COMUNICACIÓN

Armand Mattelart: “Las redes sociales están marcadas por una concepción neoliberal”

El experto en comunicación belga Armand Mattelart, en la Universidad de Valladolid.

¿Para qué sirven los medios de comunicación? La cuestión, tan pertinente para quienes trabajamos en ellos como para quienes los consumen –o sea, para la práctica totalidad de la sociedad-, marcó el punto de partida y la meta de la longeva carrera como comunicólogo de Armand Mattelart, una de las figuras internacionales más destacadas en la materia. Las respuestas, obviamente, no se reducen a unas líneas. Tampoco a una única percepción.

La del belga se gestó en plenas revueltas estudiantiles en Chile, país al que llegó en 1962 como demógrafo y del que se marchó once años después convertido en teórico de la comunicación y la cultura. El punto de inflexión lo marcaron los mecanismos puestos en marcha en el país latinoamericano para derrocar a Salvador Allende. Aquellos acontecimientos (que plasmó en la película de 1976 La espiral), provocaron un salto cualitativo en su pensamiento, que pasó de la perspectiva del activismo social al político. Lo que vio y vivió, le convenció de la necesidad de analizar y poner a juicio la intrincada relación entre medios y poder. 

Autor de otras obras de referencia como Para leer al pato Donald (escrita junto a Ariel Dorfman), una investigación en clave política sobre la influencia de la cultura popular (concretamente, los cómics de Disney) en la formación de un pensamiento de masa proclive al ideario capitalista, Mattelart (1936), que en enero fue condecorado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Valladolid, ha visitado varias ciudades españolas esta semana para presentar su último libro, Por una mirada-mundo (Gedisa). La obra recoge una extensa conversación con Miche Sénécal, en la que repasa su larga trayectoria en formato entrevista, uno “no corriente”, dice el pensador, pero también más rico, “porque recoge experiencias culturales y generacionales distintas”.

A su paso por Madrid, Mattelart charló con infoLibre sobre algunas de las cuestiones que definen su pensamiento, desarrollado a la largo de medio siglo de carrera. 

El poder y las nuevas tecnologías

De todas las evoluciones y revoluciones tecnológicas que han ido definiendo tanto la forma como el contenido de la información, nos encontramos hoy ante lo que se ha presentado como el más trascendental de todos los hitos: la irrupción de Internet y las redes sociales. Aunque para el comunicólogo resulta “evidente” que estas han propiciado “cambios en la manera de escribir” o han supuesto “un paso más en la productividad”, su visión crítica se concentra sobre todo en la idea de que lo que resulta fundamental es descifrar y comprender las lógicas desde las que han sido implantadas y desarrolladas por el poder que –subraya– ejerce un control sobre las nuevas tecnologías.

“Las redes sociales están marcadas por una concepción neoliberal del individuo. En el siglo XIX, solo los poderosos tenían perfiles públicos, pero ahora eso se aplica a toda la población”, ilustra Mattelart. Esa negación y anulación de la privacidad en pos de la libre circulación de la información halla sus fundamentos en el ideario "ultraliberal", “que se ha colado en todos los intersticios de la sociedad”. Para abordar la problemática, “se hace necesario interrogarnos sobre el significado de los derechos humanos en este mundo de aceleración. Pero estamos corriendo detrás de la tecnología, vamos por detrás de ella”.

Comunicación y control social

Otro interrogante que martillea a Mattelart es la relación entre la evolución tecnológica en materia de información y la evolución de los modos de gobernar, especialmente ahora que nos encontramos en pleno proceso de invención de “nuevas formas de control social”. La renuncia a la vida privada que ha conllevado la irrupción de las redes sociales es precisamente uno los signos que apuntan en esa dirección. “Y una gran traba es que el número de personas que se da cuenta del problema es muy pequeño”. De ahí al totalitarismo, eso sí, media un paso. “Cuando saltó el caso Snowden se habló mucho de que vivimos en un estado orwelliano”, recuerda Mattelart, “pero vivimos en un mundo de democracias reales, es decir, que se encuadran en una realidad”. Para el pensador, esto tiene una implicación directa: que “sí hay maneras de ir contra esta lógica”.

En ese sentido, y aunque existen nuevos medios dedicados a presentar historias y puntos de vista divergentes de la narración dominante (Mattelart cita específicamente al francés Mediapart, socio editorial de infoLibre) el núcleo del avance del pensamiento alternativo se encuentra –se sigue encontrando- dentro de los medios hegemónicos. “En Latinoamérica se está dando ahora un movimiento de reclamación de medios de servicio público, que es algo que se contrapone con lo que está ocurriendo en Europa”, señala el pensador, conocedor de la realidad de ambos continentes. “Y no apoyar o dinamitar la información de servicio público es un medio de control de la población, sí, pero también lo son las políticas de austeridad, que te privan de un derecho fundamental, el de trabajar”.

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Comunicación y seguridad

Desde los tiempos de la Guerra Fría, los medios se han venido utilizando como instrumento para transmitir una extremadamente peligrosa noción: la de que la seguridad prevalece sobre la propia libertad. “Hubo un periodo de desmovilización y luego llegó el 11S, que hace resurgir estas problemáticas”, dice, para después subrayar que no cree que esta vuelta a la imposición de la seguridad como mantra haya sido orquestada por el poder sino que, simplemente, responde a que “estamos atravesando una fase del capitalismo neoliberal”.

“El sistema capitalista ha perdido su credibilidad, y ahora estamos inmersos en un periodo de enfrentamiento de diferentes proyectos de sociedad: hay mucha gente que ya no quiere basar su vida en el productivismo y el consumismo”, resume Mattelart, que trató en profundidad la cuestión de la seguridad como mensaje de masas en su obra de 2002 Historia de la sociedad de la información. “En comunicación, esto se traduce en que también hay muchos movimientos enfrentados, cuyo mayor obstáculo es el problema de que el orden hegemónico controla las nuevas tecnologías. En ese sentido, la revolución tendrá que suceder simultáneamente en las redes y en las plazas”.

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