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Periodismo

Chaves Nogales, el maestro de periodistas que estaba allí

Chaves Nogales

La perspicacia de un periodista, la intrepidez de un viajero, la calidad narrativa de un escritor y la pasión de un demócrata se dieron cita en Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1944). Pocas veces coinciden esas cualidades en un mismo intelectual y quizá resulte necesario vivir en una época convulsa e intensa para que un periodista tenga que poner a prueba su honestidad, su talento y su capacidad de análisis. Fue el caso de Chaves Nogales, sin duda uno de los mejores periodistas españoles del siglo XX y que afortunadamente ha sido redescubierto en los últimos años. Hemos asistido por ello a la justa rehabilitación del hombre que dirigió el diario Ahora, uno de los referentes del periodo republicano; y que escribió obras maestras como El maestro Juan Martínez que estaba allí; A sangre y fuego; o La defensa de Madrid. El próximo martes, 9 de abril, la Casa Árabe dedica en Madrid un homenaje a Chaves Nogales con motivo de la publicación de su libro Ifni, la última aventura colonial española (Almuzara).

Juanmi Baquero gana el Chaves Nogales por una crónica sobre las fosas comunes

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A pesar de su indiscutible talla literaria, Chaves Nogales fue, antes que nada y por encima de todo, un periodista porque aplicó la mirada y la técnica del periodismo a toda su producción literaria. Muchos años después se llamó Nuevo Periodismo en Estados Unidos a la literatura de ilustres renovadores del género como Truman Capote o Tom Wolfe, pero el autor andaluz –y no es patrioterismo barato– se había adelantado en varias décadas a sus famosos colegas norteamericanos. Como señala la conocida máxima periodística, el reportero andaluz se manchó los zapatos de polvo para viajar a los lugares donde se producía la noticia (o en muchos casos la Historia con mayúsculas) y ofrecernos un lúcido retrato donde se entremezclan las anécdotas personales con los grandes acontecimientos; las andanzas de personajes zarandeados por revoluciones y guerras con los terribles imperativos del poder; o la vida cotidiana con los sucesos que cambian el rumbo de un país entero. En ocasiones los avatares de su profesión llevaron a Chaves Nogales hasta las estepas heladas de la Rusia soviética o las arenas del desierto marroquí, pero otras veces solo tuvo que cruzar un par de calles para describir al general José Miaja, solo en el laberinto de un Madrid asediado por los fascistas y abandonado por el Gobierno republicano en 1936.

Otro maestro inigualable, el cronista Joaquín Vidal, solía decirnos a sus colegas más jóvenes que era inconcebible que no hubiéramos leído a Manuel Chaves Nogales y recomendaba comenzar la obra del periodista andaluz por su biografía de Belmonte. Tras la pereza inicial por leer sobre la vida de un mito del toreo, descubrimos asombrados la capacidad del autor para las descripciones precisas, su habilidad para el reportaje o su portentosa narrativa por la que desfilan paisajes físicos que son a la vez humanos. Sin miedo a equivocarnos Juan Belmonte, matador de toros figura entre las biografías más apasionantes escritas en una literatura como la española tan poco aficionada al género memorialístico. Y cambiando de tercio, una cumbre del reportaje convertido en novela es El maestro Juan Martínez que estaba allí, una amarga y divertida historia sobre una compañía flamenca perdida entre las batallas y las miserias de la Rusia revolucionaria. Todo ello por no hablar de A sangre y fuego, una colección de breves relatos que refleja, como contadísimas obras, el drama de la guerra civil española desde la perspectiva de sus víctimas y de sus verdugos que, con frecuencia, intercambiaron sus papeles.

Nacido en el seno de una familia burguesa e ilustrada de Sevilla, hijo de un periodista y una concertista de piano, se trasladó joven a Madrid, donde deslumbró a sus compañeros de profesión que le otorgaron, con apenas 30 años, el premio más prestigioso del periodismo español, el Mariano de Cavia, por el reportaje 'La llegada de Ruth Elder a Madrid' sobre la primera mujer que cruzó en solitario el océano Atlántico en un avión Junker. Amigo y partidario de Manuel Azaña, ­–un político que detestó a la mayoría de periodistas con pocas excepciones–, director del diario Ahora, el intelectual sevillano se definió a sí mismo como un “pequeño burgués liberal ciudadano de una república democrática y parlamentaria” y desde esa visión del mundo se alineó con toda su alma con la República, pero sin ignorar los desmanes que se cometieron en el bando gubernamental por fanáticos totalitarios. Fiel a sus ideales y asqueado por la orgía de sangre de la guerra, Chaves Nogales partió camino del exilio, en mitad del conflicto, a una Francia que tuvo que abandonar por la ocupación nazi mientras su mujer y sus cuatro hijos podían regresar a España en 1940. Dejó como testimonio su libro La agonía de Francia para instalarse en Londres, donde murió de una peritonitis tras haber colaborado, durante cuatro años, con la BBC y con el Evening Standard. Como tantos otros demócratas españoles, sus restos están enterrados en la capital británica, en tierra extraña. Por suerte, sus libros siguen vivos en su país como testimonio de un maestro de periodistas que siempre estaba allí, en medio de la calle y de sus paisanos.

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