Librepensadores

'Portacoz'

Amador Ramos Martos

Hay políticos llamados a desempeñar papeles –no sé si por inclinación y méritos naturales o por horas de perverso ensayo- de personajes de malo de la película: mal encarados, dotados de una locuaz insolencia, una desfachatez rayana en la grosería, una falsa “simpatía antipática” que disfrazan con medida sonrisa cínica, un tono provocador rozando el insulto y que hacen del sarcasmo desmedido contra adversarios y ciudadanos no afines ideológicamente un escarnio en los límites crueles de la humillación.

Entre el elenco de actores sobre el escenario político patrio, mi malo preferido, es Rafael Hernando, actual no sé si portavoz o portacoz –a las hemerotecas me remito- del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados desde hace algo más de dos años, del que reconozco sin paliativos, que de existir un Goya al malo de la política nacional sería mi candidato y probablemente seguro ganador.

No voy a ponerme a enumerar las habituales y provocadoras hernandadas de este bronco personaje. Para ello, sólo hay que teclear en el buscador de cualquier navegador en la red: “Rafael Hernando PP frases” y tienen un muestra de las reiteradas salidas de tono de este chusco alborotador de modos tabernarios, cuyas declaraciones trufadas de burlona –en ocasiones vitriólica- mordacidad, han provocado desde siempre, sentimientos en las antípodas de la empatía política en los destinatarios de sus agrias alusiones públicas.

La decisión tomada el 16 de diciembre de 2014 por Mariano Rajoy que estuvo rodeada hasta el último momento del secretismo más absoluto, quizás sopesando las ventajas e inconvenientes del nuevo nombramiento, finalmente encumbró a Rafael Hernando como portacoz del PP en el Parlamento.

Me sorprendió entonces que Mariano Rajoy, tan comedido en su prudente inacción y parsimonioso manejo del tiempo político que constituyen sus señas de identidad más singulares y de eficacia comprobada en su supervivencia como político, situara como vocero de la casa y con el objetivo nada menos que de recuperar la “confianza de sus votantes y devolver la tranquilidad a los ciudadanos” (Abc 16 de diciembre de 2014) a un personaje que a consecuencia de su natural y descontrolada “locuacidad”, tres días después de dicho nombramiento fue condenado a pagar 20.000 euros por vulnerar el honor de UPyD tras la acusación de aquel a este partido de haberse financiado ilegalmente.

En esas mismas fechas coincidentes con el atentado contra la sede del PP en Génova 13 y en una de sus primeras declaraciones como portacoz de su Grupo Parlamentario acerca del hecho y que en mi opinión pasaron bastante desapercibidas dado lo estridente de su discurso habitual, Rafael Hernando realizó su más congruente declaración realizada hasta hoy.

Tras empotrar un desequilibrado mental su coche contra la sede del PP en Génova la madrugada del 19 de diciembre de 2014, afortunadamente sin consecuencias graves ni víctimas, el hecho supuso la primera oportunidad para que Rafael Hernando –recién nombrado tres días antes por Mariano Rajoy- debutara como “portacoz” del PP en sustitución de Alfonso Alonso que dejó el puesto para ocupar la cartera del Ministerio de Sanidad.

Me llamó entonces la atención el argumento empleado por el debutante portacoz del grupo parlamentario, en su intento de desligar la acción a todas luces indefendible del responsable del atentado de Génova 13 - un empresario diagnosticado de esquizofrenia y que había confesado su intención de atentar contra toda la clase política porque “todos los políticos son iguales”, una creencia con marcado arraigo popular desde el inicio de la crisis- del contexto de dificultad económica en la que al parecer este se encontraba.

Argumentó entonces Hernando tan dado –no en este caso- a sus hernandadas en un involuntario acto fallido del traicionero subconsciente: ”Me preocupa que alguien pueda deducir que su situación económica o fracaso puedan deberse a la acción del PP o de cualquier otro partido".

Un mensaje que interpretado literalmente según el argumento empleado entonces por Hernando en el acmé de la brutal crisis económica que asolaba al país, liberaría a los gestores de lo público de la responsabilidad que las consecuencias de sus decisiones políticas y económicas tienen sobre los ciudadanos.

El éxito o el fracaso individual serían, según se deduce del argumento empleado entonces por el neófito portacoz del PP, consecuencia directa y exclusivos de las libres decisiones personales de cada ciudadano.

Un mensaje hayekiano hasta la médula que encaja a la perfección con el paradigma neoliberal del individualismo feroz, la competencia salvaje y el desmontaje del mínimo estado regulador que constituyen según los teóricos neoliberales los elementos imprescindibles para el éxito personal en una sociedad desregulada al máximo y con un estado mínimo si no inexistente.

Una aberración sin evidencia de veracidad que es la base del dogma neoliberal: “El que no triunfa es porque no vale o no trabaja lo suficiente”.

Declaraciones que sin duda, y como sabiamente intuyó Rajoy nombrando a Hernando como portacoz contribuyeron desde el primer momento a la recuperación de la confianza de la decaída parroquia de votantes del PP necesitados de un lenguaje duro sin paliativos y sin complejos de derecha neoliberal y a proporcionar tranquilidad a muchos ciudadanos templados ideológicamente e inquietos ante el futuro por el advenimiento de discursos no domesticados situados a la izquierda –nada difícil entonces- del domesticado discurso del PSOE.

Esta fue en mi opinión quizás la declaración más seria y congruente realizada por el portacoz del PP Rafael Hernando –nombrado y mantenido por Rajoy en su puesto- y la única que yo no calificaría como hernandada, adjetivo acuñado por el que suscribe para definir las provocadores declaraciones que portacocea habitualmente este singular, cínico y áspero personaje.

Sabedor de su papel de telonero de Rajoy y del grupo popular en el Congreso, Hernando entretiene, calienta, tensa al personal y el ambiente político con sus habituales salidas de tono para disfrute y regocijo de su parroquia ideológica y encabronamiento –disculpen el término- de sus adversarios en el hemiciclo y fuera del mismo.

Mientras las hernandadas se encaraman a los titulares de los periódicos, de las ondas y redes digitales y las opiniones acerca de aquellas ocupan la atención ciudadana y el debate público, el resto de la parroquia neoliberal en el Congreso y fuera de él, sigue en la sombra y fuera de los focos mediáticos, su silenciosa labor neoliberal con Mariano Rajoy y el gobierno a la cabeza.

Que no nos distraigan de lo fundamental. Mientras polemizamos sobre las bravuconas afirmaciones de Hernando, el neoliberalismo patrio, sigue sin complejos, a lo suyo, promocionando con sus políticas el desguace del estado de derecho y de bienestar creando el menor ruido mediático posible.

Lo incongruente y cínico, es que Rajoy eligiera a este incontinente verbal, auténtico bocazas y faltón incontrolable como portacoz en el Congreso en un tiempo político en que la degradación institucional hacía sonar todas las alarmas, y mantenido en su puesto, cuando se ofertan ahora desvergonzadas invitaciones patrióticas a otros partidos por parte del presidente del gobierno para lograr unos mínimos y creíbles dialogo y consenso políticos.

Constituye un insulto a muchos ciudadanos que Rajoy y el PP con su prestigio bajo mínimos, demanden ahora regeneración, diálogo y consenso parlamentarios a otros partidos, mientras mantienen a Rafael Hernando un ejemplar provocador políticoejemplar , como portacoz del PP en el Congreso. ______________________

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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