Cine

Fernando Coimbra: “Los cambios en Brasil se están reflejando en el cine”

Un fotograma de 'El lobo detrás de la puerta'.

Hay crímenes que por su sinsentido y su brutalidad quedan grabados a fuego en la memoria de aquellos que los escuchan. Algunos llegan incluso a convertirse en tragedias nacionales cuyos ecos mediáticos se pueden expandir a lo largo de cientos de reportajes y decenas de años. Algo así ocurrió en los años sesenta en Brasil. El truculento suceso, que tuvo lugar en los suburbios de Río de Janeiro, involucraba a un hombre, una mujer y la hija de ambos, además de la joven amante del primero, principal sospechosa de la desaparición de la pequeña. 

Cuando Fernando Coimbra leyó el relato de aquellos hechos años después, en una vieja revista, no pudo de dejar de darle vueltas a cómo se pueden llegar a deteriorar tanto las relaciones humanas como para que una situación superable acabe por convertirse en un drama sin solución. Y así estuvo con el runrún nada menos que durante quince años, hasta que por fin plasmó todas las ideas que le surgieron en torno a esta historia en El lobo detrás de la puerta, un thriller que se alzó, entre otros varios galardones internacionales, con el premio Horizontes Latinos en el pasado festival de San Sebastián.

“En aquel momento fue un auténtico shock, la historia se hizo muy famosa, salió en todos los periódicos y aún a día de hoy en Río la gente recuerda lo que pasó”, explica por teléfono el director, que presenta con este su primer largo tras haber realizado varios cortos y haber trabajado en el teatro. “Lo que pasa es que se ha convertido en una especie de leyenda urbana, y la gente ya no sabe muy bien si es real o ficticia”.

Él sí lo tiene claro: el suceso en sí fue verídico, pero lo cierto es que él ha añadido partes que son producto de su imaginación para crear una potente trama de suspense que arranca nada más comenzar el filme y va creciendo en intensidad hasta bordar un logrado desenlace. “Quería concentrarme sobre todo en la intimidad de los personajes”, abunda. “Los cortos en los que había trabajado trataban sobre el lado oscuro de las relaciones, lo que ocurre entre dos personas, los aspectos más brutales o sexuales, y era mi intención continuar en ese sentido”.

A partir de la noticia del secuestro de la niña, los tres personajes adultos se dan cita en la comisaría de policía para ofrecer sus respectivas versiones de los hechos, lo que genera una maraña de secretos y mentiras que se irán desanudando hasta llegar por fin a la brutal verdad. Narrada con un ritmo de intensidad in crescendo, la película es además uno de los pocos ejemplos de cine de suspense salidos de Brasil, un país más acostumbrado a los extremos del drama o la comedia.

Los brasileños votan en unas elecciones presidenciales con Rousseff de favorita

Los brasileños votan en unas elecciones presidenciales con Rousseff de favorita

La situación, no obstante, parece estar dando un giro de la mano de Coimbra y otros directores coetáneos como el recién estrenado Felipe Barbosa o el más experimentado Marcelo Gomes, que se han introducido en el terreno del thriller como medio para hablar de una realidad cambiante en su país. De hecho, el cineasta ya avisa de que seguirá por el mismo camino con su segunda película, para la que ya está escribiendo y el guion, y que será -asegura-, aún más estremecedora y con un humor más negro que esta, aunque centrada esta vez en la barriada más opulenta de la megalópolis brasileña. 

“Hay varios aspectos que contribuyen a esta oleada de nuevos cineastas”, aventura a explicar Coimbra. “Los directores de mi edad hemos crecido viendo filmes todo el tiempo, somos grandes cinéfilos. Y además, no tenemos ningún compromiso ideológico: antes había una clara tendencia antiestadounidense, pero ahora nosotros somos cineastas que intentamos buscar un equilibrio entre el cine de autor y el comercial”.

Los cambios en el país sudamericano, donde una importante masa de población ha emprendido el camino de salida de la miseria, también influyen en esta nueva tendencia cultural al alza, como ya ocurriera –aunque después se truncara- en la década de los sesenta, cuando se dio un poliédrico boom artístico. “Cuestiones como la pobreza o la violencia se están transformando, ahora hay una mayor clase media”, subraya el director. “Por eso, ahora ya no pensamos tanto en esos temas, sino en otros más universales. Los cambios en Brasil se están reflejando en el cine”.

Más sobre este tema
stats