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Cómo llenar un vacío en la izquierda

Fernando Sígler

La coyuntura política que se abre con la nueva investidura como presidente del Gobierno español del candidato del Partido Popular permite plantear una propuesta para reconsiderar el espacio político que deja vacío el PSOE tras aprobar su último comité federal abstenerse en el pleno del Congreso para facilitar la consolidación del líder de la derecha en la Presidencia del Consejo de Ministros.

En primer lugar, a medio plazo, cabría proponer una nueva articulación del campo electoral que se abre por el desplazamiento a la derecha de la cúpula del PSOE. Esta sugerencia tiene en cuenta los siguientes hechos.

Un sector considerable de la militancia y el electorado del PSOE se ha quedado perplejo por el súbito viraje de su dirigencia del no a la abstención en el pleno de investidura del aspirante derechista y, por tanto, se ha visto huérfano de referencias electorales fiables para sus principios y programas socialistas.

Ese sector puede considerar en la siguiente convocatoria electoral marcharse a la abstención o votar a otras opciones que puedan recoger las propuestas políticas abandonadas por los nuevos directores del PSOE. Este contingente de potenciales votantes desengañados podría rondar el 20% de los apoyos cosechados en los últimos comicios. No obstante, no todos estos electores desengañados reconducirán su apoyo hacia Unidos Podemos, si se tiene en cuenta que el índice de rechazo de los votantes socialistas a Podemos es de un 60%. Está claro que este rechazo es mayor en el sector que seguirá apoyando a la nueva dirección de Ferraz, pero también impregna a una parte de los decepcionados con ésta.

Por otra parte, la experiencia de Unidos Podemos en la última convocatoria con las urnas indica que la confluencia electoral de Podemos e IU no sumó más apoyos sino que, por el contrario, supuso un retroceso en la suma de ambos por separado.

Así pues, se ha creado un espacio electoral en la izquierda que no va a ser llenado por los desengañados del nuevo PSOE y probablemente tampoco por los abstencionistas que en los últimos comicios no apoyaron a Unidos Podemos.

Ante estos datos, la propuesta es la siguiente: crear una candidatura instrumental de cara a las próximas elecciones generales que pueda suscitar el apoyo de los descontentos con la nueva cúpula socialista y de los refractarios a votar a Unidos Podemos pese a identificarse, en principio, con una de las dos opciones coaligadas. Esta lista instrumental bien podría denominarse Izquierda Plural, para que todos sus integrantes puedan verse identificados con su significado. Su propuesta electoral habría de basarse en un programa de mínimos aceptado por todos, que incluyera la defensa de los servicios públicos, la lucha contra la corrupción y contra la desigualdad, la derogación de la legislación regresiva aprobada en la última legislatura (reforma labora, LOMCE, ley mordaza, etc.) y un plan de generación de empleo.

Dicho instrumento electoral podría integrarse por los militantes de Izquierda Socialista más los seguidores del ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, desplazado por una maniobra palaciega, más los desencantados, en general, con la nueva orientación del partido ahora dirigido por una gestora. A ellos podría sumarse el electorado del PSC -cuya idiosincrasia ha sido puesta en cuestión por la nueva fuerza hegemónica en el PSOE. A ellos se añadirían los sectores de Izquierda Unida que no terminan de sentirse identificados con la situación en que ha quedado esta federación por su nueva relación con Podemos y también se sienten huérfanos de una referencia plena. Dichos sectores son los representados por gran parte de los seguidores del anterior coordinador federal, Cayo Lara, los firmantes del Pacto de Zamora, que reivindicaban una IU vigorizada, más los adscritos a Izquierda Abierta, de Gaspar Llamazares, junto con independientes partidarios de la existencia de una izquierda nítida en el espectro político español. Por último, esta nueva candidatura podría concitar la simpatía de un porcentaje no desdeñable de abstencionistas, así como de anteriores votantes de Podemos ahora más partidarios de una opción más moderada en las formas aunque radical en los contenidos.

La finalidad de esta lista instrumental pensada para las próximas elecciones generales es “maximizar” los apoyos que podría tener el conjunto de las fuerzas del cambio. Por tanto, una condición esencial es que se concibiera esta propuesta como complementaria y no enfrentada ni con Unidos Podemos ni con los votantes socialistas que prefieran seguir dando su confianza al PSOE vencedor del último consejo federal. Porque la idea es que el partido instrumental recoja los votos del cambio político que en el actual panorama se perderían por no hallar sus potenciales electores una opción con la que identificarse. Si este instrumento recogiera gran parte del millón de votos que dejaron de nutrir las urnas de Unidos Podemos y además absorbiera los de los socialistas desengañados más los abstencionistas que no ven una opción nítida de izquierdas, podría alcanzar entre el 8% y el 10% de los votos en unos futuros comicios, y este porcentaje podría servir para plantear, ahora sí, un gobierno plural del cambio integrado por Unidos Podemos, las confluencias regionales, el partido instrumental y el PSOE, pues este último, pese a su viraje a la derecha, tendría que decidir si definitivamente mantiene su tradición teórica reformista o se diluye por aparecer como mero apoyo de la derecha.

Habría que considerar varias condiciones para que este proyecto fuera viable. En primer lugar, habría que modificar la Ley Electoral, para que las mayorías no se vean sobrerrepresentadas ni las minorías penalizadas, en una línea de mayor proporcionalidad. En la legislatura que ahora se abre, esta modificación podría ser posible, a tenor de lo prometido tanto por Unidos Podemos como por Ciudadanos, y ahora el PSOE debería sumarse “por la cuenta que le trae”, pues corre el riesgo de convertirse en una fuerza no mayoritaria a la que castigaría la ley electoral actual.

Otra condición “novedosa” sería que los integrantes de la candidatura instrumental no renunciaran a su militancia de origen. Es decir que los militantes y dirigentes del PSOE, PSC, Izquierda Unida, Izquierda Abierta, Podemos y otras formaciones que apoyaran la nueva opción siguieran militando en dichos partidos. Para ello, las direcciones de estos mismos partidos deberían entender la opción de los integrantes de la plataforma instrumental como, precisamente eso, un instrumento para evitar la pérdida de votos del cambio. En la campaña electoral esta candidatura no debería concebirse como adversaria, sino como complemento de las opciones del cambio, de manera que se enfocaran las críticas hacia las políticas de derechas.

Si se mantuvieran las tendencias señaladas por las últimas encuestas, con Unidos Podemos y las confluencias en torno al 20% y el PSOE en torno al 18% y si la lista instrumental lograra el 10% (y la derecha alcanzara la suma del 34% del PP y el 12% de C's), el conjunto de la teórica izquierda podría estar en condiciones de plantear un gobierno alternativo.

Para conseguir un impacto entre el electorado de esta lista instrumental sería preciso un candidato que suscitara el consenso de sus diversos y diferentes integrantes, y dada la falta de tiempo para dar a conocer a la opinión pública su número 1, convendría encontrar a una personalidad destacada del mundo de la cultura, la ciencia, el periodismo o la actividad política, sindical o ciudadana, que sirviera de referente reconocido por su solvencia personal y su identificación con la izquierda.

Fernando Sígler es socio de infoLibre

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