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El general de Podemos

Amador Ramos Martos

Recientemente hemos asistido a la sobreactuación -rozando la desmesura- de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, quién en una exagerada e innecesaria demostración de poder, destituyó por “falta de confianza e idoneidad” al general en la reserva José Julio Rodríguez, por cierto y no es un dato menor, ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemade) en el anterior gobierno de Rodríguez Zapatero, cargo al que accedió por méritos innegables.

La desproporción del comunicado del Gobierno es más evidente si tenemos en cuenta que días antes el general Rodríguez, de forma reglamentaria, había solicitado al Ministro de Defensa su "cese" como vocal de la Orden de San Hermenegildo y su imprescindible pase a retiro antes de anunciar públicamente su candidatura como número dos en la lista de Podemos por Zaragoza.

Esta salida del “armario político” del general Rodríguez, a tenor de la desmedida respuesta, ha debido sin duda, de coger a contrapié y de “escocer” políticamente y mucho, pero no solo al Gobierno, también a otros partidos, instituciones y a muchos ciudadanos de bien -término que tanto gusta a Rajoy- “vigilantes” exquisitos del pulcro respeto a la democracia fuera y dentro del estamento militar.

Contrastan las declaraciones de la vicepresidenta en relación con el hoy ya destituido general, con las realizadas el mismo día por Carme Chacón, ministra de Defensa del gobierno precedente del PSOE, que en un acto de espontánea y fresca sinceridad, “condecoró” verbal y públicamente al ya exgeneral de cuatro estrellas –una constelación de méritos en el ámbito castrense- con elogios acerca de su intachable conducta personal, profesional y democrática durante la etapa en que ambos coincidieron en el Ministerio de Defensa.

Contrasta tanta precipitación y falta de comedimiento de la vicepresidenta… y del Gobierno, con la tibia actitud mantenida ante otros acontecimientos que sucedieron en situaciones y momentos diferentes, pero altamente conflictivas en el seno del ejército. Por ejemplo: en el caso del hoy coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Díez.

Este idóneo militar que sigue disfrutando de la plena confianza del gobierno y por supuesto de la airada vicepresidenta, en febrero de 2014 y para “celebrar” el 33º aniversario del intento fallido de golpe de estado del 23-F llevado a cabo -entre otros- por su padre el “golpista frustrado” Antonio Tejero Molina, organizó una “paella” en el acuartelamiento de Valdemoro en el que estaba entonces destinado, y a la que se sumo éste, junto a otros implicados en el intento de golpe de estado.

Un asunto en el que se vieron involucrados en una especie de “camarote disciplinario de los hermanos Marx” (ruego se abstengan de elucubraciones ideológicas con lo que es una simple coincidencia con el apellido del cómico clan familiar): la Dirección y el Consejo General de la Guardia Civil que no adoptaron ninguna medida disciplinaria, quizás utilizando como coartada el argumento del Ministerio de Interior de que tras la investigación –interna imagino- llevada a cabo sobre esos acontecimientos, no se desprendió que Tejero cometiera infracción alguna.

Finalmente, se pasó de puntillas sobre el asunto, que además, no tuvo repercusiones profesionales para el interesado, como demuestra el hecho de que tras este democrático, patriótico y gastronómico incidente, fuera generosamente ascendido al grado de coronel que sigue hoy por hoy y para asombro de muchos demócratas, algunos de ellos militares… disfrutando.

Recientemente incluso ha participado como vocal en el Consejo General de la Guardia Civil órgano de intermediación e interlocución entre las asociaciones del Cuerpo y la Administración.

Contrasta también y mucho el hecho de que nada sirvieron las reiteradas denuncias por parte de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) mayoritaria en el seno del instituto armado, ante lo que consideró un hecho: “provocador”, "irregular", "indecoroso" y que "manchaba la imagen" del cuerpo.

Asociación que por su parte, ha sufrido en sus carnes de forma repetida, medidas disciplinarias como consecuencia de sus demandas de reconocimiento y ampliación de derechos dentro del Instituto y por el que paga un precio muy caro frente al nulo precio a pagar por participar en actos de conmemoración de un fallido intento golpista, en una instalación militar del estado sufragada por todos los ciudadanos.

Todo ello realizado de forma absolutamente transparente que es lo escandaloso y con “riguroso” respeto al orden constitucional y “ejemplarmente” democrática.

Creo honestamente que en el caso del ya apodado –con mala o buena leche según se interprete- “general de Podemos”, el Gobierno ha obrado con mala fe, a destiempo, precipitadamente y con argumentos sectarios e inconsistentes, de cara a la galería, por puro electoralismo, y para acreditar su inesperado y desorbitado celo democrático ahora con Rodríguez y no antes con Tejero, ante la inminente cita electoral del 20-D.

Quizás la intencionalidad del vitriólico mensaje era otra; hacer un alarde a última hora de poder -innecesario a todas luces- contra un militar honesto y ejemplar, para dar satisfacción al ala ultraconservadora de sus votantes, farisaicamente escandalizados en este caso quizás por haber tenido a un “rojo” –detesto esta palabra de connotación cainita que hurga aún en el subconsciente de muchos españoles- como Jefe del Estado Mayor de la Defensa. Cargo que el aludido, ejerció con lealtad y respetuoso espíritu militar con el orden constitucional patrimonio de todos, y con contundente, insisto, ejemplaridad profesional y democrática.

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Contrasta y termino, la actitud de aquellos que hoy aplauden la decisión del gobierno en el ultimísimo momento ante el “grave” y… deshonroso acto del impecable “general de Podemos” (apodo que uso con humor sano, con buen ánimo lácteo… sin mala leche), y que son los mismos, que farisaicos, también aplaudieron rabiosamente el débil talante democrático del mismo gobierno ante la actitud provocadora, y en mi opinión anticonstitucional y antipatriótica, del hoy coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Diez.

Incompetente e hipócrita “general de Podemos” Rodríguez… mi admiración y reconocimiento como ciudadano libre, hace falta mucho “valor democrático” para hacer lo que usted ha hecho.

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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