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Apariencias que se desmoronan

Un fotograma  de Sola contigo, con Ariadna Gil.

Uno puede tenerlo todo: familia, trabajo, dinero, estabilidad. Y también puede que todo eso que uno tiene no resulte ser más que una simple apariencia. Una fachada repintada bajo la que se esconde una endeble estructura. Un armazón a punto de desmoronarse. 

Algo así le sucede a María Teresa, una española residente en Buenos Aires que, amenazada de muerte, verá pasar su vida -sus trágicos errores, sus miserias, sus constantes remordimientos-  por delante de sus ojos. Pero no en esos flashes que duran unos segundos, sino a lo largo de cinco escabrosos días. Los que su verdugo marca en el calendario de su tortura.

Esa doliente Maria Teresa, que es en realidad Ariadna Gil, aparecerá en las pantallas este 12 de julio con el título de Sola Contigo, una producción hispanoargentina firmada por Alberto Lecchi, que cuenta también con las interpretaciones de Leonardo Sbaraglia, Gonzalo Valenzuela y Sabrina Garciarena.

La première tras su presentación en el Festival de Málaga, que tuvo lugar hace unos días en la Casa de América de Madrid, reunió a Lecchi, Gil y Garciarena, que charlaron sobre los pormenores del filme, el duodécimo en la carrera del cineasta porteño y el tercero en colaboración con la actriz catalana.

A partir de la idea original de componer un drama “sobre una mujer actual que se va degradando”, la escritura y rescritura del guion, a cargo de Lecchi y Leonardo Siciliano, desembocó a eso de la trigésima intentona en un thriller que, al final, sirve de “excusa para contar el pasado de ella, y para que el drama pudiera llevarse mejor”.

Armada a modo de rompecabezas –imposible de resolver hasta el último minuto-, la historia, como explicó Gil, mantiene al espectador enganchado “todo el tiempo”. Eso le ocurrió a ella leyendo el guion: “Cuando llegué al final, de repente me hizo cambiar todo lo que pensaba hasta ese momento, me quedé en estado de shock”.

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Las pistas, no obstante, están ante los ojos desde el principio. Pero como los ojos no ven más allá, haría falta hilarlas a ciegas. “Desde la primera escena hay siempre un indicio de lo que va a pasar al final”, señaló Lecchi. “Siempre hay un dato para que, después de ver la película, no se diga: 'Me mintieron”.

Acompañados por la directora de arte, Clara Notari, los protagonistas abundaron en la factura visual de la película, que acompaña al relato, oscuro y angustioso, a través de unos encuadres geométricos y una fotografía grisácea y lánguida, que incide en el tono deprimente y deprimido del carácter de la protagonista.

“Tratamos de crear la atmósfera de un estado mental, más que de espacios reales”, explicó Notari. “Y esas son las cosas que se pueden ver cuando se ve cine en el cine y no en la computadora”, intervino Lecchi. “Lo que se hace es más escuchar que ver, y se pierde la posibilidad de disfrutar de la escenografía o el vestuario, que aunque el espectador no lo note, tienen que ver con la narración”.

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