticonceptivo encubierto.

Es ahora cuando a través de las filantrópicas fundaciones para paliar las hambrunas en el tercer mundo, Bill Gates dice tener, a través de Bill & Melinda Gates Foundation, la clave para detener el aumento de la población mundial suministrando vacunas y semillas (¿las mazorcas anticonceptivas de Mitch Hein?) a las masas hambrientas. Nadie sabrá que por el mismo precio se puede estar esterilizando a millones de seres humanos.

Lo que ellos llaman programa para el control de la natalidad mundial descansa aparentemente en un conjunto de maniobras subrepticias, ocultas, amparadas en los nombres y las siglas más prestigiosas, fuera de toda duda razonable (OMS, Fundaciones filantrópicas); que fuera de todo conocimiento y control democrático emplearán o emplean las herramientas invisibles: campañas de solidaridad con poblaciones en riesgo de hambruna, campañas para la vacunación contra lo habido y por haber, envío de productos agrícolas (herbicidas, semillas) para colaborar con el desarrollo de regiones afectadas por la escasez de alimentos…

Detrás de estas maniobras se persigue como objetivo oculto el control eugenésico de la natalidad, no declarado, mediante esterilización, interrupción de embarazos…, de un modo que pasa desapercibido a la opinión pública mundial.

Esto sólo puede suceder en países del tercer mundo, podrá pensar alguien que pretenda desentenderse desde el Occidente Desarrollado, y no me incumbe. Aquí no puede pasar.

Estos mismos productos no sabemos si están ya en los campos de cultivo y en las vitrinas de los hipermercados occidentales. Ellos no necesitan decírnoslo.

La organización Greenpeace divulgó hace años una investigación sobre la producción e importación de soja transgénica en nuestro país. Se trataba de rastrear el destino en la industria alimentaria, en la producción de piensos para la alimentación de ganado y la utilización última de dichas toneladas de soja modificada genéticamente. No se encontró en las etiquetas de alimentos que se vendieron en los supermercados: carnes, yogures, etc., rastro que justificase el paradero de la importación de dicha soja modificada genéticamente. La conclusión obvia a la que se llegó apunta a que nos comimos carne de vacuno, ave y productos lácteos procedentes de animales alimentados con soja transgénica, sin que el dato constase en el etiquetaje.

¿Qué pasa en la actualidad? ¿Realmente quieres saberlo y bajarte de la cómoda vida de semoviente ignorante que te impone la aristocracia global?¿De verdad quieres poner a prueba los principios morales que dices tener sin haber necesitado luchar por ellos? Atrévete. Lee. Verifica la información. Y actúa.

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Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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