Librepensadores

El Supremo contra la Constitución y Catalá aplaude

Fernando Pérez Martínez

Cuando uno se imagina a los miembros de un Tribunal Supremo de Justicia, no le viene a la mente una montonera de inclementes ancianos crapulosos, togados de rasos y terciopelos sus cuerpecillos libidinosos, con manos ávidas, enmarcadas por laboriosas puñetas, y dedos adiposos, rematados por pálidos y mantecosos pulpejos sobriamente regalados de anillos elegantemente adornados con exclusivos e hipnóticos brillantes de fulgor intimidante, adictos al amoroso trato con billetes recién planchados.

Antes bien el cuadro es muy otro, o debiera decir la fantasía, pues esta visión de gente madura y reflexiva con intereses ajenos a las cosas prosaicas, anclados en pensamientos elevados, acicateados por elevados principios y afanes equilibrados y humanitarios, empeñados en el triunfo del imperio de las leyes justas sobre la arbitrariedad que nubla el juicio de los poderosos y les hace, en ocasiones, correr en pos de su egoísta provecho atropellando en su loca carrera el derecho de cuantos encuentran a su paso sin contemplación alguna; no se encuentra respaldo por la realidad que la prensa refleja.

El acuerdo social que recoge la Constitución Española -con rango de derecho fundamental que evita los abusos y violencias que pueden surgir, cuando se tensan las relaciones entre las legítimas aspiraciones de los trabajadores y el interés legal de los patrones, regulando el desarrollo de conflictos de manera que los pulsos y enfrentamientos entre las partes no alcancen rasgos de guerra abierta, de la que la historia nos ha enseñado que todos pierden- es, según el Tribunal Supremo, papel mojado.

La figura del “esquirol”, trabajador al servicio de los patronos que suplanta a los huelguistas, tan odiada por los trabajadores en huelga, pretende el Tribunal Supremo darle carta de naturaleza y cobertura legal en beneficio exclusivo de una de las partes, arrebatando de un plumazo el único instrumento legítimo, en poder del trabajador para detener los abusos que pueden tentar a los empresarios dada la situación de superioridad económica en que se hayan frente a sus asalariados.

El Tribunal Supremo español, jaleado por el actual ministro de Justicia señor Catalá, pretende aprovechar la excepcional debilidad de la clase trabajadora, por los efectos de la gran estafa que aquí han llamado crisis económica, para dar otra vuelta de tuerca y arrebatar el derecho de huelga a los trabajadores, legalizando el esquiroleoesquiroleo.

El señor ministro de Justicia del Partido Popular se echa al monte con los miembros del TS para arrancar de la Constitución Española, arbitrariamente y por las bravas, la página que recoge un derecho fundamental, abocando a los trabajadores a la ley de “son lentejas…”, que tanta destrucción, dolor y violencia ha provocado en nuestras sociedades en tiempos pasados.

Una decisión cuya frivolidad no encuentra paralelo entre los países de nuestro entorno y que con seguridad no podrá prosperar, pues los resultados de tan caprichosa ceguera son tan previsibles como la sucesión de las estaciones.

Con una diferencia. Esta situación, creada contra natura, daña irreparablemente el contrato social y arroja a la ilegalidad a los trabajadores para defender la justicia. ________________

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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