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Desahucio democrático

Amador Ramos Martos

(Carta de un españolito de a pie a “P y P”)españolito

Queridos Pedro y Pablo (o Pablo y Pedro, que "tanto monta..."). Recurro al mote heráldico que figuraba en el escudo de los Reyes Católicos, pero no veáis en el hecho ninguna reivindicación de nacionalismo exaltado y excluyente de otros sentimientos nacionales distintos.

Me considero ante todo un ciudadano español, lo que algún españolazo de bien, consideraría un "españolito tibio". La nacionalidad, salvo excepciones, nos cae encima sin otra alternativa posible. No reniego de la mía, pero a veces viendo lo que veo a diario, tampoco me siento en extremo orgulloso de la misma. Mi perfil nacionalista, sentimiento más o menos visceral con que cada uno libremente experimenta su nacionalidad, es de grado muy moderado o bajo. Prima en mi más el sentimiento de ciudadanía que el patriótico.

No deseo de entrada, que el orden de ubicación de vuestros nombres en el texto de la carta, provoque un conflicto de rivalidad narcisista, jerárquico o de pureza ideológica entre vosotros. Huir de la excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras, que es como la RAE define al narcisismo, debiera ser objetivo prioritario para ambos.

De todas formas y para evitar alimentar el vuestro, a partir de ahora cuando me dirija a los dos, lo haré con las siglas “P y P” que figuran en el encabezado de la carta que os dirige este inquieto ciudadano. Y si lo hago individualmente, me referiré a cada uno con vuestro respectivo “nombre de pila”.

Inevitable eso sí, ha sido la similitud -excepto la minúscula “y” intercalada entre las dos pes mayúsculas de la sigla con que os he etiquetado- con las del partido que debiera ser vuestro adversario común y que hoy, no quiero ni mencionar refiriéndome a él como El Innombrable. Habría que crear un nuevo palabro” para definir a un partido que sería impensable en un país democrático serio y decente.

He escrito esta carta para demandaros, me atrevería incluso a exigiros y creo que conmigo también muchos ciudadanos demócratas pero sobre todo hartos, que lo que debiera ser una sana y constructiva rivalidad entre vosotros, no degenere en una lucha fratricida de egos políticos que, sabed P y P, no benefician a nadie excepto al... ¡casi se me escapa el nombre de El Innombrable!

Si me atengo a la literalidad de vuestras afirmaciones públicas, en algún momento, ambos habéis afirmado rotundamente que lo “importante es el proyecto” y lo de los nombres, lo de menos. Por favor, sed consecuentes con vuestras aseveraciones. No faltéis a la verdad con “medias verdades” y tened presente siempre, que de haber discordancias entre lo que dije o prometí entonces y lo que digo o prometo ahora, las hemerotecas –bestia negra de los embaucadores- os pondrán mas tarde o más temprano en el lugar que os corresponde.

Sería de agradecer también, P y P”, que la defensa enérgica de vuestras convicciones y postulados ideológicos, la hagáis siempre con responsabilidad y prudencia, no os calentéis la boca, no tiene más razón quién grita más alto, o más descalifica a su adversario. No perdáis la imprescindible cordura y solidez argumental, no prometáis imposibles en el ardor dialéctico cuyo incumplimiento, cuando se impone la realidad tozuda con sus rebajas, provocan tanto desencanto, frustración y cabreo ciudadano.

Pero sobre todo por favor, no nos tratéis como si fuéramos niños. No nos ocultéis la realidad por incómoda o difícil de explicar que sea. Difuminadla con discursos y explicaciones que sonrojan por su puerilidad e inconsistencia, no la cambia, solo la enmascara. No intentéis vendernos la versión falsa de una realidad agobiante que sufren a diario en sus carnes – yo, por pudor, no puedo quejarme- muchos ciudadanos.

El relato honesto y sin artimañas ni artificios de las circunstancias que rodean cada situación de conflicto o dificultad y el reconocimiento de los límites razonables en ocasiones ¿insalvables? que a veces impiden modificarla en el plazo deseado, son siempre mejor entendidos por la ciudadanía, que el intento de disfrazarlas o encubrirlas con discursos torpes, improvisados y sin evidencias contrastadas de veracidad. "Postverdades" las llaman ahora y en las que a estas alturas, ya no cree nadie.

Recuperar la credibilidad política perdida por méritos propios del PSOE haciendo un ejercicio honesto de autocrítica, es un mínimo exigible e imprescindible a sus dirigentes para volver a ser creíbles. Reconocer con luz y taquígrafos lo que tú, Pedro, reconociste en tu entrevista con Jordi Évole, es una de las piedras angulares –pero no la única- para reconstruir un nuevo PSOE. Las renovaciones de lo caduco ya no nos valen.

Me dirijo ahora a ti Pablo. Hacer viable un proyecto ilusionante para este país castigado por las políticas y corrupciones de El Innombrable y que sea además factible y perdurable, exige y tú lo sabes bien -la historia nos lo recuerda de forma machacona- renunciar en parte a la utopía inalcanzable por definición. Lo he escrito en otras ocasiones, no podemos empecinarnos en adanismos perdidos para siempre por quiméricos.

