Música

Diana Krall, toda una dama pop

La cantante y pianista canadiense Diana Krall.

Francisco Chacón

Cierto es que Diana Krall se distingue como la cantante perfecta para el hilo musical de unos grandes almacenes. Su jazz vocal (o así) factura miles, millones de dólares, aunque no le caracteriza precisamente el feeling más auténtico. Ahora, sin embargo, acaba de realizar uno de sus discos más logrados, Wallflower.

¿Por qué acierta en este 2015 la mujer de Elvis Costello? La respuesta tiene que ver con la selección del cancionero que contiene la grabación. No juega a parecer una discípula de Bessie Smith o Billie Holiday… sencillamente porque ésa era una pretensión destinada a convertirse en eternamente fallida.

Su actitud resulta hoy mucho más atractiva: Diana Krall no como una dama del jazz, sino como una dama de la canción pop. Su elegancia se mantiene intacta, pero el tono se dibuja mucho más adecuado que en anteriores ocasiones.

Continúa la senda transitada en su álbum precedente, Glad rag doll, donde rendía tributo a través de las canciones old school que permanecen en su memoria lejana.old school

Wallflower reúne igualmente versiones. Sí, aquellos temas que la marcaron en los 70, 80 y 90, con ramificaciones aún más recientes. Un compendio que se abre con California dreaming, inolvidable himno a mayor gloria de The Mamas and The Papas.

A partir de ahí, se suceden clásicos como Desperado, de Eagles, o Alone again (naturally)Desperado Alone again (naturally), exquisita pieza del injustamente arrinconado Gilbert O'Sullivan.

Desfilan también Don't dream it's over, de Crowded House; I'm not in love, de Ten CC, y Sorry seems to be the hardest word, arquetípica composición de Elton John.

Pero tal vez uno de los momentos más destacados sea If I take you home tonight, una preciosa balada de Paul McCartney que él descartó para su Kisses on the bottom y que aquí suena exquisita.

Jim Croce, Gordon Lightfoot o Neil Young

también caen en las redes de Diana Krall. Siempre bajo la cuidada producción de David Foster, artífice de unos arreglos envolventes que, esta vez, no empalagan.

“Las canciones que ella interpreta en este álbum son las que escuchaba en la radio y en vinilo cuando crecía. Lo que hace este disco especial es la forma en la que Diana reimagina cada melodía y la manera en la que pone el corazón y el alma en cada sílaba”, ha declarado el propio Foster después de terminar las sesiones en el estudio.

Tampoco se asemeja Wallflower (afortunadamente) al fiasco de pseudo-bossa nova que la cantante y pianista canadiense se atrevió a perpetrar en Quiet nights.

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