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El potencial cultural de una ‘startup’

El potencial cultural de una startup

DAVID GARCÍA CASADO

El término inglés startup se asocia a empresas incipientes que surgen de ideas brillantes sostenidas por un desarrollo tecnológico muy fuerte y por la creación de modelos innovadores que habitualmente están relacionados con las redes sociales y el intercambio de información online.

Son estas empresas las que, en realidad, definen los modos en los que nos relacionamos en la red, tanteando los límites y a la vez expresando las necesidades de comunicación de los individuos en sociedades conectadas y globalizadas.

El número de plataformas startup que se crean al año es muy alta, pero las que realmente se llegan a implementar y tienen éxito entre los usuarios son muy pocas. Aun así, la apuesta por un posible nuevo fenómeno como lo ha podido ser Facebook, Twitter, Tumblr, etcétera, resulta muy atractiva para los inversores, ya que la inversión es relativamente baja y el potencial de negocio, en caso de éxito, es muy elevado.

En Nueva York fuimos a visitar a Nick Dangerfield, un emprendedor español que lleva años implementando objetos y plataformas culturales (como la cámara japonesa Harinezumi) y que recientemente ha puesto en marcha una startup junto con un equipo creativo y tecnológico sostenido por grupo potente de inversores. En su oficina, hablamos con él sobre cuál es el secreto de los startups que tienen éxito y cuál está siendo su experiencia.

Nick nos explica que trabajar en Estados Unidos tiene la ventaja de que existe un grupo importante de inversores que puede acercarse a ver los progresos. Además, está la cantidad de talento que se ve atraído sobre todo hacia las grandes ciudades de la Costa Este y por supuesto a Silicon Valley.

Fue en esa región donde comenzó esta industria basada en la dinámica por la que los desarrolladores de ideas y dispositivos venden sus proyectos a grandes corporaciones por sumas elevadas, dinero que reinvierten en otros proyectos que a su vez puedan ser vendidos en el futuro. Se trata del ciclo natural de una startup.

Es raro el caso en el que una pequeña empresa llegue a crecer hasta convertirse en una grande. El proceso de concentración de las grandes empresas es tal que siempre llega el momento en que una grande y consolidada se hace cargo de proyectos exitosos que una empresa pequeña no es capaz de escalar a nivel global.

Cuando le preguntamos en qué se basa el éxito de un proyecto en concreto, nos responde que no es ningún secreto que las plataformas tienen como objetivo lograr una simplicidad de los interfaces que facilite la rápida asimilación y aprendizaje. Además, está el bajo nivel de respuesta que se ha de pedir al usuario y que estén optimizadas para su uso en smartphones.

Creaciones amateur, el fenómeno que arrasa en Internet

En este aspecto, la startup en la que Nick y su equipo están trabajando va a la contra de esta tendencia. Su proyecto, To Be, se trata de un espacio que permite crear campos en los que introducir y combinar imágenes, videos, sonidos y gráficos disponiéndolos en lugares deseados dentro de un espacio de la pantalla que es infinito.

Es una plataforma basada enteramente en la creación de modelos eventuales de comunicación compleja –lo que es en esencia una obra de arte–. Según Nick son los jóvenes, siempre de menos de 25 años, los que más rápido comprenden el funcionamiento y se lanzan a experimentar sus posibilidades, tal vez por que son ellos los que se atreven a pensar fuera de los modelos que nos determinan las grandes corporaciones.

Estos usos de la red representan ejercicios pasionales que surgen de una especie de guetto cultural que es la base creativa de la que se nutren las sociedades que están abiertas al cambio, allí donde quizá por esa misma razón proliferan estas iniciativas.

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