Librepensadores

Rivera puede salir de su trampa

Domingo Sanz

Andan Rivera y los suyos buscando explicaciones a su particular 20D y es bueno ayudar desde la edad al joven que no sabe, sobre todo los que, a pesar de nuestra mínima importancia, hemos sido colaboradores necesarios de su aparente derrota. En mi caso, además, por una historia de política pasada que aún podría mover molino y por la que me siento un poco a su favor, aunque él no la viviera igual, como es lógico. La contaré, si fuera conveniente, pero será en próximas entregas.

Todo el mundo sabe que en periodos de cambio las escopetas demoscópicas fallan más que las de feria. Aunque conocían el peligro, el CIS y varios más, reincidentes, avisaron de mayorías absolutas de hasta 194 escaños a la suma de PP más C’s. La cosa me extrañó pero, por si acaso, reaccioné tal como lo hicieron otros: volcarnos para evitar que los de Rivera rompieran con una avalancha de votos la línea roja de respeto a los mayores, recordemos que había demasiado indeciso suelto. En mi caso pedí, y así consta en varios sitios, que no se votara a Ciudadanos pues, ante el peligro de que aplastaran al resto recordé que las mayorías exageradas son el mejor sistema para incumplir los programas electorales. Se trataba, dije, de que tuvieran que pactar con otros para que, aquellos con los que lo hicieran, les obligaran a negociar versiones convenientes para las propuestas que fueran aprovechables, como la del contrato único y fijo, el complemento salarial, la eliminación del Senado y la reforma de la ley electoral, a cambio también de incluir algunas de los demás. Como pensé que el muy listo las había destacado más para ganar votos que otra cosa, mi intención era, si se conseguía el objetivo, que la victoria se la pudiera apuntar la poesía justiciera.

Y que tuvieran que pactar sí, pero que no pudieran hacerlo con el PP. El día 20 por la noche aunque la televisión hubiera estado callada y solo aparecieran las caras de un Mariano “puñetazo contaminado” y un Rivera “sonrisa eterna”, se comprobó perfectamente que la bola de cristal enferma del CIS se había quedado ni más ni menos que a un 16% de distancia de la cima que corona el paraíso del absolutismo que había pronosticado. En ese momento fue cuando los que habíamos recibido con indisimulable alborozo la noticia de que Rivera daría el salto a la política nacional mediante enfrentamiento irreconciliable contra los azules hasta las 20 horas del 20D, comprobamos que nuestra alegría tenía fundamento. Esos 3.074 votos más que le han costado cada escaño al bloque de la derecha “por la unidad de España”, comparados con los resultados de 2011, tienen nombre y apellidos y es la única explicación de que ambos partidos se hayan quedado en 163 diputados, frente a los entre 173 y 182 que habrían conseguido de ir juntos a pesar de haber perdido más de 1.300.000 papeletas en total. Solo les ha salvado de la debacle absoluta la aún mayor división de la izquierda, que parece disfrutar pagando más y a sabiendas por cada diputado que consigue, exactamente una prima de autoflagelación de 5.604 votos por encima de lo que le cuestan los suyos a la derecha. Al acabar todos valemos nada, pero mientras tanto la mayoría sobrevive confusa y se vende más barata.

La noche del 20D también nos brindó un momento maravilloso y que quizás viene a cuento: fue cuando el representante del PP en el debate de La Sexta anunció, prepotente pero sin causa, que habían conseguido mayoría absoluta en el Senado. Entonces, espontánea como nunca antes, Inés, al grito de “¡¡Un motivo más para eliminarlo!!”, derrotaba al mismo tiempo en el campeonato de las ironías a la insuperable Cristina, apostada por la emisora ante la cueva de Génova, y en el de los radicalismos anti sistema a Pablo, que andaba arengando al personal como si fueran a tomar el cielo, la nueva versión del Palacio de Invierno.

Tenso debate entre Iglesias y Rivera por el acuerdo sobre la Mesa del Congreso

Quiero decir que, en mi opinión, Rivera ha conseguido estos pobres resultados porque le ha faltado ese “instinto asesino”, esa crueldad imprescindible para conseguir cualquier victoria, desde un triunfo electoral (y más si eres liberal de derechas o te toman como tal) hasta colocarle una baratija a un turista, de los que regatean, para ganarle un euro de más. Una cualidad de la que, por ejemplo, Pablo Iglesias dispone a raudales y presume cada día, tanto contra el PSOE como contra Izquierda Unida, mercados en los que ha colocado su producto a base de desprecios e insultos personalizados sin que le ardiera la “menina”, digo la coleta.

La condición para que Rivera pueda salir de su trampa, en la que se ha metido con la ayuda de unas encuestas mal hechas y de su falta de decisión para ir a por su adversario directo en el primer asalto, es que haga ahora lo que no hizo antes, abrirle al PP la puerta de salida y empujarle hacia fuera con la misma suavidad que firmeza, que los hay que están deseando y no se atreven… a salir por su cuenta, quiero decir. Es una acción que puede liderar él con política o dejar que la Justicia, siempre lenta, la lleve a cabo, aunque probablemente C’s no obtendría tanto beneficio. O quizás sí. Pero cuanto más se demore esa tarea, condenada a ejecutarse hasta el final, más tensiones e inestabilidad sufrirá nuestra sociedad, y más dependencia de factores extraños tendrá que soportar. La muerte lenta de un monstruo corrupto que conserva el apoyo, aunque sea en secreto, del 30% de una sociedad es un peligro por encima de nuestras posibilidades y los de Rivera han nacido para resolver este trance o morir. Lo supieron hacer, sin despeinarse y con respeto hacia el adversario pequeño. Quién no recuerda aquella Rosa, hoy tertuliana. Ahora les toca con el grande. ¡¡Ánimo, Albert!! Eres el único que sí que puedes conseguirlo. 

Domingo Sanz es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats