Cine

El pop se toma su antídoto

Un fotograma de la película de Robert Frank Cocksucker blues.

Hace solo unos días, el 5 de agosto, se celebraba el 52º aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, icono de trascendencia inalcanzada del celuloide y, con él, de la cultura de nuestra contemporaneidad. La belleza, la elegancia y el poder de seducción de la actriz quedaron para la posteridad tanto como su mirada perdida y su patente melancolía, rayana con la alienación, que tan portentosamente capturaron con su objetivo –especialmente es sus últimos años de vida- fotógrafos como Bert Stern, quien realizó con ella su última sesión, o Richard Avedon.

Su muerte temprana, oscura y terrible, se erige en perfecto ejemplo de la trastienda de la fama, del otro lado del glamur. Como musa y protagonista del arte popular, Monroe representa una conjunción, la del pop y el antipoppop y elantipop, que el Museo Reina Sofía saca ahora a debate con el ciclo de cine Seducción y Resistencia. En los límites del pop, en el que hasta el 28 de agosto se proyectarán películas de directores como Jean-Luc Godard, Tony Richardson, Andy Warhol o Derek Jarman. Especialmente rara será la proyección de Cocksucker blues, del fotógrafo Robert Frank, un documental sobre los Rolling Stones largamente vetado.

Mike Kuchar, 'Sins of the Fleshapoids', 1965.

El pretexto para proyectar la serie de películas, divididas en ocho sesiones temáticas, es la muestra que actualmente acoge el museo, una gran retrospectiva del británico Richard Hamilton, pionero a la par que azote del pop art. De ahí, de esa idea de fascinación mezclada con repulsión surge el título del ciclo –Seducción y resistencia- que, como explica Chema González, jefe de actividades culturales del museo, “trata de hacer una cartografía por los momentos que, estando asociados a los intereses del pop, se enfrentan a las ideas que tenemos del pop”.

Lo dijo el propio Hamilton. El pop art es “popular, efímero, prescindible, barato, producido en serie, joven, ingenioso, sexy, divertido, glamuroso y un gran negocio”. Es decir, que tiene sus cualidades positivas, pero también su contrapunto. Como también lo tuvo el propio movimiento estilístico, nacido en los años cincuenta y que, en su vertiente europea, con el británico a la cabeza, quiso ser más crítico con la sociedad de consumo en la que se contextualizaba que su primo hermano estadounidense, cuyo máximo exponente fue el más (aunque no siempre) superficial Andy Warhol.

EEUU vs Europa

Esa distinción entre las diferentes aproximaciones desde Europa y EEUU se mantiene en el ciclo de películas, que ha sido comisariado por Juan Antonio Suárez. De este lado del Atlántico, la primera sesión arranca con una propuesta británica. Si en el mundo del arte el Independent Group, en el que Hamilton participó, quiso espolear el debate en torno a la incipiente cultura de masas, el cine tuvo su réplica con el movimiento Free Cinema, que buscó reflexionar sobre el significado y el papel de la imagen en la cultura (audio)visual. De ellos se mostrarán varios de sus trabajos documentales, que giran en torno a Londres “como gran signo visual de un nuevo tiempo, como ciudad en la que se unifican el espacio de trabajo y el de ocio”.

El bombardeo de imágenes al que se somete al individuo-masa en la era de la televisión es otra de las cuestiones que se analizan desde un punto de vista crítico en el ciclo. Este tema, concretamente, corre a cargo de cineastas como Bruce Conner o Stan Vanderbeek, cuya sesión llevará por título El collage de la esfera pública. La siguiente entrega transportará la discusión al campo de lo individual de la mano de Jean-Luc Godard y su famosa La mujer casada, película en la que, como señala González, el director francés quiso poner especial énfasis en la idea de “mercantilización del espacio privado”, un tema que ya exploró Hamilton en su célebre Qué es lo que hace a los hogares de hoy en día tan diferentes, tan atractivos.

Del lado estadounidense se presentan obras que fueron precursoras del cine underground de David Lynch o John Waters, que realizaron a partir de los años sesenta directores como los hermanos Kuchar, concentrados "en desmontar los estereotipos del cine de serie Z" o del propio Andy Warhol, cuyo cine, dice González, marcó "un contrapunto a su obra visual". "Él reproduce las estrategias del cine masivo para analizar cómo convertir a los integrantes de la Factory en superestrellas y así plantear preguntas como ¿Qué es la fama?".

Además de los filmes del icónico artista, raramente proyectados, otro pase especial será el de Cocksucker Blues, del fotógrafo Robert Frank, que viajó con los Rolling Stones en su tour de 1972. "Es una película que muestra el estrellato como un cóctel de aburrimiento y exceso, como algo plano pero con aura", detalla González sobre la película, que se concentra en la idea de la fama como consecuencia de la nueva sociedad del siglo XX.

Con un planteamiento cercano al cinema verité, aquel documental fue censurado por la banda, que quedó descontenta con los resultados, hasta que unos años después accedieron a que se realizaran contadas proyecciones, siempre y cuando Frank estuviera presente.  Ahora que el fotógrafo ya es anciano (tiene 89 años), el veto se ha levantado, aunque sigue siendo complicado visualizar la película, que "trata la idea de la cara oculta de la celebridad", aquel lado oscuro de la Marilyn rutilante de Warhol.

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