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Calle libre

Músicos de calle y carretera

Un polaco, dos italianos y dos españoles. No es un chiste. Son personas movidas por una única pasión: la música. Marc, natural de Polonia, pone sonido a la madrileña cuesta de San Jerónimo. Ermanno y Paolo, dos nómadas del norte de Italia, golpean las cuerdas de la guitarra y ukelele a ritmo de The Kooks y Coldplay para amenizar el paseo por la calle Fuencarral. The Blisters, un grupo formado por cinco españoles, comenzó en la mesa de un bar con el propósito de emular a Lennon y McCartney. A día de hoy ya han podido tocar en The Cavern como sus ídolos, pero de momento, se pasan la vida recorriendo carreteras. La música para ellos es inquietud, cumplir un sueño o la excusa perfecta para recorrer el mundo.

Un polaco en la cuesta de San Jerónimo

Marc apenas pasa la veintena. Abandonó Polonia para ganar dinero y seguir formándose como músico. Lo hace en Barcelona, donde dice que "la policía siempre está amenzando con cachearme y de vez en cuando se acerca para avisarme de que si me ve una vez más, me quitará el violín. Aquí en Madrid es diferente". Se le acerca un hombre con camisa blanca, le toca el hombro y sonríe. "Es habitual, la gente suele felicitarme porque les gusta mi música. Eso es un honor para mí", comenta Marc, que se atreve a bromear con que incluso a veces la policía le dice que toca muy bien y "se pasa el susto".

Pronto terminará sus estudios en Barcelona, donde tiene que viajar en Septiembre para hacer sus últimos exámenes. "Luego ya se verá, pero seguro que seguiré tocando". Se le pregunta por la situación en España, cómo nos ve desde fuera ante el escenario político y la corrupción. "Yo aquí vivo bien y sólo me ocupo de una cosa: mi violín". Recoge el dinero de la funda, envuelve su instrumento en tela con sumo cuidado, cierra la cremallera y explica: "Es muy importante el violín, según veo, los guitarratistas que tocan en la calle reciben menos dinero".

"Nadie dijo que fuera fácil"

La madrileña calle Fuencarral tiene acento italiano desde hace un mes. Paolo y Ermanno, dos italianos de la zona norte, se sitúan en la entrada de un garaje pintada con grafittis. El 'Oh la' de los ingleses The Kooks suena ya entrada la noche en esta calle de tiendas. "Queríamos saber cómo se siente y que experimenta un músico que toca en la calle", dice el guitarrista Paolo. "Económicamente no nos da mucho, pero la satisfacción personal es maravillosa", señala Ermanno, que sujeta un Ukelele.

"Nobody said it was easy", de Coldplay suena en Fuencarral. Una señora se detiene, tararea la canción y continúa su marcha para detenerse nuevamente tres pasos más adelante y echarle un último vistazo al italiano. No deposita moneda. "Nadie dijo que fuera fácil", como dice la canción.

"La gente suele pararse mucho, y sobre todo los "bambini", los niños, quienes son los que acercan unas monedas", cuenta Ermanno, quien dice no percibir la crisis en España: "Quizás sea porque es esta calle. Nosotros si apreciamos que, por ejemplo, en España los periódicos prestan más atención a estos temas que en Italia".

Volviendo a la música, ahora le toca el turno a Ermanno, quien silba mientras acaricia las cuerdas del Ukelele. Paolo contempla y dice: "Hay que hacer todo lo posible en esta vida". Antes de despedirse, Ermanno revela un secreto: "Queremos sentirnos parte de una aventura y músicos de Strada, pero también hay una razón principal, el amor. Mi novia es española y vive aquí"

Diez años de amor y nostalgia por el "rock"

A José y Emilio les mueve el amor al rock and roll pero también la nostalgia. Es la única explicación posible para pasar cada tarde enfrente del número 25 de la Gran Vía una década. Con su acento madrileño del barrio de Malasaña critican "esta mierda de tienda que se llama Bershka que desplazó a Madrid Rock". Emilio, que lamenta que estén cerrando las puertas a la cultura y que la sustituyan por tiendas de ropa, comenta que siguen en el mismo lugar "en clave de protesta" y que es donde se reunían "todos los del mismo rollo años atrás".

Con pantalón ajustado, camiseta sin mangas y todo el cuerpo lleno de tatuajes y piercings comenta Emilio que "esto es lo que pasa cuando no se valora la cultura, que Inditex compra todos los teatros y cines de la zona". Guardan nostalgia por el rock and roll, del que opinan que sólo las viejas leyendas consiguen mantener un poco vivo el espíritu: "Hay un vacío completo ahora mismo en España".

No se muerden tampoco la lengua cuando hablan de la música en la calle. "Eso es maravilloso y creemos que el Ayuntamiento, lejos de prohibirlo, debería fomentarlo y ayudarlos", insta José, que porta un cinturón elaborado a base de cascos de balas. "Pero aquí en España no es como en Irlanda, que realmente si existe una cultura de música en la calle. Pero lo que realmente hace falta es cultura, porque es el arma que libera al pueblo de la tiranía de los políticos y evita que mucha gente pase por aros que no quiere y se atreva a ser quien realmente quiere ser", apunta Emilio, antes de marcharse a Malasaña para volver al día siguiente. Como hace diez años. Justo cuando se fundó The Blisters

De un bar de Valencia a The Cavern

Tocar en The Cavern. Ese es el sueño de cualquier atrevido que decide emular a los Beatles. Nadie dije que fuera fácil, como canta Paolo en Fuencarral, pero tampoco imposible.

- "¿A ti también te gustan los Beatles? Tenemos guitarras, los dos amamos a Lennon y McCartney ¿Por qué no formamos un grupo?

- Hecho.

Así nació The Blisters, un grupo que versiona a los Beatles por toda España y parte del extranjero y que se fundó en la mesa de un bar valenciano. Esta temporada ha realizado varios conciertos en la fundación Carlos de Amberes de Madrid, pero ya han actuado en Santander, País Vasco, Galicia, Valencia, Francia e incluso en The Cavern.

Dos de sus integrantes bromean sobre las horas que pasan en la carretera: "De momento no tenemos jeep privado". En furgoneta hacen en el mismo día 800 kilómetros y lamentan que ahora el caché es menor "por la subida del IVA y la crisis", explican, pero "las ganas son las mismas". Desafortunadamente, dicen, sólo el batería puede vivir de la música: "Los demás o estudiamos o tenemos otro trabajo".

Quizás Paolo y Ermanno nunca consigan llenar el estadio de San Siro. Seguramente Emilio y José sigan añorando el rock and roll otros diez años más en el mismo lugar. Es posible que Marc nunca forme parte de la orquesta de año nuevo de Viena y tenga que volver a Polonia, o que The Blisters siga desgastando neumáticos por las carreteras de España, pero como cantaban sus ídolos: "Can't buy my love". Nadie podrá comprar su amor por la música.

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