Teatro

Wendy crece y se multiplica

Angélica Liddell en un momento de la representación de 'Todo el cielo sobre la Tierra (El síndrome de Wendy)'

Mientras que Peter Pan se mantiene obstinadamente joven por siempre, la pequeña Wendy deja poco a poco de serlo. Como el resto de los mortales, está sujeta a los irrefrenables procesos del envejecimiento de su cuerpo y mente. Madura, pero también decae. Se transforma en una adulta, y debe enfrentarse a los problemas que ello acarrea. A medio camino, ha sido atrapada y puesta sobre las tablas en dos escenarios diferentes: el de la sala Mirador y el de los Teatros del Canal, ambos en Madrid. En el primero, es la protagonista de Perdidos en Nunca Jamás, una alegoría de la juventud perdida en España ideada por The Cross Border Project; en el último, inaugura el Festival de Otoño a Primavera de la mano de una de las más vanguardistas creadoras escénicas de toda Europa, Angélica Liddell, que estrena la última parte de su aclamada trilogía sobre China, Todo el cielo sobre la Tierra (El síndrome de Wendy).

Todo el cielo sobre la Tierra (El síndrome de Wendy) Reconocidísima creadora de vanguardia, Angélica Liddell ha puesto el punto de mira en el personaje de Barrie para el cierre de su trilogía sobre China, entendiéndola como espejo de la decadencia que conlleva la edad. “El Peter Pan de Barrie termina con la visita de Peter a la casa de Wendy, que ya se ha hecho mayor, se ha casado y tiene una hija. Cuando se enciende la luz y Peter la ve se asusta, le horripila el crecimiento de Wendy, cosa que a ella le resulta muy dolorosa”, explica la dramaturga, directora y actriz, cuya función se representa del 4 al 6 de octubre. “Muchas veces tengo ese sentimiento frente a los jóvenes, por eso elegí a Wendy, porque trabajo desde mi propio reconocimiento”.Desde ese punto de partida, su particular sensibilidad, la historia realiza un paralelismo entre dos islas: la de Nunca Jamás y la de Utoya, en Noruega, donde Anders Breivik asesinó en 2011 a 77 jóvenes. “En la unión de esas dos islas, la idea de isla se asocia a la idea de aislamiento voluntario en Shanghái”, explica Liddell, que residió en la ciudad china. “Hubo un momento en que confluyeron esos tres lugares para poder hablar de la pérdida de la juventud y el miedo a ser abandonado”.A diferencia de la primera parte de la trilogía, Maldito sea el hombre que confía en el hombre: un projet d'alphabétisation (a la que sigue Ping Pang Qiu), que habla de “todo aquello que detesto de China”, esta última pieza, dice Liddell, está trabajada desde su “amor” por aquel país, un sentimiento que envuelve y abarca la totalidad de su obra.  "El amor me sirve para hablar del odio, de la guerra, de las madres y los hijos, de la soledad y de las relaciones entre el cuerpo y el poder. No hay temas. Solo hay amor. El amor es el origen", dice la dramaturga, que cree que "compensamos su ausencia con el trabajo, la política, la baba social, la reproducción, la maledicencia, el sexo liberado. Pero la fuerza del amor es tan inmensa como la del hambre, y yo necesito trabajar con esa fuerza". El detonante que sirvió de inspiración para construir la función, que comenzó a escribir hace dos años en Shanghái, fue la conmoción de las noticias que llegaban desde Noruega. "Allí vi a los ancianos bailar en las calles, era fascinante: por un lado estaba la juventud masacrada en Utoya, la soledad representada por Wendy madura, y la vejez en manos de los bailarines de Shanghái. Es una obra que responde al tema clásico de las tres edades”.Sumergida ya en sus proyectos futuros -una Lucrecia basada en el poema de Shakespeare y un trabajo sobre la carta de San Pablo a los Corintios-, Liddell también plantea una reflexión sobre la función y el sentido del teatro: "Como el resto de las artes, es una unión de sensibilidades, es una epifanía entre el espectador