Feria del libro

La poesía independiente de una feria de farándula

Libro de Irene X, de la Editorial Harpo Libros.

Son libres, atrevidas, pequeñas, locas, intrépidas, autónomas. Todas empezaron su actividad en una habitación de casa y se han abierto paso en el mundo editorial hasta formar pequeñas empresas o proyectos que, más o menos rentables, aúnan a la mejor poesía independiente del momento.

Se llaman La Bella Varsovia, Lapsus Calami, Ya lo dijo Casimiro Parker, Frida Ediciones, El Gaviero, Ediciones Torremozas y Harpo Libros. Siete editoriales de poesía que enarbolarán sus títulos como bandera pirata en el mar de comercialismo y novedades de esta 74 edición de la Feria del Libro.

La que es una “feria de farándula” para Marcus Versus, editor de Ya lo dijo Casimiro Parker, arrancó este 29 de mayo y se enraizará hasta el próximo 14 de junio en los jardines de El Retiro de Madrid. Lo que no saben muchos de los lectores que la visitan es que, entre sus casetas, esconde a las mejores editoriales independientes de poesía del país.

Los editores que ponen rumbo a la poesía tras cada uno de sus timones son Elena Medel (La Bella Varsovia), Jorge Vales (Lapsus Calami), Marcus Versus (Ya lo dijo Casimiro Parker), Diego Ojeda (Frida Ediciones), Luna Miguel (El Gaviero), Marta Porpetta (Ediciones Torremozas) y María Sotomayor (Harpo Libros).

Son muy diferentes entre sí, pero a todos los mueve el mismo denominador común: el amor hacia la poesía y la pasión por hacer libros. “Una editorial de poesía es vocacional, no es un negocio”, cuenta Marta Porpetta, a quien no le gusta que la llamen editora. “La etiqueta me da un poco de nosequé, yo hago libros y disfruto mucho haciéndolos” junto a Jesús Herrero, responsable de la maquetación e ilustración en Torremozas. 

Ediciones Torremozas, cuyos títulos pueden encontrarse en la caseta 187, se define como “cauce de voces nuevas” a pesar de ser la más veterana de las siete y de rescatar a voces olvidadas desde el siglo XV al XIX. La editorial nació en 1982 “en una habitación de casa. Mi madre, Luzmaría Jiménez Faro, creó una editorial para que las mujeres tuvieran un espacio en un mundo que era de hombres”, relata Porpetta. Por aquella habitación pasaron literatos como Carmen Conde, José Hierro, Luis Rosales, Gloria Fuertes. Ahora cuenta con nombres como el de Irene G Punto y sus Punterías.

Ya lo dijo Casimiro Parker albergará a su “hodierno y autárquico” sello bajo el catálogo de la Librería Punto y Coma (46) y de Casa del Libro (128 y 129), las mismas casetas que acogerán a Lapsus Calami y Harpo Libros.

Estas dos últimas han nacido en 2014. Apenas con un año de vida y en plena crisis, luchan por hacerse un hueco en el mundo editorial. Con más de 30 títulos en su bodega, el capitán de Lapsus Calami, Jorge Vales, confiesa haber sido “absolutamente feliz por publicar todo aquello que quería publicar. No he dicho que no a nadie porque no me llegase el dinero o porque no tuviera tiempo”.

Lapsus Calami es el sello de los primeros poemarios de muchos autores. Es conocida por haber acogido a las jovencísimas Loreto Sesma y Elvira Sastre, cuyos perfiles cumplen con lo que, para algunos, formará parte del nuevo movimiento: poesía joven, lenguaje directo, redes sociales; o al político popular Borja Sémper. Sin embargo, Jorge Vales, enamorado de cada uno de sus poetas, selecciona a sus autores bajo la filosofía de que “nadie que se merezca estar dentro puede quedarse fuera”.

Otra de las recién nacidas y que también comenzó su andadura en “un cuarto de casa” es Frida Ediciones, la editorial y distribuidora del cantautor canario Diego Ojeda. La historia de Frida es un poco especial, ya que surgió como Alsari Libros “por necesidad”. Ojeda confiesa sin tapujos que su intención era publicar su libro de poemas Mi chica revolucionaria, ya que “nadie” apostaba por él.

Si muchas editoriales hubieran sabido entonces que Mi chica revolucionaria se convertiría en un éxito en ventas, tal vez no existiría Frida Ediciones. Los 3.300 ejemplares vendidos del libro de Diego Ojeda y del otro título con el que empezó Alsari, Follamantes, de Carlos SalemFollamantes, le permitieron al cantautor “reinvertir todo el dinero en montar un negocio”: Frida Ediciones.

A pesar de sus ventas, Frida tampoco puede ir a la Feria del Libro con caseta propia. Serán las librerías Fábula (191), TopBooks (303) y Muga (165), junto a las colosales Fnac (201) y Casa del Libro (128 y 129) las que acojan los once títulos que ya tienen el sello de Frida Ediciones.

Salvo Lapsus Calami y Torremozas, las demás suelen trabajar sin distribuidor. Para Marcus Versus, Elena Medel y Luna Miguel lo más difícil fue ganarse la confianza de los libreros. “No era nada habitual que una editorial llevara su propia distribución y desconfiaban de mí”, cuenta Marcus. “Cuanto más grande era la librería, más puertas te cerraba”. Los libreros son, sin duda, una pieza clave en el engranaje de sus navíos. Elena Medel asegura que lograr la confianza de las librerías “es lo más difícil” y lo más importante, ya que “un librero entusiasmado por tus libros es un altavoz, porque los recomienda a sus lectores”.

