Librepensadores
Asados en un refrigerador
Podrían haber muerto deshidratados en un desierto cualquiera.
Podrían haber muerto decapitados un amanecer cualquiera.
Podrían haber muerto congelados en una montaña cualquiera.
Podrían haber muerto ahogados en una patera cualquiera.
Podrían haber muerto desangrados en las concertinas de una valla cualquiera.
No lo hicieron.
No murieron.
Sobrevivieron.
Murieron en una autopista limpia y ordenada como la de Betanzos, Alcalá o Valdepeñas.
Murieron a 50 kilómetros de los jefes de Estado europeos, reunidos para discutir cómo impedir que vengan a morir aquí.
Murieron rodeados de carne.
Murieron asados en un refrigerador.
No tenían nada.
No tenían nada que perder.
Solo tenían sus vidas.
Solo podían morir.
Y murieron.
Murieron en el momento adecuado y en el lugar adecuado,
para que ojalá otros no tengan que morir:
aquéllos que mueren más allá de lo que ven nuestras cámaras,
en los desiertos, en las montañas, en las pateras, en las vallas,
un amanecer cualquiera.
D.E.P.
Esto no es Europa
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Daniel Ordas
es socio de infoLibre
