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Multiculturalismo y pluralidad

Albiol a Forcadell: "El PP no irá a la Junta. Para chula ella, chulos nosotros"

Amador Ramos Martos

El fenómeno de la convivencia de culturas diferentes –multiculturalismo- en Europa, es según el señor Albiol que ha estado reflexionando seis días tras el brutal atentado de París, uno de los principales problemas que tiene Occidente. Lo afirma… sin complejos, rotundo como es habitual en sus manifestaciones públicas que “adorna” con su estilo bronco de “macho alfa” político, de chulo de barrio… por ser coloquial en los epítetos.

Afirma este político de altura, lo digo por su talla física, que “una sociedad multicultural es garantía de guetos, inadaptación y conflictos”. Sorprenden las mismas en boca de un exalcalde y líder actual del PP en Cataluña.

Creo que las reflexiones del señor Albiol a pesar de su “altura” política, las ha rumiado en un momento de “bajura” y “calentón” políticos simultáneos que explicarían su agresivo pesimismo ante un fenómeno hoy universal e imparable, nos guste o no, como es el del “multiculturalismo.

Provocador como le gusta ser y bordeando siempre los límites difusos del buen gusto político, causante intencionado de no pocas declaraciones polémicas que siembran crispación social en su entorno por sus tintes xenófobos y racistas, este pérfido grandullón ha obtenido los peores resultados electorales del PP en una sociedad sociológicamente “multicultural” y compleja políticamente como la catalana donde hasta ahora han convivido sensibilidades diferentes en la forma de ser o sentirse catalán o español.

La última encuesta de Metroscopia le augura un 3% de votos en las próximas generales, por lo creo que es el menos indicado para darnos lecciones a los buenistas entre los que me auto incluyo, acerca del riesgo social de los guetos, del multiculturalismo, de la inadaptación y de los conflictos derivados de ellos.

En el saco de su concepto de la “multiculturalidad” –tras la que se intuye un “juntos pero no revueltos”– según situaciones, protagonistas y según intenciones, caben muchas interpretaciones. Los guetos siempre han existido señor Albiol ¡anímese hombre! el mundo sigue girando a pesar de las muchas atrocidades sufridas en muchos de ellos por tantos colectivos humanos y de los que nadie, según circunstancia históricas, está a salvo. Si no, que se lo digan a los judíos polacos del gueto de Varsovia.

Le sugiero, señor Albiol que reflexione, pero meditando muy bien lo que dice y eligiendo cuidadosamente los términos.

Las tres acepciones de la RAE sobre el vocablo gueto (1. judería marginada dentro de una ciudad; 2. barrio o suburbio en que viven personas marginadas por el resto de la sociedad; 3. situación o condición marginal en que vive un pueblo, una clase social o un grupo de personas) tienen una innegable connotación de exclusión, injusticia y xenofobia.

Guetos, señor Albiol los hay variopintos, étnicos, religiosos, pero también ideológicos y sobre todo, económicos. Hay guetos de miseria impuestos y también de opulencia libremente elegidos y entre los que no existe la imprescindible porosidad social que vaya atenuando las en principio insalvables barreras impuestas por sus iniciales férreos e insalvables límites.

Los guetos, señor Albiol, son marginalidades incomunicadas y determinadas fundamentalmente por motivos económicos pero no integradas en modelos sociales edificados sobre monopolios culturales y económicos. Como consecuencia, surgen compartimentos estancos sociales donde cada grupo mantiene sus patrones culturales a consecuencia de la equivocada política de segregar a los “distintos añadidos” por el núcleo dominante de los mayoritarios.

El gueto deviene entonces, señor Albiol, un espacio de marginalidad pero de paradójica seguridad en el que sobreviven perpetuándose las diferencias en origen entre los marginales amenazantes, que se protegen de la incomprensión e intolerancia de los mayoritarios amenazados falsamente y situados al otro lado del muro que los separa y también ubicados y en cierta forma auto marginados en un gueto distinto.

Si le sirve de tema de reflexión señor Albiol, el domingo pasado volviendo de Vitoria a Madrid, oyendo las noticias en la radio, me ha sorprendido el “mea culpa” autocrítico del ministro francés de economía el Sr Macron, afirmando que: “la sociedad francesa tiene una parte de responsabilidad en el auge del yihadismo” para añadir inmediatamente después: “hemos dañado gradualmente el espíritu abierto republicano que permitía a todo el mundo prosperar y hemos parado la movilidad social", se lamentó.

