Librepensadores

Otra educación

Gabriel Arrese

En una sala no muy grande de una escuela un grupo de niños de seis años se divierten, juegan y sobre todo aprenden. Tras salir un día una de estas niñas al parque y preguntar al maestro cuál era un tipo de piedra, llevó al maestro esa misma piedra al día siguiente y comentó por decisión propia: “Mira, está piedra es granito porque tiene granitos negros”. Este tipo de aprendizaje basado en la iniciativa de los más pequeños es el que pretenden desarrollar las escuelas alternativas. Un modelo educativo que en España supera ya los 800 proyectos.

Los espacios alternativos suponen una variable al modelo tradicional que encorseta a los alumnos según una estructura fija, despersonalizada y marcada por ley. Cuenta con opciones diversas como las escuelas libre, escuelas bosque, colegios Montessori o escuelas Reggio Emilia, entre muchas otras. Cada proyecto mantiene componentes únicos pero todos defienden el respeto al ritmo particular de cada niño.

“Nosotros nos hemos basado en el respeto y en el aprendizaje activo. No enseñamos, son los propios niños y niñas los que aprenden a través de sus propias experiencias en el espacio y de la interacción con las demás personas”, aseguran los fundadores de Planeta Ped, un nuevo proyecto educativo basado en el aprendizaje activo. De esta manera se les transmite una confianza y autonomía para que sean ellos mismos los que propongan y realicen actividades que de verdad les interesen. Así pueden aprender según su ritmo particular. Los maestros les acompañan y sólo ayudan cuando ellos lo piden.

Este fenómeno se afianzó en España de la mano de Francisco Giner de los Ríos que en 1876 fundó la Institución Libre de Enseñanza en busca de una alternativa a la enseñanza oficial dominada por la Iglesia. El propio Giner de los Ríos aseguró que “todos los niños son inteligentes, hasta que entre el maestro y los padres se encargan de embrutecerlos” y que “se nos enseñan muchas cosas menos a pensar en vivir”.

La mayoría de estos centros suelen ser privados, sin ánimo de lucro y se centran en edades hasta los seis años, cuando empieza la escolarización obligatoria. Una de las etapas más importantes en las que los más pequeños pueden desarrollar las habilidades que les definirán en un futuro como persona. La plataforma Ludus, primer directorio web de educación alternativa de España, es la prueba del auge y desarrollo de esta educación alternativa. En sus inicios en 2013 recogía tan sólo treinta reseñas, ahora cuenta con información de más de 800 centros.

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Esta alternativa puede suponer un pequeño paso para contribuir a la disminución de la tasa de abandono escolar. España es el país de la Unión Europea (UE) con la mayor tasa de abandono, un 20% en 2015 y duplica la media del 10% de la UE, según las últimas cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA). De igual manera, en Guatemala sólo un 46% de los menores en edad escolar accede a la secundaria y apenas un 24% completa bachillerato.

El paradigma tradicional de la educación ha podido cambiar a la vez que la sociedad demanda personas más heterogéneas. Cada persona percibe, siente y aprende de manera única. Con esta premisa, las escuelas alternativas buscan que los niños amen cada actividad que realicen y así puedan desarrollar, por propia iniciativa, responsabilidad y autonomía. Pero mediante este método no sólo aprenden los más pequeños, si no también los maestros como creadores de ambientes y los propios padres que aprenden a respetar el espacio de sus hijos.

Gabriel Arrese es socio de infoLibre

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