EXPOSICIÓN

Cuando los culebrones tenían páginas

Corea, novela de Tony Wanton.

A lo largo del siglo pasado, García Lorca, Mihura, Cela y el resto de eminentes literatos españoles tuvieron que pelear duro contra una tremenda competencia. Una a la que, en realidad, nunca llegaron a vencer. Solo un rival mayor, más poderoso e influyente –la televisión- terminó finalmente con ella. Encumbrada por el tirón de autores como José Mallorquí, Corín Tellado o Marcial Lafuente Estefanía, la literatura popular, casi siempre de muy dudosa calidad, reinó en el panorama cultural gracias a sus siempre entretenidas y predecibles historias de amoríos, de indios y vaqueros, de guerras cruentas, de viajes interestelares e intrigantes pesquisas policiales. La Casa del lector de Madrid rinde homenaje a estas novelas de la iniciación de España en la lectura a nivel masivo a través de la exposición Hoy es ayer, con más de 350 portadas ilustradas, todas provenientes de la Colección Eguidazu de Literatura Popular, que se podrá ver hasta el 29 de septiembre para después itinerar por distintas ciudades.

Grandes dotes literarias, aquellos escritores no desplegaban. Su arma era su visión de la sociedad de la época, a veces violenta, otras machista, sin apenas mundo, esquiva ante lo diferente, a la que siempre proporcionaban ni más ni menos que lo que demandaba: entretenimiento. “Era una época en la que la gente no viajaba y no tenía televisión, en la que los niños sabían cómo era Malasia por Sandokán”, explica Fernando Eguidazu, dueño de la colección, con más de 50.000 ejemplares, además de alto cargo del Ministerio de Exteriores y vicepresidente del Círculo de Empresarios. “Y esta literatura proporcionaba evasión. Representaba un mundo ingenuo, absolutamente maniqueo, un mundo de fantasía”. Junto con ese interés sociológico e histórico que guardan entre sus tapas, aquellas novelas hablan también de una revolución económica, representada en editoriales como Molino, Juventud o la ya desaparecida BrugueraJuventud : “Estas fueron las primeras multinacionales españolas, al establecerse en América Latina”.

El relato de esta literatura en todos los sentidos barata (de ahí, también, su gran éxito) se remonta al siglo XIX, cuando muchos periódicos comenzaron a incluir medias páginas con historias de tipo social, de injusticias, de huérfanas y viudas, de obreros explotados. “Era una literatura muy truculenta”, señala Eguidazu, “y al escribirse semana a semana, duraba lo que el interés del público: cuando la gente se aburría, se acababa”. Ese claro germen del culebrón, pronto quedó eclipsado por los relatos del Oeste, de piratas y de aventuras de pura evasión que desembarcaron desde EEUU, y que a su vez desaparecieron tras la Guerra Civil, “porque no se podían pagar los derechos de autor”. “Entonces surge la generación de oro en España, en los cuarenta, con el gran escritor, que es Mallorquí”. Su mayor creación, El Coyote, que llegó a traducirse a numerosos idiomas, se convirtió en el transcurso de una década en el primer superventas de factura española. “Formaba parte de la vida cotidiana, se hablaba de El Coyote como quien ahora habla de Messi”.

Llegados los sesenta, con la eclosión de la televisión y el aumento del nivel de vida, empezó la decadencia y el olvido de aquellos personajes: Fu Manchú (todo asiático, cuenta Eguidazu, era representado como alguien malvado), El encapuchado, Rin Tin Tin, Buffalo Bill, Sherlock Holmes... muchos de ellos, claro, apócrifos. También se dejaron de ver en los quioscos esas portadas con hombres abofeteando a mujeres como si aquello fuera cosa de derecho, con bandoleros de llamativos bigotes y pistola en mano... Y se perdieron títulos como El caso de la rubia del ojo amoratado, El león tiene alas o La conquista del maridoEl caso de la rubia del ojo amoratado, El león tiene alas La conquista del marido, amén de series como La saga de los AznarLa saga de los Aznar, una epopeya espacial con atroces desenlaces.

Apenas estudiado, La casa del lector, que ha recibido en depósito la Colección Eguidazu, intentará recuperar la memoria de ese periodo literario a través de una serie de trabajos de investigación con universidades, además de un ciclo de charlas y el estreno, el 20 de junio, del documental Galicia, más Oeste que nunca, en torno a la figura de Marcial Lafuente EstefaníaGalicia, más Oeste que nunca, que llegó a producir más de 4.000 novelas y que, además, “era un escritor espantosamente malo”. “A partir de los cincuenta, la novela popular se convierte en un producto industrial”, resume Eguidazu. “El que se compra una novela no quiere sorpresas: no quiere argumentos complicados, no quiere que acabe mal, no quiere que el protagonista sea bajito y gordo, que la chica sea fea… había unos cánones, y Estefanía supo dar eso”.

Más sobre este tema
stats