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Los recuerdos ya no son lo que eran

Un fotograma de 'El árbol magnético'.

Ahora que la emigración se ha convertido en necesidad material, olvidamos a veces que en otros tiempos, no tan lejanos, el concepto podía asociarse con otros como el de libertad. O aventura. También, sin duda, con el de desarraigo. Con buscar en el mundo lo que no se puede encontrar dentro de uno mismo. De ese punto parte la historia mínima de El árbol magnético, una película íntima y melancólica, de esas en las que sin decir nada uno lo entiende todo.

Protagonizado por Andrés Gertrúdix y Manuela Martelli, el filme de Isabel Ayguavives, de estreno este viernes, es testigo de una reunión familiar en el Chile rural. Tras años fuera de su país, recién llegado de España, el protagonista, Bruno, se rencuentra con un pasado que ha idealizado y que, por mucho que se empeñe, ya no responde a la imagen fija que guardaba en su memoria. 

Como contrapunto está su prima política, Nela, a quien le une un vínculo especial que solo se deja intuir, y que, al contrario que él, ha vivido aferrada todo este tiempo al pedazo de tierra del que él quiso escapar. A punto de vender la finca donde transcurrió su infancia, ambos se reunirán allí junto a sus padres, tíos y demás familia durante un fin de semana en el que levantarán el velo de olvido con el que el tiempo había cubierto sus vidas en común.

La trama, como cuenta la directora (Ferrol, 1974), que firma su primer largo con esta película después de haber realizado tres cortos y mucha televisión, surge de una experiencia personal, cuando una década atrás acompañó a un amigo al país andino. “Su familia me atrapó, y tiempo después fueron sedimentando sentimientos que fueron el germen para la película”, recuerda, para subrayar que fue por esta razón por la que eligió Chile como enclave, a pesar del reto que suponía rodar una ópera primera en un país extranjero. “Incluso me recomendaron no hacerlo, pero la historia salía de una pulsión sincera”.

El árbol que da título al filme –que ha sido premiado en los festivales de Valdivia y Madridimagen–, aunque no es el que se ve en pantalla, sí tiene un origen real. Debido a que se encuentra en un desnivel, da la impresión de atraer a los objetos como si poseyera una extraña fuerza magnética. “Es algo real que conocí, y que se presta a diferentes interpretaciones. Es un sitio fascinante: llegas por un camino de tierra, y el árbol está totalmente aislado”, apunta Ayguavives, que siente sobre aquel recuerdo algo similar a lo que sus personajes: “Si volviera a verlo después de tanto tiempo, a lo mejor se rompería el encanto”.

Andrés Gertrúdix e Isabel Ayguavives, protagonista y directora del filme. | EFE

Cambiar el mundo desde (una) casa

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Como único español de un elenco de estrellas chilenas, para Gertrúdix (Madrid, 1977), quien da vida a Bruno, el emigrado, la experiencia ha resultado totalmente enriquecedora. “Chile es un país emergente culturalmente, ahora tiene más presencia internacional a nivel del cine, porque saben que es identidad, memoria, cultura”, subraya el actor, que se lamenta del desapego por la creatividad que existe a día de hoy en las instituciones españolas. “Hay películas que son entretenimiento, pero también hay películas que nos ayudan a conocernos, a ser mejores, y ese cine aquí no se valora más que por una minoría”.

Grabado en dos meses, y sin casi tiempo para ensayar, el filme, una coproducción hispanochilena, consigue transmitir una sensación de grupo, de intimidad familiar. "Hice grandes amigos", reconoce el protagonista, que ha participado en películas como 10.000 noches en ninguna parte o El orfanato, y que tiene pendiente de estreno otro título que también gira en torno a los conceptos de emigración y de la identidad, Las altas presiones.

"La idea de no pertenecer a ningún sitio, de la búsqueda constante, es algo muy de hoy", asegura Gertrúdix, que defiende este tipo de cine pequeño e intimista pero con vocación de grandeza. "Todos los artistas querrían ser Dalí y tener colas en el museo con sus retrospectivas, pero también es bueno no dejarse contaminar por las ideas dominantes". 

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