Las dos revolucionarias y rebeldes en el ámbito de la distribución, Ya lo dijo Casimiro Parker, creada en 2008, y El Gaviero, en 2004, también son las más minimalistas. Con una media de publicación de 6 o 7 libros al año, ambas cuidan sus ediciones con el mimo de los materiales caros. Luna Miguel, editora de El Gaviero con apenas 24 años, dice que su empresa se define por ser como un “bonsái”: de ella nacen “libros bellísimos como un árbol” pero a la vez es una editorial “pequeñita” que forman ella y Pedro Miguel, su padre.

El Gaviero suele quedarse “un poco al margen” de la Feria del Libro, afirma Luna Miguel. Al igual que le pasa a La Bella Varsovia, El Gaviero apunta que “es muy difícil acceder a las casetas siendo una editorial de dos personas”. Esto no significa que sus libros no puedan encontrarse en la Feria. Las librerías Enclave de libros (77) y Librería Alberti (114) albergarán algunos títulos de esta editorial catalana.

Elena Medel, editora de La Bella Varsovia, confiesa que lo de no ir a la Feria es “casi una decisión ideológica: prefiero invertir el poco dinero que gano en sacar libros nuevos antes que en pagar una cuota y una caseta”. Sus títulos estarán junto a los de otras editoriales, en la caseta 77, de la distribuidora UDL.

Lo peor de la farándula

Para acceder a la Feria del Libro, ya sea una editorial o una librería, hay que estar asociado al Gremio de Libreros de Madrid, a la Asociación de Editores de Madrid o a la Federación del Gremio de Editores. Una cuota que, en muchas ocasiones, las pequeñas editoriales no se pueden permitir.

La farándula del libro se rige por unos estatutos que fijan el precio y regulan el reparto de casetas por sorteo. “Tenemos unos amigos que hicieron la prueba y comprobaron que, si te toca al sol, facturas en torno a un 20% menos”, ríe Marta Porpetta cuando lo cuenta, ya que este año a Torremozas le ha tocado estar a la sombra.

Para una editorial madrileña, el precio de la caseta es de 2.170 euros. Si la editorial es de fuera de Madrid, el precio asciende a 3.943 euros. Además, si no tienen un catálogo mínimo de 131 libros no pueden aspirar a poseer un lugar propio en la feria.

Las dificultades para acceder a ella son “lo peor” de esta feria para Luna Miguel. Según la editora de El Gaviero, las condiciones deberían “hacer más accesible el paso de editoriales nuevas para dar visibilidad a proyectos emergentes”. Tal vez sea por eso que la feria de El Gaviero “está todos los días en internet”, reivindica Miguel.

Para Ya lo dijo Casimiro Parker, la Feria del Libro de Madrid es una oportunidad para “seguir avanzando y darte a conocer”, pero si Marcus Versus pudiera cambiar algo de este encuentro de libreros, editores y lectores “sería el tratamiento que se le da a la literatura”. “Me gustaría que se la tratase mejor, aunque bueno, al final tenemos lo que merecemos y el éxito a veces se lo llevan los autores con menos calidad literaria, como Belén Esteban”.

La editora de Torremozas también asegura que esta feria de títeres es “un escaparate muy bueno para las autoras” y que a pesar del precio, compensa pagar una caseta propia. Sin embargo, Porpetta denuncia que los pabellones centrales del recinto han quedado vetados para aquellos que no se los pueden permitir.

“Hace unos años era gratis reservar los espacios centrales para hacer presentaciones, lecturas o lo que quisieras. Te daban una hora para usarlos. Desde hace algunas ediciones, te cobran 300 euros por esa hora”, cuenta la editora de Torremozas. “Ahora ya solo los utilizan los que pueden: Planeta, La Casa del Libro”.

Un género en crisis y en boga

Los timoneles de estas siete editoriales coinciden en que a la poesía no le afecta la crisis económica, porque siempre ha sido un reducto en crisis. Elena Medel dice que para La Bella Varsovia “los malos tiempos siempre han sido tiempos normales”.

Homenaje al editor Chus Visor en la Feria del Libro de Madrid

Homenaje al editor Chus Visor en la Feria del Libro de Madrid

Más allá de la crisis, de la farándula, de sus precios y de sus casetas, la poesía es un género que ha traspasado sus propias fronteras y que se ha instalado en redes como Twitter y plataformas como Youtube. Muchos aseguran que es una moda a la que se suman cada vez más jóvenes, aunque no se atreven a afirmar que sea pasajera.

“Es una corriente nueva que incluso puede continuar. No creo que sea una moda que se desinfle, sino que será un movimiento del que salga gente muy buena”, opina Porpetta. Del mismo criterio es Diego Ojeda cuando afirma que, cuando los autores del momento desaparezcan, “quedará el movimiento”.

Jorge Vales, quien aúna bajo su sello a muchos de estos jóvenes escritores salidos de redes sociales, prefiere no llamar moda a lo que “es un auge”. Para él, este boom se debe a que “siempre que hay problemas, hay un auge de la poesía”. Vales es más visionario que ninguno y asegura que el escenario “va a cambiar, pero no parará. Es decir, va a cambiar la forma en la que el mundo consume poesía, pero no va a dejar de consumirla”.

Más sobre este tema
stats