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“Nacemos con tres pecados: indígenas, pobres y mujeres”

La autora del libro, Marta Gómez-Rodulfo, junto a la protagonista, Eufrosina Cruz.

Marta Gómez-Rodulfo llegó a México en 2007 para comenzar una nueva etapa en su carrera como periodista freelance. Al poco de llegar, supo que en una pequeña comunidad del estado de Oaxaca una joven indígena era candidata a presidenta municipal (lo que aquí sería alcaldesa), hasta que el hombre que entonces ostentaba el cargo decidió que su solicitud no era válida. Porque era mujer.

Eloy Mendoza Martínez, el presidente municipal, aceptó en un principio la candidatura de Eufrosina Cruz para aparentar modernidad y respeto a la igualdad. Sin embargo, al ver que la joven iba a la cabeza, la Asamblea Municipal (formada por hombres) decidió romper todos los votos que había obtenido. El caso se hubiera quedado ahí, de no ser porque Eufrosina Cruz decidió seguir peleando. Pronto, los medios de comunicación empezaron a hacerse eco de su historia y de su valentía. Así llegó Marta Gómez-Rodulfo hasta ella, y así empezó la aventura de Alas de Maguey, la lucha de Eufrosina Cruz Mendoza.

“Eufrosina me dejó hechizada”, recuerda la periodista, “tiene una personalidad increíble, con mucho carisma, a pesar de que solo tenía 27 años por aquel entonces”. Los viajes de esta periodista de Salamanca a la comunidad indígena de Eufosina y su amistad con la joven le animaron a seguir su historia y contarla en un libro. Ni ella ni Cruz podían pensar que la situación evolucionaría hasta convertirse esta en la primera mujer (y la primera persona indígena) presidenta de la Comisión de asuntos indígenas del estado, responsable de administrar los presupuestos en las comunidades indígenas.

La invisibilidad de la mujer indígena

Cruz es una de de los 15 millones de personas indígenas que viven en México (103 millones de habitantes). “México es un país muy, muy racista”, asegura Gómez-Rodulfo, “y los gobiernos presumen de puertas para afuera de la diversidad cultural (hay 54 lenguas diferentes), pero de puertas para adentro, los indígenas son los que sirven la casa, cosen los folklores, hacen las tortillas…”. La Constitución de México dice que los hombres y las mujeres son iguales y que, por supuesto, ambos tienen los mismos derechos para votar. Pero la Constitución también dice que se respetan los llamados usos y costumbres (o abusos y costumbres, que diría Cruz).

Esos usos y costumbres no están escritos en ninguna parte. Forman parte de la tradición oral que se transmite de generación en generación en las comunidades indígenas. Según esas creencias, las mujeres no pueden votar y mucho menos ser elegidas representantes de sus respectivas comunidades. En la mayoría de las ocasiones, los padres casan a sus hijas a los doce o trece años con hombres mucho mayores que ellas. La hermana de Eufrosina Cruz tenía nueve hijos al cumplir los treinta años. “Nacemos con tres pecados", suele decir Cruz, "somos indígenas, somos pobres y encima somos mujeres”.

Además de la lacra que supone el machismo y el racismo imperantes, Marta Gómez-Rodulfo critica sobre todo el poder del caciquismo. “Los caciques, los señores que gobiernan esas comunidades, lo han hecho así toda la vida -se lamenta-, no ha habido nunca esa figura que diga “pues a mí me da igual lo que dijera mi bisabuelo, los tiempos están cambiando”, que es lo que hizo Eufrosina Cruz. Esta lucha por la igualdad le supuso amenazas, y ser detestada por buena parte de su propia comunidad, temerosa de los cambios. “En una ocasión, provocaron un incendio en una carretera para que no pudiera pasar”, relata la periodista, “por lo que se veía obligada a tomar medidas de seguridad, como cambiar de coche, ir siempre protegida por amigos, etc.”. También la periodista y Antonio Turok, el fotógrafo que la acompañó durante el viaje, tuvieron que tomar medidas de seguridad.

Los logros de Eufrosina Cruz

Cruz  se marchó sola a la ciudad para seguir estudiando en una universidad pública de Oaxaca, lo que le valió muchas críticas en su comunidad pero también el apoyo de muchos jóvenes. “Tardó mucho en meterse en política”, cuenta Gómez-Rodulfo, “ahora la ves y parece que nació para eso, tiene un don para hablar". La difusión de su lucha por los medios de comunicación le hizo ganar muchos puntos entre otros políticos del Gobierno, que la animaron a seguir participando en política hasta que en 2010 se convirtiera en Presidenta del Congreso de Oaxaca y poco después en responsable de la Comisión de Asuntos Indígenas. También captó la atención de profesores de universidad, que la invitaron a realizar ponencias. 

“Lo más paradigmático de Eufrosina -cuenta la periodista- es que ha logrado cambiar un artículo de la Constitución de su Estado para que las mujeres indígenas puedan votar o ser votadas. Ahora lo que quiere es cambiar la Constitución de todo el país. Es algo muy revolucionario.” Y años después de llega a México, la periodista asegura percibir el cambio. “El tema de la igualdad está más de actualidad y la gente está más comprometida con esas tareas. Eufrosina ha logrado cambios pero hay mujeres que no se atreven, no todas son tan valientes, porque te pueden matar. Allí no te dan un toque, directamente te matan. A lo mejor hay mujeres que han querido hacer algo pero otros le han parado los pies”.

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La colaboración de Poniatowska y Sanjuana Martínez

A pesar de que el libro sale ahora en España en versión ebook, en México se publicó hace años y tuvo una gran acogida, especialmente en bibliotecas y escuelas, donde la historia de Eufrosina es una fuente de motivación para muchos alumnos. Tanto el prólogo del libro como la presentación en México corrieron a cargo de Elena Poniatowska (recientemente galardonada con el Premio Cervantes) y Sanjuana Martínez, una reconocida periodista de investigación mexicana. “Elena [Poniatowska] es una mujer muy comprometida", dice la autora, "ella siempre hace gala de que primero es periodista y en el tema de las mujeres siempre ha estado ahí. Para mí que le gustara mi libro fue como… ¡Guau!”.

Gómez-Rodulfo confía en que la historia de Eufrosina Cruz tenga un efecto rebote en las mujeres que la descubran, empezando por las españolas. “Aquí estamos mas avanzados, hay más ecuanimidad a nivel de capacidades y de que todo el mundo crea en la mujer, creo que eso está superado en España”, opina. “Si hubiera una presidenta del Gobierno -señala-, la gente estaría más que preparada”. “Sin embargo, quizás si vemos lo que les pasa a otras mujeres, como Eufrosina, lo sintamos como un espejo de que, efectivamente, aquí tendría que haber más mujeres políticas, mujeres que ayuden a otras, y que queda mucho por hacer”.

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