Librepensadores

¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar?

Jesús Pichel Martín

La ajustada mayoría del Parlament y una buena parte de los ciudadanos de Cataluña están empeñados en fundar la República Catalana, un nuevo Estado independiente y soberano, tras el referéndum que insisten en celebrar en septiembre de este 2017 como muy tarde.

El Estado español, entendiendo que el territorio y las instituciones de Cataluña son parte de sí mismo y amparándose en la Constitución y las leyes vigentes, está empeñado tanto en impedir el referéndum como, sobre todo, en impedir la segregación de Cataluña y, por tanto, en impedir su independencia.

Los argumentos de unos y otros circulan en planos distintos de realidad: apelando ambos al respeto al Parlamento, a las leyes, a la voluntad del pueblo, a la democracia (los unos refiriéndose a los españoles; a los catalanes los otros) es imposible el acuerdo porque aunque utilizan las mismas palabras sus significados son radicalmente distintos y excluyentes. Unos piden diálogo, los otros negociación. Diálogo imposible mientras las líneas rojas marcadas sean precisamente el objeto de lo que quieren negociar. Negociación imposible mientras los negociadores quieran hacerlo en una igualdad que ni el Gobierno ni el Estado pueden aceptar.

El Estado (cualquier Estado) se define como la institución que ostenta el monopolio del uso legítimo de la fuerza. La fuerza de hacer leyes y de hacer cumplirlas; la fuerza que garantiza su soberanía, esto es, su reconocimiento como máxima autoridad. Y si es así, parece que nos encaminamos irremediablemente a un choque de autoridades.

El Govern, el Parlament y los ciudadanos de Cataluña, lo mismo que el Gobierno, el Parlamento y los ciudadanos de España deberíamos plantearnos seriamente hasta dónde estamos dispuestos a llegar en este conflicto; si estamos dispuestos a llegar hasta el disparate.

Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats