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Francesco Munzi: “Con las historias de crímenes se llega a grandes dramas universales”

Un fotograma de 'Calabria', de Francesco Munzi.

Los negocios se hacen fuera, en ciudades cosmopolitas como Ámsterdam. Los problemas se resuelven dentro, en el pueblo. Entre clanes. Contar la intrahistoria de una de estas familias, sus interioridades, es lo que movió al director Francesco Munzi a versionar en la gran pantalla la novela Anime Nere (Almas negras), película que en España lleva por título Calabria, de estreno este viernes 27. La región del sur de Italia es el reducto de la 'Ndrangheta, la mafia calabresa, que como ilustra Munzi, sigue siendo “muy desconocida”, especialmente en comparación con las grandes organizaciones criminales del país mediterráneo, la Camorra y la Cosa Nostra, a las que también se suma la más modesta Sacra Corona Unita, operativa en la zona de Apulia, el tacón de la bota.

Si la mafia siciliana tuvo su plasmación artística en la inolvidable El Padrino, novela de Mario Puzo magistralmente trasladada al cine por Francis Ford Coppola; y la napolitana fue contada por Roberto Saviano en Gomorra, libro que también inspiró un filme homónimo, dirigido por Matteo Garrone, Calabria se perfila -en su propia medida- como la gran obra en torno a la mafia calabresa. Así la recibió la crítica tras su puesta de largo en la Mostra de Venecia, donde estuvo nominada al León de Oro y se alzó con cuatro premios. “La prensa tiende a establecer comparaciones con películas importantes", dice el cineasta, "y que comparen mi película con aquellas es un hecho que no puede no gustarme”.

A pesar del agrado con el que recibe las comparaciones, Munzi entiende que aquellas películas son “diferentes” a la suya. “El padrino es una historia épica”, apunta, “mientras que Gomorra aporta una mirada sociológica, sin adentrarse tanto en los personajes”. La atención por la intimidad y la psicología es precisamente lo que él quería aportar en Calabria, donde lo más interesante para él reside “en las relaciones entre hermanos, entre padres e hijos. También quería hablar de la zona montañosa donde se desarrolla la trama, el Aspromonte, un lugar muy cerrado pero a la vez con muchas conexiones con el mundo exterior”.

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El pueblo real de Africo, con su parte antigua y ya derruida en la montaña y otra nueva erigida junto a la playa, le sirvió de escenario y de bolsa de candidatos para hacer de extras del filme, cuyo elenco encabezan Marco Leonardi, Peppino Mazzotta y Fabrizio Ferracane. Aunque le advirtieron de que no encontraría nada bueno en aquella tierra, de donde es natural Gioacchino Criaco, el autor de la novela, Munzi solo tiene buenos recuerdos de la acogida que le ofrecieron a él y a su equipo. “Aunque las casas por fuera parecen en ruinas, por dentro están ostentosamente retocadas”, explica sobre la cotidianidad de aquella área rural. En ella nació y continúa viviendo Luciano, el mayor de tres hermanos que protagonizan la cinta, cuyo padre fue brutalmente asesinado por otro clan cuando ellos eran pequeños.

En Milán, mental y geográficamente al otro extremo de Africo, viven los otros dos hermanos, Luigi, el carismático, y Rocco, casado con una mujer burguesa “pulcra por fuera, pero con las manos manchadas por el dinero negro”. Ambos trafican con drogas y disfrutan del lujo y la comodidad de la gran ciudad. Cuando Leo, el joven e impetuoso hijo de Luciano comete una fechoría contra la familia rival, ambos bajan al pueblo para intentar imponerse o, al menos, hacer paz. Y es ahí cuando se ponen de relevancia las históricas contradicciones entre el norte y el sur italianos, así como las propias de Calabria. “Se trata de un reflejo de la transformación de Italia, que ha pasado de ser una sociedad rural a una posindustrial”, dice Munzi, que matiza que también “hay mucha mafia en el norte, donde hay muchas empresas aparentemente legales ligadas al crimen”.

Esa noción, la de la criminalidad, se intuye como el hilo conductor de la narración de Munzi, que hace girar las decisiones de sus personajes en torno a un rancio código de honor que rige sus destinos. En su anterior filme, Il resto della notte, retrató los problemas de integración de los inmigrantes en Italia, hasta el punto de verse obligados a delinquir para sobrevivir, una noción que también exploró en su primer largo de ficción tras varios documentales, Saimir. “Se suele decir que un director cuenta siempre la misma historia”, dice, “y puede ser verdad, reconozco las similitudes”. “Creo que a través de las historias de crímenes se llega a grandes dramas universales, como ya hacía Dostoievski. Pero aunque siempre hablo de minorías que para salir adelante acaban recurriendo al crimen, se trata de un recurso dramático, porque lo que realmente me interesa son las historias personales e íntimas, las historias más pequeñas”.

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