Librepensadores

España, la vaca desparasitada

Fernando Pérez Martínez

Independientes, emboscados, recelosos, desconfiados, envidiosos, viscerales, repentinos y a veces sorprendentes y geniales. Así dicen que nos esculpió el paso de los siglos a los españoles. Aprendiendo a duras penas de los desengaños, de las intuiciones fallidas, de la injusticia, del abuso de los fuertes, de las decepciones de la inteligencia, de la duda en la bondad, en la integridad del ser humano. Mil veces vendidos, mil veces traicionados por los nuestros.

Acostumbrados a vencer perdiendo, a alzar la voz cuando más nos valía permanecer en silencio. Educados a apostar por la derrota.

Confusos y aturdidos por una rutina que nos oculta a menudo la realidad. Obligados a dar pasos con información insuficiente o torcida.

Otra vez sin saber por dónde meter mano a la misma historia. Convencidos de haber construido un Estado democrático torticero, con más trampas que una película de chinos y en la tesitura de respaldar a los autores o cómplices de semejante arquitectura que es paraíso de corruptos. Nadie sabe por qué calle tirar, sino por la de enmedio. El plazo está a punto de cumplirse. La decisión se ha de tomar inexcusablemente. Las informaciones disponibles son contradictorias, insuficientes, interesadas.

Como suele ser habitual, si no eliges, descuida, alguien lo hará por ti. El resultado previsible, volveremos a aclamar a Fernando VII, el rey inmundo entronizado por el pueblo al grito de "¡Vivan las caenas!".

No será culpa nuestra, pero sí otra vez, nuestra responsabilidad, con la que pecharemos lo que dure la nueva palinodia. Dentro de unos años leeremos en la prensa de entonces quién diseñó la celada y cómo y porqué volvimos a meter el pie en el lazo. Tornaremos a sentirnos desengañados y decepcionados con nuestro pueblo, añoraremos por enésima vez el filo de la navaja, y nos dispondremos a recorrer el camino ya conocido, con la misma sensación de rencor y hastío histórico, para reiterar la maldición que pesa sobre nuestro pueblo: batacazo tras batacazo siempre con la solución en la punta de los dedos.

La teoría de España, la vaca parasitada es la que más visos tiene de ser cierta. Y la solución consiguiente, aritmética, elemental. Al alcance de cualquier cerebro, formado, deformado o por estrenar. La esgrime mi mujer con inapelable claridad; si España, comida de gobernantes corruptos y de políticos idiotas todavía sigue arrastrándose precariamente, sin que todos hayamos muerto de hambre, significa que el día que libremos a la vaca de las sanguijuelas el país podrá vivir plácidamente.

Una ley zotal que haga no rentable la corrupción y en cuanto se desparasite la vaca, volverá a estar gorda y lozana, habrá para todos trabajo, renta y lo que haga falta. Para todos trabajo, salarios, servicios públicos, justicia, buen gobierno, independencia. Esta vaca que entre todos hemos construido al paso de la historia da para alimentar dignamente, con futuro a todos los españoles. Esta vaca sana, libre de garrapatas y demás parásitos, da para sustentarnos con nuestro trabajo, nosotros, nuestros hijos y a cuanta gente de bien venga a trabajar de donde venga.

Nuestra obligación, sanar la vaca. Primer paso, día 24 de mayo, sanear ayuntamientos y comunidades autónomas. Quien vota corruptos además de víctima, es cómplice de nuestra precariedad, nuestra vulnerabilidad. Parece sencillo. Vota bien, echa a los corruptos. Que nuestro voto consiga que el suyo, sea un negocio ruinoso, para ellos. Sólo con tu voto conseguirás desparasitar nuestra vaca: España.

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*Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibreFernando Pérez MartínezinfoLibre

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