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A quién se creen, PP PSOE y Ciudadanos, que engañan

Fernando Pérez Martínez

El Trágala es una cancioncilla que el pueblo constitucionalista cantaba al rey nefando Fernando VII, cuando por la fuerza se vio obligado a “tragar” la Constitución, la Pepa, que recortaba sus abusivas atribuciones absolutistas. En la actualidad nadie está para canciones, pero igualmente se orquesta un trágala, no para rey, sino para pueblo, no constitucional sino político con los mismos gastados harapos de la llamada gran coalición. Esta vez difuminada para que estos mastuerzos se la zampen sin sentir, debió pensar el estratega del grupo.

El Ibex 35, señor de vidas y haciendas dijo que quería coalición a la Merkel, y la tendrá. Quién es el pueblo para contradecir la voz de su amo.

Las bases socialistas y la opinión pública en general se encendieron cuando Felipe González reiteró las bondades del engendro contra natura que significa en España la asociación entre partidos contrarios, tradicionalmente enfrentados, más o menos corruptos o muy corruptos y dependientes de la banca rescatada con dinero público a fondo perdido.

Ante el claro rechazo que tal iniciativa cosechó, los expertos en manipular la opinión ciudadana se pusieron manos a la obra para servir el mismo plato bajo otra apariencia, y es ahora cuando con la respiración contenida pero con un rictus de satisfacción, presentan la gran coalición en forma de gobierno PSOE-Ciudadanos. O lo que es lo mismo el simpático tándem Sánchez Rivera. En apariencia una minicoalición alejada del chamuscado PP que en la actualidad ostenta el récord de desfachatez en su “lucha” contra la corrupción que le da de comer y le mantiene vivo.

Todo legal, con luz y taquígrafos se está produciendo la gran jugada según la cual colocaremos en el Gobierno del país lo que antes vendíamos como coalición PP-PSOE, bajo la nueva apariencia PSOE-Ciudadanos, partido equivalente al PP y patrocinado por los mismos promotores, con un PP que no tendrá más que abstenerse para afianzar el Gobierno que el pueblo rechazó indignado. Mientras, el PP protesta y hace juramentos de que jamás hará de costalero de un gobierno presidido por Sánchez, para no contaminar a este partido y despertar recelos entre la parroquia de votantes del PSOE, que jamás apoyarían el engendro PP-PSOE, pero que parecen dispuestos a tragar distraídamente la píldora PSOE Ciudadanos con el PP entre bambalinas, discretamente fuera de la vista o echando pestes de PSOE y Ciudadanos.

Es cierto que una parte muy importante del pueblo español nos ha hecho famosos por su tradicional incoherencia y su brutal desprecio por la cultura. Cultura que en estos momentos serviría para separar el grano de la paja, para poder espetarle al sonriente trilero que domina el tapete que si toca la bolita subrepticiamente va a haber más que palabras en las urnas las próximas consultas electorales y que el PSOE añorará los peores resultados de su historia pues habrá perdido bajo la férula que lo domina hoy, su electorado en favor de Podemos o de cualquier otro invento de las discretas productoras de televisión episcopales. Pero no, los españoles en tanto no figuren en el carnet de identidad de la gran coalición las infames siglas del PP estarán conformes con el plato que les ofrezcan, creyendo que han evitado el gran contubernio, aunque al día siguiente sigan gobernados por la misma mafia insaciable y despiadada que los tiranizaba el día anterior.

A los amos les da igual Rajoy que Rivera siempre que le sirvan con prontitud y eficacia. Rajoy está muy degradado y con el límite de su crédito excedido frente a la justicia que nos gastamos por aquí. Ya apenas quedan peones que le protejan de tener que responder de delitos relacionados con la corrupción política que sumerge a su partido, el PP.

En la sesión de investidura, la segunda votación es la importante, aquélla en la que si hay más votos a favor que en contra, habemus papa. Y para eso con la exigua cantidad de noventa (PSOE), más cuarenta (Ciudadanos) y la abstención del PP con sus ciento veintidós parlamentarios es más que suficiente, para que el gobierno de la gran coalición salga adelante en su versión PSOE Ciudadanos y con la bendición abstencionista del PP presidiendo la oposición. Los votos negativos de Podemos y los partidos nacionalistas son insuficientes para detener la operación al no alcanzar la suma de los que aportan PSOE y Ciudadanos.

Un gol por toda la escuadra como gusta decir a los cronistas deportivos. Nos la cuelan por la puerta falsa, a la chita callando. Pedro, el chico guapo y obediente da la cara, seriecito y sin extenderse en explicaciones y Rivera embutido en su mejor traje de hombre de estado desplegará todo su encanto de derecha civilizada sin salirse de los márgenes de los “cinco” puntos fusilados de los programas de la izquierda, que le permiten hacer la charada, componiendo el tupé progresista que esconde la galopante alopecia ideológica izquierdista.

Dime con quién andas

Hace unas semanas la lideresa andaluza patrocinada por el clan sevillano del PSOE, y sus barones extremeño, manchego, asturiano…, hacían el coro admonitorio entonando el estribillo “el secretario general no decide sino el comité federal, cuidadito con nosotros que te montamos una asamblea en menos que canta un gallo y te ponemos en la calle”. Eso era cuando Pedro recibía solicitudes de Podemos para artillar una coalición gubernamental con IU para que los catalanes digan en referéndum que quieren seguir luchando con los demás españoles por la libertad, la dignidad y la justicia. El coro trágico cesó en cuanto empezó a cundir la posibilidad de recuperar la coalición PP-PSOE en su versión PSOE-Ciudadanos, con el apoyo del PP en la oposición.

Se creen tan listos que da sonrojo. A quién se creen que engañan. ¿A las turbas que aclamaban a Fernando VII bajo el eslogan de “¡Vivan las caenas!”? ¡Trágala, trágala perro!

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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