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Hugo Pratt: a la sombra de Corto Maltés

Hugo Pratt: a la sombra de Corto Maltés

Antonio G. Maldonado

La confusión entre personaje y autor es tan antigua como la propia literatura. Todo lector tiende a buscar y encontrar rasgos de su admirado escritor o de su director de cine preferido en las características de sus criaturas de ficción. Porque la ficción no sale de la nada. De modo que muchos han querido ver en Nabokov a un pedófilo, o en Tarantino y en Hitchcock a dos asesinos en potencia. Sin embargo, hay veces en los que la confusión entre uno y otro es tan grande que el autor desaparece absorbido por su creación. Es el caso del italiano Hugo Pratt, siempre a la sombra de la poderosa luz de Corto Maltés.

El aventurero, hijo de inglés y de una gitana de Sevilla, es uno de los iconos de la ficción épica de la segunda mitad del siglo XX. Las historietas que protagonizó forman parte del imaginario colectivo de varias generaciones, y el conjunto ha legado a un personaje poderoso y muy influyente. Una mezcla de pirata y justiciero romántico, siempre inmerso en aventuras que dibujan un cuadro vívido desde 1913 (donde Pratt sitúa a Corto en La balada del mar salado) hasta 1925 (cuando acaba la serie con ), por el que pasan personajes reales e inventados, como Stalin, John Reed o Butch Cassidy. Mezcla de personaje de Stevenson y el Rick de Casablanca, la última aparición de Corto se produjo (según la narró otro personaje de Pratt) en la Guerra Civil española junto a las Brigadas Internacionales.

¿Quién es capaz de crear un personaje tan poderoso y atractivo? Alguien que, como Corto, se mezcló con el siglo que le tocó vivir y lo concibió como un decorado para viajes y aventuras. Hugo Pratt es un hijo aventajado del convulso siglo XX. Nacido en Rímini, Italia, en 1927, Pratt se mudó junto a su familia a la Etiopía invadida por el fascismo mussoliniano. En 1944 colaboraría como traductor con los Aliados, y tras la guerra se marchó a Argentina, donde trabajó como editor. Allí trabajaría junto al escritor e historietista Héctor Germán Oesterheld, su mayor influencia, a quien ayudó a dibujar Sargento Kirk.

Empujado por la inestable situación argentina, Pratt volvió a Italia en 1962. Cinco años después comenzaría la serie que le daría fama, protagonizada por el inmortal Corto Maltés, y con el que a la postre se mimetizaría. Su propia vida y la de su creación comparten escenarios y referencias. Corto es el personaje que Pratt habría sido entre 1913 y 1925, o el que le habría gustado ser.

Si del aventurero tenemos 29 historias que sirven de biografía, de su creador apenas hay libros. La editorial Confluencias publicó a finales del año pasado la que es considerada la biografía de Hugo Pratt, El deseo de ser inútil, que no es sino una larga conversación transcrita con el periodista Dominique Petitfaux. La misma editorial publica ahora el otro tabique que sostiene el edificio biográfico de Pratt. A la sombra de Corto analiza, en conversación con el mismo periodista, la obra del escritor y dibujante italiano, y es prolija en anécdotas y detalles que revelan algo más de un autor a la altura de su personaje, aunque siempre opacado por él. infoLibre publica en exclusiva un extracto de dicho libro.

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