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Música

La banda sonora de la Grecia herida

El músico griego Vassilis Tsabropoulos.

Francisco Chacón

Grecia se desangra en medio de la espada de Damocles de la troika formada por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. El fantasma de un tercer rescate acecha como una guadaña que atenaza a la sufrida población, sumida en una perenne desesperanza por culpa de la galopante corrupción y, especialmente, de una gestión pésima de los recursos públicos.

Syriza tiene aún mucho que demostrar, aunque ha devuelto ciertas cotas de ilusión con vistas al futuro. Pero la banda sonora de esta Grecia actual sigue marcada por la tristeza y la melancolía, como las notas que se desprenden del piano del excelente Vassilis Tsabropoulos, escasamente conocido fuera de sus fronteras pero dotado de un talento extraordinario.

Recordamos su amplio legado discográfico y nos estremecemos con Akroasis, The promise y su hasta ahora última grabación, You. Sólo unos ejemplos para caer rendidos ante su impresionismo de ayer y hoy, como si los griegos se expresaran a través de sus teclas.

Chopin, Mussorgsky, Debussy o Satie asoman como sus influencias de base sólida. Se agregan Philip Glass (especialmente, en la época en que nos deslumbró con el soundtrack de Las horas, la magistral película de Stephen Daldry, con Meryl Streep, Nicole Kidman, Julianne Moore, Miranda Richardson y Ed Harris) o Sakamoto, sin olvidar a George Winston en su serie sobre las estaciones climáticas.

Sólo, acompañado por la sobria cantante bizantina Nektaria Karantzi o con arreglos orquestales, Vassilis Tsabropoulos se muestra capaz de sobrecoger sin acusado esfuerzo.

La sombra del inconmensurable Mikis Theodorakis se cierne sobre él con sus enseñanzas de compositor sublime y su ejemplo de compromiso, demostrado sobradamente mientras combatió desde el exilio a la Junta de los Coroneles (instaurada tras el Golpe de Estado de 1967 en Atenas).

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Aquella solidaridad evidenciada en su día por Leonard Bernstein y Dimitri Shostakovich le vendría muy bien a esta Grecia que llora hoy sin descanso, mientras se acumula la gente desahuciada y sin hogar en las calles y plazas para vergüenza de toda Europa.

Los salmos instrumentales de Tsabropoulos rezuman absoluta espiritualidad y nos sobrecogen a través de sus apelaciones a la reflexión. Música para el alma en un contexto de pesadumbre.

La prueba definitiva de su valía se asienta en el fichaje por el prestigioso sello alemán ECM, cuna de las mejores exhibiciones pianísticas de Keith Jarrett. Basta retrotraerse a la solemnidad de Achirana para darse cuenta de que su obra dialoga perfectamente en el entorno posterior a Bill Evans.

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