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Libros

Cuando el reportaje se convierte en gran literatura

Chaves Nogales

Los 10 autores que aparecen en el libro compaginaron periodismo y literatura y demostraron que una buena crónica alcanza, sin duda alguna, la categoría de género literario. Entre finales del siglo XIX y durante el primer tercio del siglo XX, el periodismo español vivió una época dorada abarrotada de profesionales que conocieron las historias sobre el terreno y que supieron más tarde plasmarlas con una portentosa calidad literaria.

La proyección de algunos de ellos ha llegado por suerte hasta nuestros días, pero muchos otros maestros del periodismo figuran en la lista de ilustres desconocidos. La revista digital FronteraD, que apuesta por el periodismo narrativo, ha decidido crear una colección de libros en papel que ha arrancado con este volumen que reúne reportajes de Rafael Barrett, Magda Donato, Luis de Oteyza, Ramón J. Sender, Sofía Casanova, Manuel Chaves Nogales, Carmen de Burgos, Blanco White, José Martí y Pedro Antonio de Alarcón.

“Sus reportajes y crónicas de viajes ya eran auténticas novelas”, explica el periodista Eduardo del Campo, que se ha encargado de seleccionar a los autores y de redactar unas muy útiles introducciones para los distintos maestros y para sus respectivas crónicas. “Todos ellos ejercieron el periodismo sobre el terreno y todos cumplieron con esa máxima tan sencilla y tan imprescindible, en cualquier tiempo y lugar, de que el periodista debe ir a los sitios, ver lo que pasa y contarlo. Este periodismo narrativo les sirvió a gente como Sender y Chaves Nogales como base de sus novelas y de sus relatos”, afirma Del Campo que ha empleado como criterio de selección, aparte de la calidad literaria, que los textos publicados hace décadas guardaran una relación con la actualidad.

“Parece mentira”, añade el periodista-editor, “pero los reportajes de Magda Donato sobre los comedores sociales en el Madrid de la República, las crónicas de Chaves Nogales sobre los conflictos en Rusia durante la Revolución o los relatos de Pedro Antonio de Alarcón sobre la guerra de Marruecos podrían escribirse hoy porque los problemas han permanecido”. A la hora de responder a la cuestión de si ahora, en plena era de Internet y de las redes sociales, resulta posible escribir un periodismo narrativo de largo aliento, como en aquella época, Del Campo muestra un ángulo optimista y otro pesimista. “Las limitaciones del periodismo de hoy se llaman falta de tiempo, plantillas escasas y mucha precariedad laboral. Sin tiempo ni dinero resulta difícil que afloren el talento y la calidad literaria. A pesar de ello, están surgiendo también en la actualidad iniciativas que apuestan por un periodismo narrativo y que cuentan con auténticos maestros de este oficio de contar”.

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Otro hilo conductor de los maestros del periodismo de finales del XIX y principios del XX pasaba por una actitud irrespetuosa con el poder y por una voluntad firme de denuncia de las injusticias. La crónica irreverente de Carmen de Burgos, Colombine, sobre una audiencia con el papa Pío X o el estremecedor reportaje de Magda Donato, disfrazada de pobre hambrienta en un comedor social, sirven para recuperar lo mejor de un periodismo riguroso, pero no neutral; combativo, pero no maniqueo; literario, pero no engolado. Todos ellos siguieron las palabras de aquel discurso de Antonio Machado, a propósito de la aparición de un periódico en Baeza en 1915 y que recoge Maestros del periodismo como epílogo: “La prensa contribuye a crear la vida ciudadana, es un reflejo, acaso el más fiel, de la conciencia colectiva”.Maestros del periodismo

A propósito de las dos periodistas-escritoras citadas (a las que hay que añadir en el libro un texto de Sofía Casanova), el coordinador de Maestros del periodismo ha tenido la intención deliberada de incluir a varias mujeres.Maestros del periodismo A juicio de Eduardo del Campo, “persiste una discriminación latente hacia las mujeres en los medios de comunicación, a pesar de que ellas representan un porcentaje muy importante, a veces incluso mayoritario, en las redacciones”. Libro pensado para periodistas, profesores y estudiantes o para cualquiera interesado en disfrutar con el buen periodismo, como sinónimo de gran literatura, esta antología pretende, en palabras de Del Campo, “estimular a los jóvenes a leer a los maestros”.

Cuando se le pregunta al editor, que ha dedicado meses a la selección de los textos, por el relato que más le ha impresionado no duda en citar a Pedro Antonio de Alarcón y su Diario de un testigo de la guerra de África,Diario de un testigo de la guerra de África escrito en 1860. “Alarcón”, señala Eduardo del Campo, “se empotró con las tropas españolas que fueron a sofocar las revueltas en Marruecos y fue a la guerra con esos sueños patrióticos de grandeza tan característicos de la época. Llegado al campo de batalla, el joven periodista sufre el contraste con la terrible realidad de un conflicto que no tiene nada de romántico. Allí contempla los rostros demacrados de los prisioneros marroquíes o los ojos vacíos de los cadáveres de muchos soldados enemigos. De este modo, humaniza a los enemigos y brinda una crónica escalofriante de los horrores de una guerra”.

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