Literatura

Suso de Toro: “En España las referencias son los toreros y los futbolistas: no hay valores sociales”

Es escritor gallego Suso de Toro.

El nuevo libro de Suso de Toro es un tres en uno. Diferentes relatos cortos unidos por un elemento común no solo a todos ellos, sino también anclado en las entrañas de la propia literatura, al menos, como él mismo señala “desde los tiempos del Barroco”: la memoria. Concebida esta en sus múltiples manifestaciones, como recuento del pasado, como capacidad física o como pesar imborrable. En conjunto, las tres historias han dado lugar a Sonámbulos, un nuevo título en la bibliografía del autor gallego, que hace cuatro años prometió que no regresaría. Ante su inacción, ha sido la propia literatura la que ha decidido volver a por él, persistentemente presente en su cabeza: aunque él puso de su parte, “ella no me abandonó”.

“Decidí poner fin a una carrera muy esforzada, trabajando siempre desde Santiago, donde no hay editores, ni agentes, ni grandes medios”, abunda el escritor, que casi siempre lo es en gallego, también en esta ocasión, en la que redactó el texto original en su lengua materna y de ahí él mismo lo tradujo al castellano. “Tengo el compromiso de que mi obra pertenezca a la literatura gallega”. En su idioma se alzó en 2003 con el Premio Nacional de Narrativa (por la novela Trece badaladas, o Trece campanadas), uno de los pocos galardones españoles a los que se puede optar en alguna de las lenguas cooficiales. “A partir de un cierto momento se hizo evidente que un autor latinoamericano es considerado español, pero en lengua gallega u otra no, y yo me sentí muy incómodo”.

Fueron los personajes del primer relato corto de sus Sonámbulos, titulado Negocios de familia, los que con su incesante cháchara, que repicaba constantemente en su cerebro, le hicieron decidirse a volver a colocarse frente a la hoja en blanco, para hacer de transmisor de sus palabras. “Últimamente me he dado cuenta de que soy capaz de usar la primera o la segunda persona, pero no la tercera persona, la voz del narrador. Prefiero dejar que hablen otros”, dice el autor, que es también profesor de lengua y literatura gallegas en un instituto, además de colaborador habitual de prensa. Y la historia de esos otros habla de la historia reciente de este país, con su olvido autoimpuesto de los tiempos del franquismo y las consecuencias que de ellos siguen repercutiendo.

“El libro arranca con la visión implacable de sobre qué bases falsas se levantó la democracia”, sentencia el autor, “y nace de un rescoldo que no quiso morir, lo mismo que otro libro, Chuvia (Lluvia), que se me quedó dando vueltas por la cabeza hasta el punto en que estaba escribiendo la novela mentalmente”."Es un libro que comienza con lo dramático, pasa a lo melodramático con el personaje femenino de la primera historia, y de ahí pasa a lo cómico, lo cómico lírico, y acaba con lo terrible, con la figura de un tirano monstruoso", resume sobre los relatos, además de Negocios de familia, Conversando con el agua e Insomne. 

Decepcionado con un panorama cultural en el que, dice, “el cambio de paradigma” de lo analógico a lo digital ha irrumpido a matacaballo en una sociedad, la española, que “ya era de por sí atrasada culturalmente”, ha dado lugar a la desaparición “del prestigio de la cultura escrita”. “Las referencias son los toreros y los futbolistas: no hay valores sociales”. Antaño, piensa, “teníamos claro que había unos referentes, como por ejemplo el pensamiento marxista, el psicoanálisis o la sociología. Hoy basta con hacer los estudios de tu carrera, pero hacen falta referentes que transciendan los grupos sociales, pensadores de referencia: hoy en día, España no tiene cultura”, dice De Toro (Santiago de Compostela, 1956), que ve en Pablo Iglesias, de Podemos, una figura que “está llenando ese vacío: es alguien a quien mirar”.

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Él, que siempre se ha posicionado desde la perspectiva de la izquierda –llegó a escribir una biografía del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero (Madera de Zapatero. Retrato de un presidente. RBA, 2007), de la que, aunque cuajada de polémica, él se siente “orgulloso”; y se presentó en las listas de Los Pueblos Deciden a las elecciones al Parlamento europeo de este año-, defiende férreamente un país plurinacional, un Estado en el que integrar las diferentes perspectivas y tradiciones para, a partir de ellas, construir una sociedad de futuro.

De ahí que el ejemplo catalán resulte para él admirable, ya que la sociedad está “organizada e informada”, lo que hace de sus reivindicaciones soberanistas “un fenómeno político y social envidiable”. "Yo he aprendido de Cataluña: del oficio, de la profesión, de su laboriosidad". De su Galicia natal, por el contrario, no cree que pueda seguirle el ritmo, porque “le falta estructura social interna”. De ese modo, la región ha quedado como una parte constituyente de “Madrid y sus colonias': Galicia no tiene entidad social ni política, todo llega de Madrid”, de esa facción de la capital, matiza, coto "de Florentino y del PP".  Ante la estampida que se ha producido con los actuales Premios Nacionales -tanto Jordi Savall como Colita lo han rechazado en sus respectivas disciplinas por su desacuerdo con las políticas culturales del PP- él, que lo recibió hace una década larga, se habría visto a día de hoy "en un brete". "Sería una posición incómoda, pero probablemente no tendría opción". Estas negativas, especialmente valientes por decir adiós no solo a un reconocimiento, sino a una sustanciosa remuneración económica en estos tiempos de vacas flacas, también tienen que ver, como la falta de referentes a quienes admirar, con el advenimiento de un "final de ciclo".

Un declive así, agrega el autor de Tic-tac o El hombre sin nombre, se ha visto -y así está- marcado por el ritmo de la derecha española, "que es enemiga de la cultura y ha sectarizado la vida social". "Han desprestigiado lo que tenían que haber prestigiado", se lamenta. "Se han dedicado a sembrar el descrédito y la sospecha". 

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