LIBREPENSADORES

La ceguera de Felipe González sobre Venezuela

Juan José Torres Núñez

Comenta Gregory Wilper en Time for the “International Left” to Take a Stand on Venezuela (Es hora de que la izquierda internacional adopte una postura sobre Venezuela), que los medios de comunicación internacionales oscurecen las causas de la violencia que, por desgracia, vemos a diario en el conflicto venezolano. En España, la prensa tradicional nos presenta a la oposición al presidente Maduro como la única salvación de la democracia en Venezuela. Ya en marzo de 2013, tan pronto murió el presidente Hugo Chávez, Mario Vargas Llosa proclamó en La muerte del caudillo que la verdadera salida del pueblo venezolano para dar respuesta a sus problemas, “no es perseverar en el error populista y revolucionario que encarnaba Hugo Chávez, sino en la oposición democrática”, porque “es el único sistema que ha sido “capaz de conciliar la libertad, la legalidad y el progreso, creando oportunidades para todos en un régimen de coexistencia y de paz”. Según Vargas Llosas, Maduro no estaba en condiciones de “aglutinar y mantener unida a esa coalición de facciones […] que representa el chavismo”. Es decir, en ese mismo momento de la proclamación de paz y futuro, empezó la guerra de acoso y derribo al presidente de un país soberano, Nicolás Maduro. Hoy, al motín se ha unido toda la derecha internacional y la CIA, que ya está engrasando su maquinaria de cambio de régimen. La “revolución de color” ya está en marcha para sembrar el caos en Venezuela con huelgas constantes que ayuden a paralizar el Gobierno. Una vez conseguida la escasez de alimentos, el desabastecimiento y la ruina económica del país, el cambio de régimen resultará más fácil. Esto pasó en Ucrania, en donde los opositores al Gobierno legítimo, como en Venezuela, pidieron democracia y utilizaron la violencia como método de acción. También utilizaron francotiradores y luego culparon a la policía de los crímenes cometidos. Los salvadores de la patria dieron un golpe de Estado, dirigido y sufragado por Estados Unidos y, como ya todos conocemos, los opositores hoy se comportan como un grupo de nazis que controla el país.

La izquierda internacional parece que está anquilosada y agarrotada; en definitiva, se percibe una parálisis que la ha dejado muda. Si ahora la izquierda tiene que demostrar que es de izquierda, como está pasando en España, esto significa que hace mucho tiempo que dejó de serlo. Wilpert asegura que si la izquierda internacional conoce la situación de Venezuela por los medios de comunicación internacionales como la BBC, la CNN, The New York Times, The Whashington Post y The Economist, por ejemplo, es normal su parálisis y su falta de ideas, pues estos medios están llenos de noticias falsas, necesarias para los cambios de régimen de los países que el capitalismo considere clave para el desarrollo de la economía neoliberal y la geopolítica. Para Wilpert, si la izquierda internacional permanece en silencio sobre Venezuela, sin indagar los orígenes de la violencia y sus responsables, entonces, “la izquierda debería sentirse avergonzada”.

Quien sí debería haber permanecido en silencio es el expresidente de España Felipe González. Al analizar la situación actual de Venezuela y considerar la posibilidad de “una desobediencia de las Fuerzas Armadas”, como ha manifestado, está insinuando que los militares deben dar un golpe de Estado. Por tanto, está incitando a la violencia y al terror que resultaría si tal escenario se produjera. Comparar a la Asamblea Constituyente con la democracia orgánica de Franco, no tiene ningún sentido, pues en Venezuela la oposición puede pedir que la gente salga a la calle a desobedecer al Gobierno y también cometer actos violentos. En tiempos de Franco no se  hubieran permitido esos actos. Proponer solucionar el conflicto de Venezuela indicando que las Fuerzas Armadas dejen de apoyar a Maduro, creyendo que esta podría ser la solución, como sugiere el señor González, significa olvidar que se puede producir una división entre los militares y llevar al país a una guerra civil, con el consiguiente baño de sangre.

Esta postura alinea a Felipe González con las tesis de violencia y sangre de la derecha de siempre,  que ya conocemos todos. Que lo diga esto un expresidente de España, un país con una derecha en el poder, que aún no ha querido exhumar a las víctimas de los perdedores de la guerra civil española (1936-1939), dejándolas olvidadas en las cunetas, es una cuestión muy grave. Cuando él estuvo en el Gobierno, no percibió esta vergüenza. Habría que recordarle que con la Venezuela actual dividida, todavía existe la posibilidad de llegar a un entendimiento, por difícil que sea, aunque la oposición no quiere el diálogo. Está asesorada por el senador republicano por Florida, Marco Rubio, y solo quiere el cambio de régimen y el poder. Pero con un Ejército dividido, todos conocemos las consecuencias. Con el caos instalado en Venezuela, si Estados Unidos encuentra a un militar golpista, como ocurrió con Pinochet en Chile, la democracia se puede llevar al país en cuestión de días: su democracia, claro. Y qué pasaría después del golpe. Un comentario al artículo Los escudos en Venezuela inspirados en la revuelta de Ucrania, nos da la contestación: “Tan lindos mis escuderos. Dios me los bendiga. Por favor, sigan destruyendo todo lo que encuentren a su paso. Eso sí, de una forma democrática. Y, por favor, si pueden quemen a uno que otro chavista o que se les parezca, por favor, que eso es una prueba de libertad y democracia nunca vista. Ustedes son unas estrellas bajadas del firmamento por la MUD [Mesa de Unidad Democrática]. Después, cuando los metan presos, no lloren, bastardos infelices”.

