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Música

Ismael Serrano: “La gente siente ahora que puede influir”

El cantautor Ismael Serrano estrena disco: 'La llamada'.

Dentro de una llamada hay también una llama. La que “alumbra, la que comienza el incendio. Una llama primigenia que tiene que ver con lo primigenio de la música”. Y que se inserta en esa llamada “al cambio, a la participación de la ciudadanía”. Conjugadas la llama y La llamada, que también tiene que ver con el sonido muchas veces espontáneo y siempre festivo de los tambores que convocan al carnaval en Uruguay, dan forma al último disco del cantautor madrileño Ismael Serrano, publicado este mismo martes.

Dividido entre el lirismo del amor y la fuerza subversiva de la contestación, el músico regresa por la misma senda bifurcada, a la que suma otro paso adelante. Y lo hace renovado por fuera y por dentro. De este lado, porque ya ha pasado la barrera de los cuarenta y lo celebra con el reciente nacimiento de su hija, gran protagonista e interlocutora del disco. De aquel, porque una vez digerido el cabreo infinito de la crisis –que él volcó en buena medida en su anterior disco, de 2012, Todo empieza y todo acaba en ti- ha alcanzado un estadio más positivo, uno en el que cree que es mejor construir que derribar.

 

“Puede ser un poco una evolución natural, desempolvarse un poco del impacto que produce la indignación extrema”, explica a infoLibre, en un día en el que va encadenando entrevistas para presentar su trabajo. Con sus nuevas canciones, doce más una, insta así a “no asumir la derrota como algo inevitable. Hay una vocación de cambiar muy grande, y eso te lleva a reivindicar derechos fundamentales, como el derecho a la alegría”. Tomada la expresión de un poema de uno de sus referentes, Mario Benedetti, ese legítimo anhelo de vivir e intentar ser feliz en el camino ha de traducirse en “la recuperación de la autoestima, en una evolución del estado de ánimo”.

Decidido a dejarle ese sentimiento como herencia a su hija, el artista ha creado junto al disco una suerte de vídeo-diario en el que, dirigiéndose a ella directamente, recoge pedazos de la actualidad y de su propia existencia a modo de testimonio de un tiempo y un lugar. Con una estrecha relación con Argentina tanto en lo profesional como en lo personal, dado que su pareja es natural de allí, Serrano toma el país sudamericano -al que menciona también en el clip de La llamada- como ejemplo de que, a pesar de los escollos, se puede y se debe dar batalla. "En aquella crisis de 2001 la música fue muy protagonista en la vida de los ciudadanos", subraya, "sobre todo la música local, que sirvió de espacio de encuentro, de medio para sortear el miedo". 

El “ilusionante” asentamiento de los movimientos sociales y los nuevos partidos forma parte fundamental de esa perspectiva restaurada sobre la vida en tiempos de crisis. Con ellos, muchos ciudadanos, y sobre todo los jóvenes, históricamente más desapegados de lo político, han comenzado a organizarse, actuar y “cuestionar el relato y las instituciones que han impuesto su modelo de forma hegemónica”. “La gente siente ahora que puede influir”, agrega Serrano (Madrid, 1974). “Cuando la vida se precariza, eso influye en el estado de ánimo, se corroe el carácter. Por eso se demanda otra sensibilidad, con nuevos espacios de encuentro”.

La tarea que desempeñan movimientos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca es por ejemplo uno de los objetos de la loa del cantante que, en el tema La casa y el lobo, intenta explicar la situación a su pequeña. Aunque los desahucios sean, como él mismo señala, "algo difícil de entender, como es difícil entender la crueldad humana o la política al servicio de los mercados. Que haya gente impasible ante el sufimiento humano va contra natura. Es como cuando un bebé llora y se contagia a los otros, creando un coro de lágrimas. Somos animales empáticos, aunque solo sea por instinto de superación". 

Ismael Serrano, el cantautor que no quiso dejar de ser cantautor

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Ese “aire fresco” que no obstante sobrevuela el ambiente se deja sentir en su música precisamente como eso: aire fresco. “A la hora de componer quería apelar al ritmo y no tanto a la melodía”, explica. “Hay un prejuicio en torno a los cantautores: que privilegian las letras sobre la música, y eso hace que entres en competición contigo mismo y que te distancies de la realidad de la canción”. A modo de juego, "casi como una broma", él ha experimentado con géneros como el reggaetón, una fórmula "superficial" a la que él ha dado "una vuelta de tuerca" hacia la conciencia social en el sencillo del disco, del mismo nombre. Y hay más sonidos, tanto de aquí como del otro lado del charco. "Quería hacer bachata, samba y también una ranchera al estilo de José Alfredo, con la mezcla de súplica y reproche que tienen estas canciones". 

Vallecano de nacimiento, el músico presentó este domingo su álbum en el combativo distrito madrileño, en un concierto programado dentro de la Semana vallekana, por la que también pasaron políticos como Pablo Iglesias o Alberto Garzón. "Vallecas imprime conciencia de clase", sentencia el cantautor. "Tiene una identidad clarísima que te hace permeable a lo que ocurre alrededor". 

Descendiente de unos abuelos pastores que emigraron allí, a la periferia de la gran ciudad, Serrano siente que su historia define la identidad no solo de aquel barrio, sino de todo el país. El relato que cuenta cómo unos padres procedentes del campo pudieron proporcionar con su esfuerzo una vida mejor a sus hijos, que sin embargo no parece desembocar hacia un final feliz. "Ahora se marcha en sentido contrario: los hijos van a perder derechos", se lamenta el músico, para recuperar nuevamente el tono positivo. "Pero la gente se está resistiendo. Y eso es mi barrio, esa es la cultura que forma parte de mi educación". 

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