Lo mejor Pablo, en ocasiones, es enemigo de lo bueno. Yo añadiría: mejor que lo peor... sin renunciar siempre a mejorar, es lo menos malo.

Por cierto, el sábado 29 de abril en tu entrevista en La Sexta Noche –no suelo ver el programa, Inda y su raca raca, sumado a la publicidad disuasoria por excesiva son para mí insoportables– pero reconozco, que al hacerlo esa noche, me alegré de escucharte. Pablo, estuviste brillante, contenido en tu vehemencia natural y con un discurso que se nota bien rumiado, sin fisuras y contundente.

La expresión y lenguaje corporal de tus interlocutores -incluida Lucía Méndez a la que considero una buena periodista- dejó en evidencia la debilidad de los argumentos empleados en el intento por hacerte caer en contradicciones.

Pablo, hago un inciso. No te distancies de Iñigo, está llamado a ser uno de los políticos con más futuro de este país y tú lo sabes. Más que las diferencias de mensaje, creo que os separan los tiempos políticos y los matices tácticos para hacerlo viable y ojalá que posible.

Pero a lo que iba, tender puentes entre ambos P y P, es la alternativa más factible en mi opinión para salir de la parálisis política y la degradación ética que nos impide seguir adelante. Este país y sus ciudadanos, ante los que los políticos os tendríais que descubrir, se merecen una respuesta digna, ilusionante, pero sobre todo, de una honestidad intachable por vuestra parte.

Evitad P y P, de forma cívica ejemplar, dirimir vuestras diferencias sin tener que recurrir al goyesco “duelo a bastonazos” que ha sido desde siempre el mal histórico de la izquierda española tan cainita a veces para regocijo de sus adversarios políticos naturales. Reflexionad, dialogad, escuchaos, reconoced vuestros errores y contradicciones, aproximad posiciones.

Pedro, esto va por ti. Toma tus precauciones, no alimentes el protagonismo de Ciutadans, ya sabemos que te presionan poderes que lo engendraron para servir de soporte preventivo de El Innombrable y mantener anclado al PSOE a su proyecto de centro ambivalente y tratando de disuadirlo de su acercamiento a Podemos. Ciutadans, Pedro, es un complejo ideológico donde cabe cualquier etiqueta excepto la satanizada de podemita, sea aquélla la de moderado, liberal, demócrata, centrista, regenerador, social… ¡un auténtico menjunje!

Un partido yenkayenka (consulten los jóvenes el significado de esta última palabra en Google) que cree gozar del patrimonio exclusivo de la “ubicuidad responsable” y la de compatibilizar lo imposible: chupar de la teta de El Innombrable mientras intenta meter la cuchara en la sopa del PSOE.

La encuesta de Metroscopia del pasado 2 de mayo sobre la intención de voto en Madrid es alarmante. El PSOE, Pedro, sigue desangrándose por la izquierda, hundido en sus perspectivas electorales. Interpretar correctamente el mensaje de la masa potencial de votantes –nada fácil por cierto- es vital para saber hacia dónde moverse en este escenario endiablado pero apasionante, situados como además estamos, frente a un “futuro global” plagado de miedos e incertidumbres.

Queridos P y P voy acabando. El orden de las siglas en vuestro caso coincidentes no debiera alterar el proyecto resultante. Ojalá la frágil “y” minúscula situada entre las siglas de vuestros nombres, sea la clave de bóveda que cerrando la grieta histórica causante de los desencuentros de los partidos de la izquierda española, permita construir el puente entre las dos orillas que nos salve de la riada neoliberal provocada por el que debiera ser vuestro adversario común.

Un paso adelante que indefectiblemente deben garantizar el PSOE y Podemos, con la colaboración leal de los nacionalismos periféricos, ya que es imprescindible para desalojar del poder, desahuciándolo políticamente, a El Innombrable, un partido que está arrasando el país política, económica y éticamente. Y si el oportunista Ciutadans quiere sumarse -dudo que lo haga- que se sume.

Lo importante, P y P, lo afirmáis vosotros y lo reclaman muchos españoles, no lo olvidéis, es el proyecto... no los nombres.

PD Este texto fue escrito hace unos días asumiendo el hecho de que Pedro Sánchez volviera a ser secretario general del PSOE. Acontecimiento que la diosa militancia, afortunadamente, hizo posible en la noche del 21 de mayo (21M) . En su momento y en caso de haberse producido la victoria del PSOE en su versión gestora y trianera, aconsejé olvidar lo escrito y arrojar el texto plasmático a la papelera virtual. Afortunadamente para la reconstrucción de la izquierda de este país, ha ganado Pedro. He vuelto a releer mi carta a "P y P" que cobra ahora plenamente su sentido.

Queridos "P y P", atentos, no habrá más ventanas de oportunidad para llevar entre ambos el proyecto a buen puerto, desahuciando antes del poder eso sí, de forma contundente y democrática a El Innombrable. ________________

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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