Arte

Cada jardín es un universo

'Candle TV', de Nam June Paik.

Si un extraterrestre observara nuestro planeta desde las alturas, percibiría cómo en los últimos siglos Occidente se ha movido a un ritmo vertiginoso, agobiante incluso, mientras que, en el otro lado, Oriente ha permanecido relativamente estático, como el fluir de un río de aguas calmas.

A partir de esa dicotomía fundamental, poco más que una trivialidad sin verdadero fundamento, el maestro paisajista Mirei Shigemori, uno de los más destacados del siglo XX, planteó una nueva manera de concebir el tradicional jardín japonés. Lo que quiso no fue poner de relevancia esta tensión entre polos opuestos, sino todo lo contrario: diluirla para, así, unir en un círculo los extremos.

Double Rift I, de Richard Serra.

Aquellas ideas han servido de base para la tesis de la historiadora del arte y comisaria Alicia Chillida, que ha levantado en La Casa Encendida sus particulares Variaciones sobre el jardín japonés. La muestra, que puede verse hasta el 7 de septiembre en Madrid, se trasladará el 19 de ese mismo mes al espectacular entorno de la Alhambra de Granada, donde permanecerá abierta hasta el 15 de enero del próximo año.

Concebidos como espacio dentro del espacio, como una suerte de reflejo y fusión del macrocosmos del universo y el microcosmos del yo, los jardines de Shigemori, recogidos en fotografías, forman una de las patas de la exposición, que se complementa con otras obras bien realizadas por artistas japoneses, desde caligrafías hasta instalaciones, o bien por creadores europeos a la manera de Japón. Enfrentadas –aunque no necesariamente en el espacio expositivo– se presentan otras de factura occidental.

Puestas en común, todas las piezas quieren dar lugar a un todo que habla del concepto de “eterno moderno”, acuñado por el paisajista nipón. La tensión entre pasado y presente, entre lo bello y lo útil, entre arriba y abajo o dentro y fuera, da lugar así a un flujo indisoluble, homogeneizado por la música, presente en la idea de variación en su acepción de composición, así como audible físicamente en las salas expositivas a través de la melodía de John Cage Ryoanji.

La elección de la banda sonora no es en absoluto casual: cuenta la comisaria que la inspiración le surgió observando el jardín de zen de Ryoanji, en Kyoto, un espacio del siglo XV donde todo lo que hace falta para entrar en él es mirarlo. De ahí desarrolló la idea de un emaki que ella misma realizó en 2010, y que ahora ha trasladado al formato exposición: un libro plegado a modo de abanico que arranca en un jardín de Shigemori, y que representa la evolución a través del tiempo y el espacio. 

En el recorrido se pueden ver, además del propio emaki, piezas como un Concepto espacial de Lucio Fontana –uno de esos lienzos rasgados que quieren poner de relevancia la bidimensionalidad de la pintura frente a la tridimensionalidad de la realidad- junto a un enorme cuadro del escultor Richard SerraDouble Rift I- en el que tres rectángulos negros no del todo perfectos se ponen uno al lado del otro, lo que da lugar a pequeños triángulos blancos, una especie de materializaciones del vacío.

También está presente Yves Klein con su célebre fotomontaje El pintor del espacio se lanza al vacío y con una de sus luminosas pinturas monócromas IKB, que quieren evocar la noción del todo y su ausencia como las dos caras de una misma moneda. Esas abstracciones, las ideas de vacío, de materia, de algo o de ninguna cosa, son las mismas que representan los jardines japoneses, concebidos como páginas en blanco en las que las rocas o los objetos evocan la materia que flota en la nada del universo, y que se atraen o se repelen por medio de fuerzas encarnadas en las marcas del rastrillo.

Hay más artistas: Yoko Ono, Juan Hidalgo, James Lee Byars, Cildo Meireles... Y todos ellos tienen algo más en común: sus obras datan de los años sesenta del siglo pasado. Ejemplifican así, como reza la nota de la exposición, "la conquista artística de su tiempo, a través de una recuperación de la energía de las culturas prehistóricas japonesas, para radicalizar el presente y trascender las ideas tópicas de estatismo oriental y dinamismo occidental, así como la dicotomía entre tradición japonesa y modernidad occidental".

Jardín japonés de Mirei Shigemori.

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Imagen vertical: 'El pintor del espacio se lanza al vacío', de Yves Klein. 

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