Las dos marginalidades, si no tienden puentes de entendimiento recíproco en un espacio social de reencuentro continuo, crecen en la desconfianza mutua y en el agravio continuo, acabando finalmente enfrentadas, chocando en beneficio de nadie y en perjuicio de todos.

En esas estamos ahora, señor Albiol, pagando nuestro fracaso en las políticas de integración de los diferentes a los que hemos recluido en guetos, hecho denunciado por el señor Macron en un acto de honestidad y autocrítica sin precedentes en un político y que lo ennoblece, aunque dudo que tras sus declaraciones… siga ocupando su cargo de ministro.

Señor Albiol, los guetos se miren desde donde y como se miren, no son buenos para el cuerpo social, y los más frecuentes pero no por ello menos peligrosos, son los guetos determinados por motivos económicos que algunos populistas, adornan con añadidos de otro tipo como si estos y no aquellos, fueran el principal determinante de los mismos. Los guetos económicos, los únicos verdaderos en la mayoría de casos… se disfrazan como étnicos y… ¡listo!

Afirma usted por otra parte que frente al “multiculturalismo” -en mi opinión malentendido por usted- apuesta por la “pluralidad”. Recurro de nuevo al diccionario de la RAE que define el término como: 1.multitud 2.número grande de algunas cosas o el mayor número de ellas 3.cualidad de ser más de uno.

¿Adónde quiere llegar usted con su discurso y que matices encuentra entre ambos términos para satanizar el de “multiculturalismo” y bendecir el de “pluralidad” como si fueran conceptualmente incompatibles y excluyentes? Deduzco que para usted y tras su meditada reflexión, la pluralidad, así en bruto, es tolerable, pero que la pluralidad multicultural, que no otra cosa es el multiculturalismo, es peligrosa y fuente de conflictos sociales. Le prometo que hago esfuerzos titánicos para intentar comprender sus argumentos, pero no alcanzo a entenderlos.

En todo su discurso echo en falta sin embargo, el término: "interculturalidad", un proceso por el cual en sociedades “crisoles de culturas” como son las actuales, se crean las condiciones necesarias para el enriquecedor intercambio cultural en un ambiente abierto y permeable socialmente, respetuoso de las diferencias, incluyente y que integre las singularidades distintas que a largo plazo conviven en el espacio social común que es de todos, y que nos guste o no, tenemos y debemos aprender a compartir.

Remata usted finalmente sus reflexiones con el “argumento porra” de que “quién venga, puede mantener sus costumbres de origen, siempre y cuando éstas sean compatibles con los valores y leyes que tenemos en Occidente. Y a quien no le guste... A su casa”.

Reconozco que me inquieta su sentencia final: ¿quién legitima la universalidad de lo que son valores y leyes occidentales? Con todos mis respetos Sr Albiol si fuese usted uno de los legitimadores y dado su historial en lo relacionado con estos asuntos y que figuran en las hemerotecas, le confieso que mi sentimiento de inquietud se mutaría en temor, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de esos marginados en sus guetos –y no por gusto- inadaptados y conflictivos ciudadanos, no pueden irse a su casa por la sencilla razón… de que están en la suya.

Será a consecuencia de mi auto confeso “buenismo” y de ser un blando, pero en temas de integración y conflictos sociales, siempre se analizan y tratan de remediar –tarde y mal como siempre- las consecuencias, pero nunca las causas de los guetos o de la inadaptación y conflictividad social. Abordamos el problema podando las ramas en un intento siempre fallido de solucionarlo, pero sin cuidar el tronco que hunde sus raíces en el mismo.

Y ya acabo, señor Albiol, le pido que reflexione acerca de este pensamiento –que comparto- de Tzvetan Todorov un intelectual comprometido de origen búlgaro y hoy ciudadano francés que se define a sí mismo como un “hombre desplazado”: “La separación y el encierro en sí mismas de las culturas o de las comunidades están más próximas del polo de la barbarie, mientras que su reconocimiento mutuo es un paso hacia la civilización”

Le sugiero –no me atrevo a aconsejarle- que reflexione sobre la bondad, oportunidad, prudencia y humanidad de su discurso. De persistir empecinado en el actual, me tranquiliza saber que el techo electoral de su “gueto ideológico” va a menos, y que los expertos -espero que no se equivoquen esta vez- coincidencias paradójicas en Cataluña, sitúan en un esperanzador para muchos… 3%.

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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