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Teatro

Jesús Cimarro: “Lo que se ve en el teatro romano de Mérida es medicinal”

El director del Festival de Mérida, Jesús Cimarro.

Para viajar a Roma, a la antigua, no hace falta desplazarse hasta la península italiana. Aquí en España aún pervive en (casi) todo en su esplendor el recuerdo de aquella civilización, especialmente en forma de arquitectura. Particularmente vivo y funcional se mantiene el teatro romano de Mérida, que a partir del próximo viernes 5 de julio arranca nuevamente –con esta, ya van 59 veces-, su particular maratón de teatro clásico.

Siete son las apuestas que los organizadores del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, capitaneados por el productor Jesús Cimarro, han preparado para estas ocho semanas de arte grecolatino a la luz de las estrellas: desde la Medea de Séneca, al Fuegos basado en la obra homónima de Marguerite Yourcenar, pasando por El asno de oro de Lucio Apuleyo, el Julio César de Shakespeare, Hécuba de Eurípides, Las Tesmoforias de Aristófanes, y Los GemelosLos Gemelos de Plauto.

No ha tenido que leer las señales celestes ni estudiar el vuelo de las aves para ejercer de augur. Los hechos comprobados el año pasado, cuando el festival se clausuró con un 26,5% más de público que en 2011 (con 67.749 espectadores) y 150.000 euros de superávit, llevan a Jesús Cimarro, el director, a esperar una similar acogida este año.

“En mi ánimo está”, dice Cimarro, que encabeza el festival desde la pasada edición, después de la dimisión de Blanca Portillo y Chusa Martín por desavenencias con la Junta de Extremadura, que hasta entonces gestionaba directamente el certamen, y que, según denunciaron las exdirectoras, era bastante menos que transparente con las cuentas. “Para este año ya hemos vendido más de 12.000 entradas por adelantado, y presentamos una variedad de espectáculos, que es en lo que consiste el festival, siempre respetando la temática grecolatina".

Fundador de la empresa Pentación, que se dedica a la producción teatral, Cimarro es el primer gestor del festival llegado de la esfera privada. Dice tomarse las cosas con calma. Y evitar la presión de la proyección a largo plazo. “Hubo una época complicada en el festival, así que es importante que las cosas se demuestren paso a paso; por eso yo firmo cada año. Ya habrá tiempo de hacer balance cuando termine”.

Ahora, el mayor reto es intentar sortear lo más ágilmente posible las adversidades, las de la crisis en general y las del ivazo en particular, cuya subida han asumido para mantener el precio de las entradas. “La situación es peor que el año pasado. Espero que la gente se anime y disfrute de las noches de verano”.

Aunque cada cual deberá “elegir qué es lo que más interesa”, el director artístico proporciona alguna pista sobre qué esperar de los espectáculos. “Una apuesta importante es Fuegos, un texto sobre los mitos clásicos basado en la obra de Yourcenar”, cuenta, para añadir que el festival quiere apelar “a todo tipo de público: emeritense, extremeño, español e internacional”.

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Una manera de situarlos en el mapa, cree Cimarro, es asentar y engrandecer los premios Ceres, que homenajean a lo mejor de la escena española, y que arrancaron el año pasado concediendo galardones al espectáculo Agosto y a los actores Miguel Rellán y Amparo Baró. “Sirven para potenciar el festival como marca, sirven para potenciar a los artistas, y sirven para potenciar a Mérida y Extremadura”, asegura Cimarro. “Son un buque insignia que hay que proyectar”.

Como director artístico, es el propio Cimarro quien diseña la programación, que debe ser luego aprobada por el patronato del festival. “Se ha mantenido la que presenté. Estoy trabajando con total libertad”, afirma. También subraya la importancia otorgada a la cultura extremeña, presente a través de varias compañías participantes, especialmente en los eventos off, que se organizan en el Templo de Diana de la capital extremeña, y en los pasacalles que invaden la ciudad. “Por primera vez en la historia del festival, hay seis compañías extremeñas. Yo defiendo que tienen que estar”.

Con todo, Cimarro también entiende que la promoción de la cultura local no debería limitarse solo a dos meses al año. “¿Tendría que haber más?” Creo que sí”, señala. Desde su atalaya, él dice hacer todo lo que está en su mano. “Al espectador del festival le va a portar mucho”, concluye. “Lo que se ve en el teatro romano de Mérida lo sientes en el corazón y la cabeza. Es una de las cosas buenas que puede hacer una persona. Es medicinal”.

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