Documentales

Jan, un superhéroe con gafas

Hay protagonistas de películas que conquistan. Luego están los conquistadores natos, protagonistas de muchas historias, de muchas vidas y pantallas. Es el caso de Jan, un superhéroe de melena rubia y gafas naranjas.

Tiene cinco años, “es muy guapo” y, a pesar de su corta edad, un actor de primera al que le “chifla” verse en pantalla. “Cuando se acaba la grabación se queja porque quiere ver más”, asegura Bernardo Moll, su padre y director de cine.

La historia de Jan es un documental que nace con el objetivo de “difundir el síndrome de Down y hacer que la gente pierda el miedo” a esta anomalía genética. Bernardo empezó a grabar a su hijo con trisomía 21 “como salida creativa”, por necesidad “para superar esos momentos tan duros”.

Recibir la noticia de que Jan era un superhéroe no fue fácil. Bernardo asegura que, cuando se enteró, le dio miedo lo que pensaría la gente. “Tener un hijo es una buena noticia que para mí no lo era”. Ese miedo al qué pensarían los demás sobre Jan fue, precisamente, lo que llevó a Bernardo a compartir quién y cómo es su hijo en un blog, lahistoriadejan.com

A los pocos meses del nacimiento, aquel padre primerizo vio que lo que había comenzado como una “salida creativa” podía “acabar convirtiéndose en un documental”. Ahora, estos cinco años de imágenes están a punto de unirse para formar La historia de Jan, un reportaje que pretende conquistar cines y festivales y que se estrenará a principios de 2016 “como muy tarde”.

Este padre cinematográfico relata con pasión lo importante que es que La historia de Jan pueda vivirse en un cine, “a oscuras”, para que erice mejor la piel. Por eso son tan esenciales “la buena producción y el acabado” del filme.

El sueño de los 30.000 euros

Para hacer realidad este proyecto, y a la espera de las ayudas públicas, los padres de Jan escogieron el crowdfunding como otra de las vías de financiación del documental por dos motivos: “facilidad y difusión”. El objetivo es conseguir 30.000 euros para “poder empezar”. Todavía faltan algunas escenas y además “hay que buscar una buena distribución y promoción”, relata Bernardo.

A 20 días de cerrar la recaudación, La historia de Jan ya tiene más de 425 mecenas que han colaborado con más de 22.500 euros. “Ojalá lleguemos a los 30.000”, desea el padre del pequeño héroe, aunque una película cuesta mucho más.

“Confío en que nos concedan alguna de las ayudas públicas que hemos pedido porque es un proyecto que tiene una función social”: la función de ayudar a mucha gente, no sólo a los padres con hijos como Jan.

La historia de Jan habla de “vivir en el presente”. Es un relato de superación, de normalización y de aceptación que transmite un mensaje positivo: “Las metas se consiguen”. Pero también es un tirón al tupido velo que algunas miradas corren sobre las estrellas como Jan.

“Cuando aprendió a caminar sus pasos eran extraños y la gente lo miraba por la calle. Primero lo miraban a él, luego me miraban a mí con pena. Y yo les sonreía queriendo decirles que no pasa nada”, relata Bernardo, “que te pueden pasar muchas cosas y que este no es el peor problema del mundo, que hay que aceptar lo que la vida te manda”. Aceptar lo que la vida te manda y compartirlo, si puedes, por muy duro que pueda parecer.

Dolor y sentido del humor

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Gritos felicitando el año nuevo, Bernardo y Mónica tomando las uvas en el hospital y Jan con una mascarilla de oxígeno puesta, “porque le bajó la saturación en sangre y nos ingresaron un mes”. Ejercicios vojta cuando todavía era bebé, presionándole en ciertas partes del cuerpo para desarrollar su movilidad, “mientras Jan llora y llora”. Son algunas de las escenas más difíciles de La historia de Jan.

Aceptar lo que la vida te manda, grabarlo en vídeo y compartirlo, si puedes, por muy divertido que pueda parecer. Como los momentos en que “Jan se levantaba a mitad de la noche para encender y apagar la luz” y sus padres lo grabaron con un móvil desde la cama, riendo con cara de sueño entre vaivenes de luz a las cuatro de la mañana.

Jan tiene síndrome de Down y cinco años, pero las aventuras de este superhéroe con gafas tienen muchas lecciones que enseñar a través del dolor y del sentido del humor. Sus padres, orgullosos, sólo pretenden conquistar un poquito a la sociedad con La historia de Jan.

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