Librepensadores

El show de EEUU

Mario Diego

Los electores estadounidenses votarán el 8 de noviembre próximo y por fin acabaremos por saber quién tomará el relevo de Obama para dirigir la primera potencia mundial.

Por un lado los republicanos presentan a Trump, alguien xenófobo, misógino y grosero, para quien las mujeres son simples objetos sexuales, los musulmanes terroristas y los mexicanos violadores y traficantes de droga. 

Alguien que pretende construir un muro para proteger los intereses de los trabajadores blancos que vieron estos últimos años su poder adquisitivo disminuir y aumentar la precariedad.

Alguien que en realidad es un hombre de la burguesía, un magnate inmobiliario que sentó su fortuna sin pagar impuestos, explotando sin cuartel a sus trabajadores, por cierto en su mayoría inmigrantes, y despidiéndoles sin rodeos cuando no los necesita.

Por el otro, los demócratas presentan a Clinton, la candidata probablemente preferida por la burguesía. Sin tener en cuenta el balance de su marido como presidente, ella misma ha demostrado, sin duda alguna, su lealtad hacia los más ricos, cuando ejerció como senadora o como ministro.

Ha sido con su ayuda que, entre otras cosas, los banqueros han recibido múltiples subvenciones por parte del Estado federal. También apoyó todas las guerras llevadas a cabo por los Estados Unidos para preservar los intereses de dicha burguesía. Ésta última sabe que podrá contar con Clinton si consigue ser presidenta de los Estados Unidos.

Hace ocho años, con la elección de Obama, la población negra esperaba que la larga historia de racismo y segregación vivida en Estados Unidos se terminaría, hoy, la población negra sigue llenando las cárceles estadounidenses y sigue siendo víctima de policías racistas que disparan sin titubear casi impunemente. Más allá de los problemas generados por el racismo, las clases populares en general esperaban una ruptura con los años Bush, no obstante, mientras se rescataban bancos el conjunto de la clase trabajadora veía aumentar cruelmente las desigualdades.

Para la burguesía estadounidense, el sistema político está muy bien diseñado, dos grandes partidos que se alternan para gobernar, las grandes empresas que alimentan económicamente a los dos y el circo electoral que decidirá quién será el inquilino de la Casa Blanca pero que de ninguna manera decidirá la política que dicho inquilino aplicará.

Nuestro sistema político aquí, en fin de cuentas, no es tan diferente. También tenemos políticos profesionales muy demagogos, pródigos en promesas electorales y muy entregados a los poderes que los financian.

A pesar de la irrupción de dos nuevos partidos en nuestro paisaje político, la burguesía consiguió, aunque sacrificando temporalmente a uno de los dos componentes del bipartidismo español, conservar su diseño original asegurándose de que quien gobierne lo haga preservando sus intereses.

Mario Diego es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats