Librepensadores

Crisis de deuda

Amador Ramos Martos

Habría que recordar a los “reputados” y obcecados defensores de la austeridad a ultranza que sus más que discutibles recortes económicos están teniendo consecuencias sociales trágicas en forma de paro cronificado, desigualdad creciente y pérdida de derechos sociales básicos hasta ahora indiscutibles y que conformaban la sólida, solidaria y “sagrada” base del contrato social entre ciudadanos y Estado.

Intereses económicos de una minoría elitista, agrupada en torno al poder financiero con sólidos lazos supranacionales, han dinamitado el pacto –siempre mejorable– que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, armonizaba y amortiguaba razonablemente las tensiones derivadas del conflicto de intereses entre los diferentes grupos de poder políticos, sociales y económicos.

Esta ruptura del pacto social que nos sacó de la barbarie en el sentido literal de la palabra se forjó y es patrocinada desde una forma aberrante, asocial, antisistema e injusta de un capitalismo neoliberal, “neoforma” de “neobarbarie económica”, y lo más terrible, con la pasividad, connivencia cuando no complicidad del poder político –presuntamente democrático–, que haciendo dejación del cumplimiento de su parte en el contrato, se pone en contra de lo pactado con la mayoría a disposición de intereses minoritarios.

La economía financiera, productora de “humo” económico, creciendo de forma desaforada y exponencial, ha aniquilado la economía real productora de bienes y servicios cuyos resultados tangibles eran la base de un capitalismo razonable por su contribución al desarrollo humano.

Fruto de esta disociación entre el viejo capitalismo “domesticado” por el poder político y el capitalismo neoliberal salvaje que campa a sus anchas descontrolado y al margen de aquél, surgieron un crisol de burbujas tecnólogicas, inmobiliarias, financierasburbujas… cuya base reside en la especulación, en la codicia, con su incremento falso y artificial de la riqueza basado en el endeudamiento desaforado.

Cuando la burbuja se pincha o estalla, las consecuencias son trágicas –las estamos sufriendo los ciudadanos desde hace siete años–, la crisis de liquidez y una deuda irracional se convierten en una “soga” al cuello que literalmente nos estrangula económicamente con su terrorífico e injusto coste social.

Los guardianes políticos de la ortodoxia económica, esos incompetentes que hicieron dejación de sus funciones de control para evitar lo que razonablemente no tendría que haber ocurrido y que ocurrió, el endeudamiento masivo estimulado con engaños para, a sabiendas, vendernos humo, son ahora celosos, competentes, casi paranoicos vigilantes de las medidas asfixiantes impuestas a los ciudadanos para que los promotores y responsables de la crisis especulativa y de la crisis social derivada de ella sigan respirando –enriqueciéndose– económicamente.

Los responsables económicos, pero sobre todo los políticos, deberían empezar a preguntarse –si no se lo han preguntado ya– cuánto más podrán apretar la soga económica alrededor del cuello de los ciudadanos antes de que la situación social por insostenible estalle de forma violenta y si están diseñando medidas que la alivien para prevenir el estallido.

La historia les puede servir de ejemplo: en el año 2000 antes de Cristo, en Sumeria, los escribas analizaban ya en sus tablillas en escritura cuneiforme la relación entre la deuda (crecimiento exponencial) y la economía real (crecimiento lineal). Cuando la primera por insostenible era impagable y el estallido social era previsible, optaban por la inteligente y pragmática decisión, ante la posibilidad del caos social, de proclamar los “jubileos” de deuda, el perdón de las deudas pendientes.

Por cierto Alemania, otra vez problema europeo, guardián actual de las inútiles esencias de la austeridad, con España como aplicado palmero e implacable con la deuda de Grecia, no debería olvidar y sí debería reflexionar que se benefició de su particular jubileo de deuda tras la Segunda Guerra Mundial provocada por ellos y que asoló Europa. 

La inauguración de la nueva y costosa sede del BCE –otro escándalo– ha provocado violentos disturbios en el corazón económico de Alemania… Fráncfort.

El Gobierno sostiene que está bajando impuestos gracias a los 17.000 millones que se ahorra con el interés de la deuda

¿No debería Alemania valorar los riesgos de la austeridad, la deuda impagable que está ahondando la desigualdad social y la fractura social? ¿No debería recordar el perdón europeo de gran parte de su deuda? ¿No debería, en resumen, reflexionar y aprender del ejemplo sumerio del año 2000 antes de Cristo?

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Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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