Literatura española

Marta Sanz: “El mercado intenta convertir a los escritores en bufones”

Marta Sanz: “El mercado intenta convertir a los escritores en bufones”

Marta Sanz (Madrid, 1967), una de las escritoras más relevantes de su generación, tiene muy claro que nada a contracorriente al publicar un ensayo que critica las leyes del mercado, reivindica el papel social de la literatura y del arte y aplica un enfoque marxista a sus opiniones. En la primera página de No tan incendiario (Periférica), su autora ya lanza al lector una declaración de principios así de rotunda: “Aquí no hay vocación de transparencia. Ni de limpieza. Ni de claridad. El exceso de higiene debilita la salud. Este texto aspira a manchar de tinta las manos que lo agarren. Como el papel de periódico”. Fruto de sus reflexiones de los últimos años, de conferencias y de artículos ha nacido este libro “con muchas propuestas, pero también con muchas vacilaciones”, en palabras de la escritora.

Las implacables reglas del mercado capitalista figuran en la diana de la mayoría de críticas de una intelectual que asume la necesidad de participar en las tareas colectivas. Por ello, no duda en señalar con valentía que “muchos escritores y artistas han interiorizado esa lógica del mercado y se autocensuran por miedo o viven una fantasía, una ilusión de libertad”. Profesora universitaria, novelista, poeta y articulista de prensa, Marta Sanz se encuadra en el sector más crítico y más inquieto de la literatura española actual junto a nombres como Rafael Chirbes, Belén Gopegui o Isaac Rosa.

“Muchos escritores y artistas se sienten acomplejados”, confiesa en un café del centro de Madrid, “porque la cultura ya sólo se concibe como una herramienta de entretenimiento y de ocio de tal forma que el mercado intenta convertir a los escritores en bufones, al mismo tiempo que nos obliga a dar siempre la razón al cliente-lector”. Defensora de las causas colectivas frente al individualismo romántico y neoliberal, la autora de No tan incendiario argumenta que “la literatura política se puede hacer hablando de cosas cotidianas”. “Es decir”, agrega, “se puede hablar de sexo al escribir una novela política”.

Se muestra indignada Marta Sanz con el conformismo de los años de aparente bienestar y con esa filosofía de la posmodernidad que otorgaba prestigio a todo aquello que apostara por el ocio puro y la ligereza intelectual. Por el pensamiento débil, en resumen. “Se confundió lo serio con lo aburrido”, explica, “y además en España vivimos una obsesión por ser complaciente con el lector-cliente. La cultura queda reducida a una sola de sus facetas: la de mero objeto de consumo. Así pues, hemos desterrado una literatura que genere desasosiego en el lector, indague nuevos caminos formales y ayude a pensar. De este modo, durante la época de las vacas gordas, la cultura fue concebida por el poder y por los partidos políticos tradicionales como la guinda, el adorno o lo superfluo. Se rompió, por tanto, el vínculo entre cultura y educación que ha sido sustituido por el nexo entre cultura y espectáculo”.

El fin del canon androcéntrico

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La forma y el fondo de la creación literaria resultan elementos indisolubles para Marta Sanz, aunque advierte del peligro de caer en el elitismo. “Está claro”, afirma, “que muchos escritores y artistas seguimos defendiendo una cultura popular, aunque tengo mis dudas sobre la definición de cultura popular. En cualquier caso, tengo claro que la cultura popular no es sinónimo de una cultura de masas alienante”. A juicio de la escritora, “ahora sólo importa lo cuantitativo y no lo cualitativo en una sociedad donde los lectores se ven a sí mismos como puros clientes y donde han desaparecido los grandes pensadores”.

Tras admitir que tanto la izquierda española como la europea en general han carecido de intelectuales de relieve después de la caída del muro de Berlín en 1989, Marta Sanz destaca a dos filósofos que han sobresalido en los últimos años. Se trata del esloveno Slavoj Zizek, autor de la teoría de la violencia sistémica y sus respuestas sociales, y del francés Alain Badiou, un acérrimo detractor de los posmodernos y que ha reivindicado de nuevo el concepto de verdad en la filosofía.

No hay nada premeditado en Marta Sanz a la hora de elegir un género literario. Comenzó a escribir poesía para darse más tarde a conocer como novelista (La lección de anatomía y Daniela Astor y la caja negra son sus títulos más recientes) y en la actualidad salta de un género a otro, incluidas sus colaboraciones en varias publicaciones, incluida tintaLibre, el mensual en papel de de infoLibre. Con No tan incendiario Marta Sanz ha publicado un ensayo con voluntad de agitar las concienciasNo tan incendiario que está estructurado en párrafos que no llegan a ser aforismos, pero en un tono muy asertivo. “He buscado”, explica la autora, “que la forma reflejara las dudas de las gentes que somos asertivas porque la seguridad siempre implica un riesgo”. Así las cosas, la escritora ha lanzado una piedra en un estanque intelectual que fue plácido hasta hace bien poco y que ahora aparece muy revuelto por la tormenta de la crisis. El debate está servido.

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