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¡Lo que los Gobiernos hacen, la calle puede deshacerlo!

Mario Diego Rodríguez

A pesar de haber recurrido a un decreto ley para imponer la reforma laboral, el Gobierno francés no solamente no ha podido poner fin a las movilizaciones, sino que a las huelgas y manifestaciones que dieron comienzo hace cerca de tres meses, poniendo en movimiento a centenares de miles de personas en el conjunto del país – camioneros, refinerías, centrales eléctricas –, se añadirán las huelgas previstas a principios del mes de junio en el ferrocarril y transportes aéreos.

La revocación pura y simple de esta ley es lo que reclaman la totalidad de los asalariados en lucha, con el asentimiento de la población en general y los asalariados que aún no se han unido a la lucha en particular. Es verdad que la patronal no ha esperado la aplicación de esta ley, llamada ley El Khomri, (apellido de la ministra del trabajo), para imponer la flexibilidad y la precariedad laboral.

Lo único que la patronal desea con esta ley es oficializar lo que las empresas practican ya: hacer desaparecer del Código del trabajo todo lo que le imposibilita practicar despidos cuando y como les da la gana, remuneraciones inferiores a las previstas por los convenios, horarios de trabajo extensibles, contratos basura, en una palabra, todo aquello que en el Código del trabajo o en los convenios sectoriales pueda proteger a los asalariados.

Si la movilización cristalizó con la revocación de la ley El Khomri, esta ley es solamente una etapa de la ofensiva general que la patronal está desarrollando en contra los derechos de los trabajadores y es por esa razón que la contestación expresa un descontento que ampliamente desborda el marco de dicha ley.

Detrás de este pulso entre el Gobierno y la clase trabajadora, se vislumbra el enfrentamiento entre la patronal y la clase obrera: la lucha de clases. Los trabajadores y trabajadoras denuncian, se oponen a los ataques repetidos, se organizan para defender sus intereses, lo que es ya en sí una importante adquisición para el futuro y que cambia radicalmente el ánimo de la clase trabajadora en general.

A pesar del rechazo general de esta ley por parte de la población y del conjunto de la clase trabajadora, el Gobierno la aplica por decreto ley para impedir que ésta pueda ser puesta en cuestión en el parlamento, lo que pone en tela de juicio la llamada democracia. Democracia con la que los políticos al servicio de la burguesía y sus voceros disimulan la dictadura económica impuesta por ésta y que pone en evidencia que la clase trabajadora debe luchar con la misma determinación gobierne quien gobierne, ya sea un gobierno de izquierda supuesto amigo o uno de derecha declarado enemigo.

Que la ley El Khomry siga o no adelante no impedirá a la patronal de continuar sus ataques contra el mundo del trabajo. Aprovechará el paro, la precariedad y las divisiones que ella misma provoca. Si la clase trabajadora no se opone, la patronal intensificará cada vez más la explotación.

Lo que tiene que llevarnos a las conclusiones siguientes:

- Todos aquellos que luchan para defender los intereses generales de la clase trabajadora tienen razón.

- Que su lucha debe servir de ejemplo para el conjunto de los asalariados tanto en Francia como en el resto de los países europeos.

- Que ninguna papeleta en las urnas nos protegerá de los ataques incesantes que la burguesía nos está infligiendo e infligirá.

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Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre

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