y la obra, un encuentro de voluntades a través de un instante bello. Ese estado de crisis frente a la belleza es lo que te hace comprender el mundo, es lo que produce un estado de piedad, de compasión o de reconocimiento, porque identificas tus propios sentimientos. La relación entre el espectador y la obra se define por el misterio y lo inexplicable".Perdidos en Nunca Jamás Después de una estancia por estudios y trabajo en EEUU y Francia, la directora Lucía Miranda se encontró a sí misma de vuelta en una España que no reconocía. Era enero de 2012. Los sueños e ilusiones de la juventud se habían convertido en una pesadilla colectiva: de tener todos los planes del mundo, a sus 30 años pasaba a ver cómo ni el más nimio de ellos podría llevarse a cabo. “Ante la crisis y la cantidad de mails que mandaba, y mi formación e idiomas, enseguida se creó un debate en casa entre volverme a marchar o quedarme”. Al final optó por aguantar, “porque tengo ganas de crecer y establecerme”. Con esa afirmación, como con un chasquido de dedos, se convirtió en Wendy.Inspirada en esa historia, extraña tragedia compartida con sus amigos y conocidos, imaginó esta función en la que la isla de Peter Pan se ha transformado en el País de Nunca Jamás Trabajarás en lo que Estudiaste. Con la ayuda de Silvia Herreros de Tejada, una estudiosa de la obra de J. M. Barrie, creó la dramaturgia de la función, que se mantendrá en cartel hasta el 13 de octubre. Acompañando a Wendy, a la que han imaginado como una esforzada aspirante a periodista, a su amigo Peter Pan y a las hadas que les rodean, la obra incluye una entrañable adición: extractos de grabaciones de las voces de los padres de los actores y la directora, en las que narran sus esperanzas truncadas para con sus hijos y su desazón ante el desastre generacional que se cierne sobre el país. Si Wendy es esa chica que aspira a una vida mejor a base de tesón y méritos, Peter Pan sigue siendo en Perdidos en Nunca Jamás el niño que siempre fue. Ni estudia, ni trabaja, ni tiene ganas de ninguna de las dos. El clásico ni-ni. Junto con su amiga de la infancia, se transporta hasta el barco del Capitán Garfio, convertido en la función en el dueño de un bar donde alocadas hadas cantan y bailan. Campanilla, a diferencia de la historia original, está del lado de Wendy. “Es por ella es la que tiene fe y cree en las hadas”, dice Miranda. Al final, y al contrario que la directora, la protagonista se marcha al extranjero. “A veces me digo que me hace feliz que se vaya, porque no se sabe si la decisión que toma es la correcta. Yo ya sé que es lo que hay dentro, pero nunca se sabe las posibilidades que te esperan fuera”.Todo el cielo sobre la Tierra (El síndrome de Wendy)

espejo de la decadencia que conlleva la edadCuando se enciende la luz y Peter la ve se asusta, le horripila el crecimiento de Wendy, cosa que a ella le resulta muy dolorosadel 4 al 6 de octubre

paralelismo entre dos islas: la de Nunca Jamás y la de Utoya, en Noruegapérdida de la juventud y el miedo a ser abandonado”.

Maldito sea el hombre que confía en el hombre: un projet d'alphabétisationPing Pang QiuamorNo hay temas. Solo hay amor. El amor es el origen Pero la fuerza del amor es tan inmensa como la del hambre, y yo necesito trabajar con esa fuerza". 

Es una obra que responde al tema clásico de las tres edades”.

Lucrecia un encuentro de voluntades a través de un instante belloes lo que te hace comprender el mundo

Perdidos en Nunca Jamás

una pesadilla colectiva “porque tengo ganas de crecer y establecerme”.

País de Nunca Jamás Trabajarás en lo que Estudiastehasta el 13 de octubre.en las que narran sus esperanzas truncadas para con sus hijos y su desazón ante el desastre generacional que se cierne sobre el país.

Perdidos en Nunca Jamás“Es por ella es la que tiene fe y cree en las hadas”,

Más sobre este tema
stats