LIBREPENSADORES

Crispín en busca de una nueva viñeta

Rafael Granizo

En primer lugar, permítanme hacer un breve homenaje póstumo a quien tantos momentos de bienestar y ocio me ha dado en la infancia, el escritor Víctor Mora, creador, entre otros personajes, de El Jabato y el Capitán Trueno y, por ende, padre de mi tertuliano Crispín. Vaya por él mi absoluto respeto y admiración, y también este artículo, que tiene mucho que ver con personajes, aventuras y política.

Crispín vuelve a la carga. Amparado en la majadería de un pacto entre los constitucionalistas, me sorprende que este hombre haya estudiado Derecho, pues más parece que estudió torcido, porque llamar constitucionalista al actual partido en el Gobierno, sabedores ya de sus incontables abusos y desmanes, es la mayor tropelía que he oído a un político, y eso que su Capitán Trueno, cada vez que abre la boca, además de ponernos los ojos como mayúsculas conteniendo en su centro, también, grandes símbolos de admiración e interrogación unidos, nos deja un buen puñado de frases para el registro en un archivo de humor.

Perdonen, vuelvo a hilar, como decía mi hijo: “Padre, vuelve al hilo que te pierdes”. Como decía, amparado en ese mal llamado constitucionalismo, vuelve a ser el protagonista central de la escena política española, para repartir vituperios a diestro y siniestra y otorgarse elogios y bondades a sí mismo, en forma de oro olímpico, subiéndose, apoyado en sí mismo, a lo más alto del podio, enarbolando la bandera rojigualda de España y mostrándonos a todos los españoles la magnanimidad de su obra, el único camino posible para poder salir de la crisis que ellos, sus contertulios sociales y políticos, crearon para arrebatar cuales corsarios las prebendas a sus cortesanos. Prebendas, bien sea dicho, que fueron dadas por ellos, que no, innatas.

Vuelve Crispín a las andadas. Primero el pacto con los señores que abrazaron la curia de la justica social ¡por España y para España!; después vino Venezuela, no sé si quiso emular a Colón en su tercer viaje y redescubrirla teniendo sus minutos de gloria, que sin duda les supieron a poco porque, más tarde, ya habiendo emulado mil veces a Simón Pedro en el evangelio, negando ante toda su España su afinidad con el Capitán Trueno, quiso que éste se sometiera a unas directrices que para cualquier ciudadano son obvias; y ahora nos muestra, bajo sus pies, la reconversión humillante de su Capitán. ¿Se restablecerá el Capitán Trueno, o será decapitado por su amigo Crispín? ¿Qué nos esperará en el siguiente episodio?

Ayer leía a Pablo Simón decir que un estudio científico concluye que ser mejor que los demás mejora la autoestima. Bien, este Crispín, sin duda, tiene la autoestima muy, pero que muy alta, tanto, que nuestro particular salvador de patrias, cree ya ir en un anda.

– ¡Padre, te has vuelto a ir!

– Pues sí, hijo. Los vericuetos del raciocinio a veces me juegan malas pasadas, hacen del hombre justo un juicio injusto y este Crispín, cada vez que sale a la palestra, convierte mis cavilaciones en majaderías, ¿o no? En fin hijo, el estío es una muy buena temporada para oír el chirriar de las cigarras…

Siete cosas que yo puedo hacer y tú no, ¡pringao!

– Definitivamente te has ido, padre… Y hazme el favor, no me mezcles en tus delirios.

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Rafael Granizo es socio de infoLibre

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