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¿Por qué mienten?

Fernando Pérez Martínez

Las personas honradas no están más a salvo de sufrir un accidente que los trapisondistas, que los canallas.

Las personas honradas víctimas de accidente pueden narrar de un tirón un entramado de datos ciertos, de acciones previsibles, que quienes se han visto en una situación parecida comparten en porcentajes elevados.

El relato de los trapisondistas, de los canallas, está lleno de ambigüedades, de enmiendas y de añadidos. Buena parte de la ficción se tiene que rehacer para mantener el cuento. A la postre todo acaba resultando raro e incomprensible. La versión postiza requiere de extraordinarios circunloquios porque lo que busca es encubrir la verdad y para ello es necesario establecer como ciertas unas milongas que sean creíbles y que sirvan para velar decisiones y acciones que de ver la luz pondrían al descubierto la trapisonda, la canallada.

Desde hace 14 años se viene intentando cerrar la boca a los familiares de 62 militares españoles muertos en servicio y provecho de los trapisondistas, de los canallas. Al responsable directo de la “operación lucro” se le impartieron instrucciones precisas, destinadas a cerrar rápidamente el desastre causado por la falta de escrúpulos de los trapisondistas, de los canallas.

El señor Trillo, amante de los tebeos de hazañas bélicas, comenzó por gesticular ante las cámaras, de televisión y del Parlamento, como creyó que haría una persona decente. Según se desprende de la instrucción judicial sus obedientes subalternos recogieron torpe y apresuradamente las evidencias del escenario del crimen y con ello se representó en Madrid una charada con cornetas, uniformes y banderas envolviendo la trapisonda, la canallada. Los subordinados fueron condenados por la justicia e indultados por el gobierno… hace muchísimo tiempo.

Se utilizó a la Familia Real y a las máximas autoridades del Estado como muleta para desviar la atención de la mano trapisondista y canalla que movía los cubiletes escondiendo a duras penas la bolita, y para dar credibilidad a la mascarada, la trapisonda, la canallada.

Si aquello hubiese sido realmente un accidente. Si lo ocurrido a los militares españoles que regresaban indemnes de cumplir una misión en el extranjero hubiese resultado ser un zarpazo despiadado del destino, nadie en el Gobierno, nadie en el Ejército hubiera tenido la más mínima prisa por pasar página tan dolorosa, por ocultar un ápice de lo sucedido.

La prisa, la urgencia por borrar los hechos es la marca de los trapisondistas, de los canallas. Preocupados porque alguien se interesara por aclarar a dónde fueron a parar los más de cien mil euros que cada viaje de misión militar en el extranjero reportaba ¿otra vez a las arcas negras del PP? La rapidez criminal que se pretendió imprimir a la resolución de la trapisonda, la canallada pretendía evitar que alguien se preguntara por qué ninguna casa de seguros cubría esos viajes, además de otras cuestiones incómodas de responder para los trapisondistas, los canallas.

En este país a nadie le importa una higa lo que hacen con nuestro dinero, con nuestras vidas, los trapisondistas, los canallas… Sustanciado hace muchísimo tiempo dice uno de ellos. ______________

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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