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postales desde el exilio

“Preferiría trabajar en España de profesora, pero las posibilidades son ínfimas”

Carolina Hernando, delante del Taj Mahal.

Carolina Hernando, de 24 años, llegó a la India en agosto de 2011. Y tiene planeado quedarse todavía un tiempo. Principalmente porque piensa que regresar y conseguir un trabajo de lo suyo es una ecuación prácticamente imposible. Dice que en el futuro, si tiene hijos, le gustaría que creciesen en España, aunque es una posibilidad que ve cada vez más distante. "En cualquier caso, parece que la España del futuro no será igual a la que yo recuerdo, lo cual es un tanto descorazonador y, a la vez, tristemente, hace posible que ser exiliado sea más sencillo", lamenta.

Estudió Filología Clásica con el objetivo de ser profesora de latín, pero como no encontró trabajo en ese ámbito, se especializó en el español. La primera vez que pisó la India fue tras acabar la carrera con una beca Faro para trabajar como profesora de español. "Al acabar la beca, volví a España, esperando tener más suerte que antes de marcharme, ya que tenía ocho meses de experiencia docente. No encontré trabajo de absolutamente nada, así que volví a India, al mismo puesto que antes pero, esta vez, sin beca", relata. A su juicio, la situación que se vive en España es "bastante desesperanzadora". "Para mí es más beneficioso ganar experiencia en el terreno de la educación, que en cualquier trabajo temporal que, con suerte, pudiera encontrar allí. Claro que preferiría trabajar allí de profesora, pero dada la situación, las posibilidades son ínfimas", lamenta. 

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Para ella, lo más complicado de estar fuera es no poder estar con su familia, sus amigos y sus gatos. "La India además es un país en vías de desarrollo, por lo cual en muchas ocasiones la comunicación se hace difícil de establecer. La cultura es tan diferente de Europa que muchas veces colapsas y necesitas tomarte un descanso, del tráfico, de la gente, de la comida picante…", señala. Carolina considera que "el cambio cultural es lo más duro para cualquier exiliado"

Entre las cosas que más echa de menos, además de la comida, hay cosas cotidianas como poder salir a la calle a dar un paseo, los parques, las aceras o las terrazas de los bares. También otras como pasar desapercibida, el silencio, ver vacas en el campo y no en las calles. Y una que duele especialmente: "No ver tantísima pobreza…". 

Este verano tampoco tendrá días de "ocio, calor, playa y cervezas con los amigos", que es lo que ella recuerda de esta época estival. "En India el verano es monzón, trabajo y más del mismo caos generalizado. Pero no penséis que no me gusta la India, es un país increíble, pero hay que saber adaptarse a él. ¡No todo el mundo lo hace!", advierte. 

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