Librepensadores

Las cosas claras, el chocolate espeso

Mario Diego

Hay días que más vale no leer periódicos ni escuchar la radio. Por mucho que me esfuerce no comprendo la incontinencia verbal, no la comprendo. Como tampoco comprendo que los intelectuales, o por lo menos los considerados como tales, no sean capaces de explicarse sin circunvalaciones. Esta situación no solamente no contribuye a la claridad de lo expuesto, pero más bien lo complica. Las conclusiones del discurso acaban por parecer confusas, en el mejor de los casos, contrarias al propósito que se pretendía, en el peor.

Un verdadero intelectual es capaz de hacernos comprender aquello que no somos capaces de comprender, bien sea porque no poseemos el conocimiento necesario en el campo tratado para comprenderlo o porque culturalmente no tenemos el nivel necesario. También pueden ser las dos cosas al mismo tiempo.

La primera vez que he visto Hubert Reeves ha sido en un programa literario emitido en Francia los viernes por la noche. Ese día, Hubert Reeves presentaba su libro "Paciencia en el azul del cielo". No he despegado los ojos de la pantalla durante la totalidad de su intervención, que ocupó ese día, si bien recuerdo, las tres cuartas partes del programa. Al día siguiente compré el libro y si en la segunda parte del

libro, mucho más técnica, solo comprendí una pequeña parte, nunca me arrepentí de haberlo comprado. Hubert Reeves venía de abrirme un camino en el conocimiento y comprensión de nuestra historia.

No todos aquellos con capacidades intelectuales lo son con brillantez y siempre me he preguntado si lo que separa los unos de los otros no es precisamente la excelencia en la divulgación de lo expuesto haciéndolo comprensible para todos.

Un buen ejemplo para ilustrar mi propósito es la polémica generada por la intervención de Pablo Iglesias, en un debate organizado por eldiario.es, a propósito de la feminización de la política en particular y de la sociedad en general. He visto la integralidad de su intervención y lo menos que puedo decir es que no sé por qué diablos se fue por esos vericuetos para exponernos su propósito. Y si su propósito era el que yo pienso que era, mejor que vuelva a sus básicos.

Si lo que quería decirnos es que la sociedad ideal sería aquella que  poseería las cualidades consubstanciales a la posibilidad de procreación de las mujeres; si lo quería decirnos es que el futuro de la especie humana, es la mujer, o como decía el Poeta Luís Aragón en un verso, "L’avenir de ‘l’homme’ est la femme", lo menos que podemos pensar en ese caso, es que no ha optado por el camino más simple para expresarlo.

Esto dicho, si Iglesias ha sido víctima de su incontinencia verbal habitual, aquellos que quisieran aprovechar el malentendido, mejor sería que antes de hacerlo echen una ojeada en sus entornos respectivos.

Algunos de los que ya empezaron a distribuir pasaportes de buena conducta necesitarían barrer en su casa, porque si el propósito de Pablo Iglesias ha sido, desde mi punto de vista, confuso en la exposición, en los ejemplos que atañen a los aludidos al principio de este párrafo, sus discursos no son el producto de una confusión involuntaria, pero más bien el producto de una clara misoginia declarada. ___________________

Mario Diego es socio de infoLibre

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