Este comentario es muy revelador. Se trata de destruir y quemar, como se hizo en Ucrania. Estos opositores, una vez en el poder, no van a conciliar la libertad y el progreso, como comenta Vargas Llosa. Quizá Felipe González debería leer lo que Pablo Neruda escribió sobre la guerra civil española para que nunca tengamos que decir, después de un golpe de Estado en Venezuela: Malditos los que no vieron el odio y la violencia de las manifestaciones de Venezuela. Malditos los que no se dieron cuenta de la tragedia de una guerra civil en un país rico, en donde su gente lo que verdaderamente quería era pan y paz. Malditos todos.

Resulta muy lamentable que el señor González no considere importante el gran esfuerzo mediador del expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero, al señalar que ha conseguido “lo contrario de lo que pretendía”. No se puede rechazar la posibilidad de diálogo y reconciliación por la que Zapatero ha trabajado en una situación que ha calificado de “muy grave”, para después dedicarse a hacer apología del golpismo, alentando un alzamiento militar. Esto significa ponerse del lado de Franco, como cuando rechazó la reconciliación que Azaña le pedía. Tenemos que apoyar una reconciliación dentro de un proceso de unidad nacional. No podemos alentar una división de los militares para que se conviertan en los verdugos del pueblo. La salida a la situación actual tiene que venir del pueblo venezolano, sin la interferencia de otras naciones en sus asuntos internos. Los venezolanos tienen que empezar a trabajar todos para conseguir una economía física y no basar todo su futuro en la cultura del petróleo. Es el momento de seguir las conversaciones con China para reconstruir el país y formar parte de los países que ya están en la Ruta de la Seda.

La oposición venezolana se presenta a la elecciones regionales de diciembre

La oposición venezolana se presenta a la elecciones regionales de diciembre

Tiene razón Andrea Rizzi cuando En el terrible péndulo de Russell duda de que la solución de Venezuela pueda venir desde fuera. En efecto, la solución “solo puede brotar desde dentro, en Venezuela”, subraya. Sin embargo, cuando precisa que para eso se necesitan líderes de gran estatura moral, valentía y claridad, y cita a personas como un Mandela, un De Klerk, un John Locke contemporáneo, “o quizá, mejor todavía, un Bertrand Russell”, me recuerda mi ignorancia cuando yo he hablado en mis clases en la universidad sobre Bertrand Russell. En investigaciones posteriores sobre este filósofo inglés descubrí la verdad de este malvado, como le llama Lyndon H. LaRouche en un estudio sobre él. Lo considera un sádico y se sorprende de que exista todavía un mito de humanista utópico sobre este genocida, incluso en el mundo académico (soy testigo). Yo lo consideraba como Rizzi, una persona “amable” y “con una profunda humanidad”. Pero en una entrevista en la BBC, en 1959, a la pregunta, “¿Es verdad que  usted está de acuerdo con una guerra preventiva contra el comunismo soviético?",  Bertrand Russell contestó: “Es verdad y no me arrepiento de lo que dije. Es consistente con lo que pienso ahora. Después de la guerra [la Segunda Guerra Mundial], Estados Unidos tenía un monopolio de armas nucleares […]. Se podía poner presión para que Rusia aceptara una  propuesta. Si ellos continuaban rechazándola, podía ser necesario entrar en guerra”. En su mente maquiavélica, como descubrí leyendo a LaRouche, Russell buscaba una dictadura mundial liderada por Estados Unidos antes de que los demás países tuvieran armas nucleares. No importaba los millones de gente que murieran. Solo así se podía establecer la supremacía anglosajona por los siglos de los siglos, amen. Las explicaciones de Russell en The Atomic Bomb and the Prevention of War (en The Bulletin of the Atomic Scientists nº 5 & 6) nos puede dar más información sobre este personaje satánico. Esta dictadura mundial contaría con un gran ejército de inspectores (la CIA), con el derecho a entrar en cualquier sitio o país sin que nadie pudiera interferir con su trabajo.

De alguna forma, las ideas diabólicas de Russell, que encarnan las ideas del imperio británico de controlar y dividir, las quiere seguir Estados Unidos hoy, como policía del mundo con poderes dictatoriales y con derecho a sembrar el planeta de armas nucleares para mantener la hegemonía de su imperio. Si una nación quiere ser independiente y libre, entonces, el imperio y todos sus vasallos se lanzan sobre ella como buitres hambrientos. No sabemos si Maduro será esa persona valiente que saque a Venezuela del pozo en donde se encuentra: que lo decidan los venezolanos. Pero de lo que sí estamos seguros es de que nunca lo podría hacer un genocida como Bertrand Russell y mucho menos una guerra civil, como insinúa Felipe González. _____________

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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